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Daniel negó con la cabeza y continuó con su lectura.<br />
Shane se fijó en William, no le había pasado inadvertido el sentimiento que había escondido en aquel comentario, ni el<br />
ataque de ansiedad que parecía estar sufriendo. Una idea tomó forma en su cabeza y todo tuvo sentido: la espantada en la<br />
cafetería justo después de que la chica entrara, su extraño comportamiento en los últimos días, los ratos en los que se<br />
quedaba ensimismado, unas veces triste, otras divertido por algún recuerdo que acudía a su mente; y la culpa que su rostro<br />
reflejaba con aquellos pensamientos.<br />
William no se molestó en contestar, estaba demasiado concentrado en disimul ar la agitación que se había apoderado de<br />
él al saber que ella estaba allí.<br />
—Jill, este es mi primo, Shane —dijo Evan, dirigiendo una mirada suplicante llena de significado al chico. El carácter<br />
de Shane era bastante seco y no destacaba por su amabilidad con los humanos.<br />
Shane se acercó y se inclinó hacia delante hasta que su rostro quedó a pocos centímetros del rostro de Jill.<br />
—Aún estás a tiempo de salir corriendo —le dijo con un brillo malicioso en los ojos.<br />
Jill dio un paso atrás.<br />
—¿Y por qué iba a hacer eso? —preguntó algo turbada, percibía un halo salvaje bajo la superficie del chico que la<br />
ponía nerviosa.<br />
—Los Solomon no tenemos buena fama, y la mía te aseguro que no me hace justicia.<br />
—¡Shane! —lo reconvino Rachel.<br />
Evan lo fulminó con la mirada. Pero Shane fingió no darse cuenta y mantuvo su actitud arrogante.<br />
—¿Y bien? —preguntó, entornando los ojos.<br />
—Me arriesgaré, no creo que tu idiotez sea contagiosa —señaló Jill, y alzó la barbilla de forma desafiante, a pesar de lo<br />
intimidada que se sentía por aquel chico pretencioso. La sonrisa que le dedicó Evan terminó de devolverle la seguridad en<br />
sí misma y arqueó las cejas con un gesto provocador.<br />
Shane frunció el ceño y entornó los ojos. Las comisuras de sus labios se curvaron poco a poco y una carcajada brotó de<br />
su garganta.<br />
—Creo que vas a encajar muy bien en esta familia —dijo sin dejar de reír, y dio media vuelta—. ¿Nos vamos? —<br />
preguntó a William mientras pasaba a su lado de camino a la puerta principal.<br />
—Nos vemos mañana —se despidió William, cada vez más nervioso. Le había costado un gran esfuerzo mantenerse<br />
alejado de Kate, pero no había contado con que fuera ella la que viniera hasta él.<br />
Alcanzó a Shane en la entrada y juntos salieron hacia el coche sin mediar palabra. Solo tardó un segundo en divisar su<br />
cuerpo de espaldas a él. Apoyada sobre el Lexus de Jill, el sol arrancaba reflejos cobrizos de su cabello y daba a su<br />
pálida piel un ligero tono sonrosado.<br />
Se quedó inmóvil, observándola mientras sus emociones se agitaban dentro de él como un remolino. Después de más de<br />
un mes evitándola, haciendo todo lo posible por no verla, esperaba que esa incomprensible atracción que sentía hacia ella<br />
se hubiera diluido, al menos un poco. Pero no era así, jamás en su larga vida se había sentido tan afectado como estaba en<br />
ese momento al volver a contemplarla.<br />
Shane se detuvo al comprobar que William no lo seguía, se giró y enmudeció al ver su expresión martirizada.<br />
Intercambiaron una mirada y pudo sentir el choque de pensamientos encontrados que tenía lugar en su cabeza. Las reservas<br />
que aún mantenía hacia él se vinieron abajo. Tuvo que reconocer que el vampiro le caía bien, y que era lo más parecido a<br />
un amigo que había tenido hasta ahora. Pensó que, quizá, su padre estaba en lo cierto y que no era una cuestión de<br />
naturaleza sino de corazón, que el mal no era algo innato sino una elección. Contempló su propio reflejo en los ojos de<br />
William y se dio cuenta de lo mucho que se parecían. Ninguno era realmente humano, los dos luchaban por mantener bajo<br />
control su lado oscuro, porque ambos temían convertirse en aquello que tanto odiaban y contra lo que combatían.<br />
William trató de ignorar la presencia de Kate mientras caminaba hacia el Porsche, pero estaba justo dentro de su campo<br />
de visión, y le fue imposible no ver cómo se giraba hacia ellos, alertada por el sonido de sus pasos. ¿Había sido su<br />
imaginación o ella acababa de tirarse al suelo?<br />
Se paró en seco, temiendo que le hubiera ocurrido algo, y contuvo el aliento aguzando sus sentidos. Pudo oír la<br />
respiración entrecortada de Kate y los latidos de su corazón desbocado. Olía la adrenalina que corría por su sangre.<br />
William tuvo la certeza de que él era el responsable, y se odió a sí mismo por hacerla sentir así. Se encaminó hacia ella<br />
sin hacer ruido, rodeó el vehículo y la encontró acurrucada sobre las rodillas, cubriéndose con las manos el rostro<br />
sonrojado.<br />
—Kate.<br />
Ella se sobresaltó al oír su voz, y enrojeció todavía más cuando lo vio allí, de pie, observándola. Se levantó con toda la<br />
dignidad que pudo, evitando mirarlo directamente a los ojos.<br />
—¿Estás bien? Por un momento temí que te hubieras desmayado —dijo él.<br />
Su voz sonó tan compungida que Kate no pudo evitar alzar la vista, encontrándose con sus ojos azules fijos sobre ella.<br />
—Estoy bien, no me ocurre nada —contestó nerviosa.<br />
—Entonces, ¿qué hacías en el suelo?<br />
—Se me ha caído una cosa, intentaba encontrarla —dijo con rapidez para que no se le atascaran las palabras. Algo que<br />
siempre le ocurría cuando trataba de mentir.<br />
—Puedo ayudarte si me dices qué buscas.