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de ser difícil.<br />
—Bueno, sé lo que Cyrus me haría si daño a un humano, así que, casi prefiero la sed.<br />
William rompió a reír.<br />
—Sí, es mejor no provocarle. Creo que no hay en mi cuerpo un solo hueso que él no me haya roto. —Se frotó la<br />
mandíbula y miró a Stephen, le caía bien—. ¿Has pensado en mi proposición?<br />
—Sí —respondió Stephen.<br />
—¿Y?<br />
—Creo que eres un buen hombre, y para mí será un placer servirte —dijo en tono respetuoso. Nunca olvidaba con quién<br />
estaba hablando en realidad.<br />
—No quiero que me sirvas, Stephen, sino que me ayudes —puntualizó William tendiéndole la mano. Stephen se la<br />
estrechó con un fuerte apretón.<br />
La puerta de la cafetería se abrió y Marie apareció a través del umbral, girando como una bailarina, cogida de la mano<br />
de Shane. Kate y el resto del grupo los seguían.<br />
William lanzó una mirada inquisitiva al licántropo y este se encogió de hombros, bastante confundido por la situación.<br />
—¡Eh, chicos! ¿Qué os parece si vamos a bailar? —sugirió Marie.<br />
—Yo paso de bailar —dijo Shane con un gruñido.<br />
—No iras a rechazarme, ¿verdad? —le provocó ella con un mohín coqueto en los labios.<br />
Shane no contestó, pero sus ojos lo hicieron por él. No era capaz de negarle nada a la hermosa vampira.<br />
—Podría ser divertido —comentó Kate, rodeando con sus brazos la cintura de William.<br />
—Lo siento, Cenicienta, le prometí a tu abuela que volveríamos pronto —dijo él en tono de disculpa. La acunó entre sus<br />
brazos, rozando su frente con los labios.<br />
—¿Desde cuándo tienes toque de queda? —intervino Jill.<br />
—Desde que mi abuela leyó en el periódico que había lobos merodeando por la zona —contestó en broma.<br />
—¡Pero si somos de lo más cariñosos! —ronroneó Carter, y sus ojos se fueron tras una chica rubia con aspecto de<br />
animadora.<br />
—Es una pena —dijo Marie. Abrazó a Kate y la besó en la mejilla—. Mañana iré a visitarte, me gustaría conocer a tu<br />
abuela.<br />
—A ella también le encantará conocerte.<br />
—¿Vamos? —intervino William ofreciéndole su mano.<br />
—¡Adiós, chicos! —se despidió Kate. Y ya los estaba echando de menos.<br />
Dos horas después, William regresó a la casa de huéspedes. Ocultó en las sombras, la rodeó hasta la parte trasera,<br />
donde se encontraba la habitación de Kate. Cerró los ojos y escuchó. Oyó las respiraciones profundas y acompasadas de<br />
Alice y Martha, ambas dormían. Saltó sin esfuerzo de ventana en ventana, hasta llegar a la pequeña habitación<br />
abuhardillada. Con un toque de sus dedos el pasador se abrió, y entró en el cuarto sin hacer ningún ruido. Ella estaba en el<br />
baño, hablaba con alguien por teléfono al tiempo que trataba de cepillarse los dientes. Se tumbó en la cama, con los brazos<br />
cruzados bajo la nuca, y cerró los ojos. No era su intención escuchar, pero la conversación llegaba hasta él con nitidez.<br />
—Pensaba decírtelo, Jane, de verdad —dijo Kate.<br />
—Está bien, te perdono. Pero dime una cosa, ¿es guapo? —preguntó Jane al otro lado del teléfono.<br />
—Muy guapo —contestó con énfasis.<br />
—¿Besa bien?<br />
—¡Jane!<br />
—No te hagas la remilgada conmigo y contesta.<br />
—Pues para tu información, he de decirte que besa de maravilla.<br />
Una sonrisa vanidosa se dibujó en los labios de William.<br />
—¿Lleváis mucho tiempo saliendo? —Jane seguía con su interrogatorio de poli malo.<br />
—¡No! En realidad, lo que se dice saliendo, saliendo, solo llevamos unos días.<br />
—Bueno… y ese chico tan maravilloso, ¿a qué se dedica?<br />
Kate abrió la boca para contestar y volvió a cerrarla con el ceño fruncido. No tenía ni idea de qué decir. No sabía a qué<br />
se dedicaba William en realidad. Era evidente que, tanto vampiros como licántropos, intentaban llevar unas vidas<br />
aparentemente normales: estudiaban, trabajaban, tenían negocios. Pero parecía que William nunca había llevado esa vida<br />
normal, al menos, después de convertirse en vampiro.<br />
—Lo cierto es que él… su familia…<br />
—¿No sabes a qué se dedica tu novio? —preguntó Jane con recelo.<br />
—Claro que lo sé, pero es tarde y estoy cansada. ¡Mejor seguimos con esta conversación por la mañana!<br />
—No te atrevas a colgarme, Kate, y contesta a…<br />
—Adiós, Jane.<br />
Kate colgó el teléfono con un suspiro. Terminó de cepillarse los dientes y salió del baño. El corazón le dio un vuelco y<br />
comenzó a latirle como un loco al descubrir a William sobre su cama. El vampiro la miraba sonriente, con una nota