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conversación para cuando estéis más calmados.<br />
Unas fuertes pisadas resonaron en la escalera y William tuvo que apartarse de la puerta para que Evan no lo arrollara a<br />
su paso.<br />
—Me tienes harto, Carter —bramó Evan mientras arrojaba una toalla húmeda a la cara de su hermano—. Estoy harto de<br />
que no respetes mi espacio, ese dormitorio también es mío, ¿sabes? No vuelvas a dejar tus cosas tiradas por ahí o te juro<br />
que tendrás que buscarlas en la basura.<br />
—¿Pero tú de qué vas? —inquirió Carter, y tiró la toalla al suelo con malos modos.<br />
—¿Qué pasa aquí? —Daniel acababa de entrar por la puerta trasera, sus ojos se posaron sobre William e<br />
inmediatamente se dirigió hacia él—. ¡No, William, espera! —exclamó cuando vio al vampiro darse la vuelta.<br />
—Déjame en paz, Daniel.<br />
—¡Vamos, no puedes pasarte la eternidad molesto conmigo!<br />
—¡Molesto! ¿De verdad crees que solo estoy molesto?<br />
La estancia vibraba con el estruendo de las voces masculinas. Jerome y Shane seguían enzarzados en su batalla personal,<br />
las cosas entre Carter y su hermano no iban mucho mejor y, ahora, William y Daniel se habían unido a la violenta<br />
confusión con sus reproches.<br />
Rachel los miraba a todos de hito en hito. Con las manos en las caderas, dudaba entre salir de allí corriendo o poner paz<br />
entre ellos. Se sintió tentada por la primera idea, pero el ambiente estaba demasiado caldeado como para dejarlos solos.<br />
Con decisión se llevó un par de dedos a los labios y silbó con fuerza. Nadie pareció darse cuenta, así que, sin dudar,<br />
agarró una pila de platos del fregadero y los arrojó con fuerza contra el suelo, haciéndolos añicos.<br />
El silencio reinó de golpe en la cocina, todos los rostros se giraron hacia ella.<br />
—¡Rachel! ¿Estás bien? —Daniel corrió al encuentro de su esposa. Un gesto airado de ella le hizo detenerse en seco.<br />
—¡Todos fuera! —gritó ella, señalando la puerta trasera de la cocina.<br />
—¿Qué? —preguntaron Carter y Shane a la vez.<br />
—En esta cocina hay demasiada testosterona.<br />
Todos la miraron desconcertados.<br />
—¿Os obligo a salir? —un brillo dorado iluminó los ojos de Rachel con una advertencia.<br />
—Haced caso, chicos —sugirió Daniel sin apartar los ojos de Rachel, él mejor que nadie sabía cómo las gastaba. Y si<br />
se enfadaba de verdad, acabarían viviendo en una tienda de campaña en el jardín el resto de la semana.<br />
Abandonaron la cocina a regañadientes y farfullando por lo bajo, con ella pisándoles los talones.<br />
—Ninguno de vosotros entrará en esta casa hasta que hayáis solucionado vuestras diferencias —dijo, cruzando los<br />
brazos sobre el pecho. Los chicos la miraron con el ceño fruncido, desviando la vista rápidamente. Nadie parecía<br />
dispuesto a dar su brazo a torcer—. Está bien. —Entró en la casa, un segundo después aparecía con un balón de fútbol en<br />
las manos—. ¿Queréis machacaros? ¡De acuerdo! Pero no voy a permitir peleas en mi casa y, mucho menos, entre mi<br />
familia. Vais a solucionar esto de forma civilizada.<br />
Rachel arrojó el balón, Evan lo atrapó al vuelo. Al chico comenzaba a gustarle la sugerencia. Lanzó una mirada<br />
interrogante a Shane y este asintió con una sonrisa siniestra. Después fijó su atención en William, el vampiro se encogió de<br />
hombros con indiferencia, pero sus ojos brillaron a la expectativa.<br />
Daniel, Jerome y Carter se posicionaron frente a ellos sin necesidad de invitación.<br />
—¡Creo que no ha sido una buena idea! —dudó Rachel, al percibir el aura de agresividad que los rodeaba. Ella solo<br />
pretendía que el aire libre y algo de juego aligerara los ánimos.<br />
—Es la mejor que has tenido, mamá —señaló Jared. Apoyó la espalda perezosamente sobre una de las columnas del<br />
porche, observando divertido la escena—. Van a zurrarse de lo lindo. Diez pavos a que papá muerde el polvo.<br />
Rachel lanzó una mirada asesina a su hijo.<br />
—Tú si que vas a morder el polvo como no te calles.<br />
Jared borró de golpe la sonrisa de su cara, pero en cuanto Rachel desvió la mirada, empezó a reír a carcajadas.<br />
—Quien antes consiga diez puntos, gana —informó Carter.<br />
Evan se dobló hacia abajo, su mano aferró firmemente el balón sobre el césped; un movimiento rápido y el juego<br />
comenzó. Corrió hacia atrás buscando con la mirada a uno de sus compañeros, William se había desmarcado, lanzó el<br />
balón y el vampiro lo atrapó, saltando en el aire.<br />
Justo cuando los pies de William tocaron el suelo, Daniel lo embistió, hundiendo el hombro en su estómago. Ambos<br />
rodaron por el suelo.<br />
—Lento, chico, muy lento —dijo Daniel, poniéndose en pie, y ofreció su mano a William.<br />
El vampiro la aceptó, solo para poder estrujarla con fuerza entre sus dedos mientras se levantaba.<br />
Ahora era el turno de Carter. Con el balón en la mano comenzó a correr, se lo pasó a su padre con rapidez, evitando<br />
perderlo ante el inminente placaje de Evan. Consiguió sortear a su hermano a la vez que Daniel le devolvía el balón. Shane<br />
apareció como un obús en su dirección, el choque parecía inevitable, mas en el último momento Carter saltó a tiempo. Pisó<br />
sobre el muslo de su primo, el otro pie encontró apoyo en el hombro y, con una agilidad sobrenatural, se impulsó por<br />
encima de la cabeza, apretando el balón contra su pecho. Sintió cómo dos de sus costillas se partían y el aire de sus<br />
pulmones escapaba con un grito de dolor. William lo había cazado en el aire, como un halcón lo haría con su presa.<br />
Tumbado de espaldas sobre el suelo, esperó un par de segundos con los dientes apretados, mientras sus costillas volvían a