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apartó de Jill.<br />
—¡Eh, Kate, ven con nosotras! —gritó Becca. Ella y un par de amigas bailaban sobre el pequeño muro que rodeaba el<br />
borde de la angosta garganta.<br />
Kate negó con la cabeza, las alturas la mareaban un poco.<br />
—¡Vamos, no seas aguafiestas, ven! —insistió Becca, apremiándola con la mano mientras movía sus caderas al ritmo de<br />
la música.<br />
Kate accedió con una sonrisa en los labios y, sin estar muy convencida, dejó que Justin la ayudara a subir al muro. Vio<br />
cómo Jill le daba la espalda, enfadada, y se dirigía hasta donde se encontraba William. A pesar de la oscuridad, estaba<br />
segura de que él la seguía observando. Los celos y el despecho regresaron a su corazón.<br />
Le hizo un gesto a Justin para que se acercara, con torpeza se inclinó y lo besó en los labios. Ella también podía besar a<br />
quien le diera la gana, total, William ya creía que estaban liados. Se incorporó, trató de hacerlo al ritmo de la música,<br />
moviendo los hombros y las caderas con sensualidad. Notó cómo la cerveza se le subía a la cabeza, vaciló dando un paso<br />
atrás, y el corazón le dio un vuelco cuando su pie no encontró nada en lo que apoyarse.<br />
Todo sucedió muy deprisa: el viento azotando sus cabellos, el ruido de la corriente bajo ella, los gritos de pánico a su<br />
alrededor y, de pronto, aquella mano fuerte y fría aferrando su muñeca y tirando de ella, alzando su cuerpo en el aire como<br />
si pesara menos que nada.<br />
Sus pies apenas habían tocado el suelo, cuando William la agarró por el codo y comenzó a tirar de ella de forma brusca.<br />
Se dio cuenta de que la gente aún miraba al fondo del precipicio y de cómo giraban sus cabezas hacia ellos, con la<br />
sorpresa dibujada en sus rostros.<br />
«¿Cómo ha hecho eso? ¿Habéis visto? Ni siquiera le he visto acercarse», oía comentar a su espalda.<br />
—¡Suéltame, me haces daño! —se quejó Kate, intentando soltarse. Sabía que el chico acababa de salvarle la vida de<br />
forma inexplicable, pero, en ese instante, era incapaz de sentir gratitud, solo un absurdo orgullo.<br />
William no dijo nada, continuó andando hacia el coche sin soltarla. Sus ojos llameaban y su pecho se agitaba presa de<br />
los nervios y el miedo. Esa noche estaba siendo infernal para él.<br />
—¿Adónde… adónde vamos? —preguntó ella temblando de pies a cabeza.<br />
—Voy a llevarte a casa, antes de que encuentres otra manera de partirte el cráneo —respondió entre dientes, con una<br />
frialdad que heló el pulso de Kate.<br />
Pasaron junto a Shane, el chico les observaba con el ceño fruncido, al igual que Jill y Evan, que comenzaron a caminar<br />
tras ellos como una escolta.<br />
—¡No iré a ninguna parte! —replicó Kate clavando los pies en el suelo, pero no sirvió de nada, su cuerpo seguía<br />
moviéndose arrastrado por el brazo de William.<br />
Rodearon el coche, y él abrió la puerta con tanta fuerza que rebotó y volvió a cerrarse. La abrió de nuevo y soltó a Kate<br />
para que entrara.<br />
—No pienso subir —repuso con tozudez mientras se cruzaba de brazos.<br />
—Sube al coche —susurró él. Acercó su rostro al de ella y una fría cólera brilló en sus ojos, cortando el aire entre los<br />
dos—. ¡Sube!<br />
Kate lo miró fijamente con los labios apretados, y lo que vio en su rostro la hizo enmudecer. Bajó la mirada y subió al<br />
coche sin rechistar.<br />
—¡Voy a partirte la cara!<br />
William reconoció la voz de Justin y la ignoró, rodeando de nuevo el vehículo.<br />
—Llévatela si quieres —continuó Justin con desprecio, y su voz mostró los claros efectos del alcohol en su mente—.<br />
Ella volverá conmigo. Le gusta lo que le doy —señaló de forma vil.<br />
William se giró con un destello depredador en los ojos. Incapaz de controlarse, sintió los colmillos arañando su lengua,<br />
y se lanzó contra Justin.<br />
Evan y Shane reaccionaron a tiempo. Se interpusieron en su camino, frenando en seco su arremetida.<br />
—¡No, William, no! —gritó Shane, apenas podían contenerlo—. Lo matarás.<br />
—Vete de aquí. Nosotros nos ocupamos de esos cretinos —intervino Evan, buscando su mirada para que desviara su<br />
atención hacia él. Cuando consiguió que lo mirara a los ojos, añadió—: Lleva a Kate a casa.<br />
William no dijo una sola palabra durante el trayecto a la casa de huéspedes. Contenía la respiración y mantenía la vista<br />
fija en la carretera. Su rostro parecía congelado con una expresión muy dura. Sediento y agotado, estaba al limite de su<br />
autocontrol.<br />
De repente pisó el freno, deteniendo el coche a solo unos metros de la casa.<br />
—Si yo no hubiera estado allí, ahora serías una mancha oscura sobre las rocas —dijo con brusquedad, y apretó el<br />
volante sin apartar la vista del camino—. ¿Se puede saber qué te pasa? —preguntó muy enfadado, demasiado asustado<br />
solo de pensar lo que podría haber ocurrido—. ¿Pones tu vida en peligro para contonearte delante de ese chico?<br />
—¿Qué insinúas? ¡Yo no me estaba contoneando delante de nadie! —replicó ofendida.<br />
—Deberías elegir mejor a tus amigos.<br />
—Debiste darme ese consejo el día que te conocí —le espetó, y se bajó del coche dando un portazo.<br />
William bajó tras ella.<br />
—Ese chico solo te causará problemas, tú te mereces a alguien mejor.