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parpadeó un par de veces para de liberarse del mareo que oscurecía su mente.<br />
El vampiro se percató de su debilidad y aprovechó aquel segundo para sacar una daga que llevaba oculta a la espalda.<br />
La alzó despacio, dispuesto a asestarle una cuchillada en la zona vulnerable que tenía en el cuello, lo justo para conseguir<br />
que lo soltara pero sin herirlo mortalmente.<br />
Un gruñido surgió de la oscuridad y el vampiro solo tuvo tiempo de ver el parpadeo de unos ojos amarillos y el destello<br />
de unos dientes afilados cerrándose sobre su mano. El enorme lobo blanco aterrizó a unos pocos pasos de los dos<br />
vampiros, y de su boca colgaba la daga. El renegado lanzó un alarido desgarrador mientras se sujetaba la mano destrozada,<br />
haciendo presión con la otra. Un segundo después las heridas habían desaparecido, a tal velocidad que William parpadeó<br />
sin dar crédito. Nunca había visto una regeneración tan rápida. Se obligó a concentrarse y, con el ceño fruncido, acercó su<br />
rostro al de él.<br />
—Dejaré que te arranque la mano si no me dices todo lo que quiero saber, y eso no sana tan fácilmente —dijo<br />
recuperando las fuerzas.<br />
—¿De qué me servirán las manos cuando esté muerto? Vas a matarme aunque te diga lo que quieres saber. Yo lo haría.<br />
—aseguró. Su sonrisa se volvió engreída.<br />
Shane curvó los labios dejando a la vista una hilera de dientes afilados manchados de sangre.<br />
—Yo no, me has cogido en un buen día —replicó William, tratando de no aflojar la presión que ejercía sobre el cuello<br />
del vampiro—. En realidad, estoy pensando en algo más doloroso.<br />
—¿Vas a torturarme? —preguntó en tono burlón—. Puedes arrancarme las dos manos si quieres, o las piernas si eso te<br />
hace feliz; no te diré nada —dijo mientras agitaba el brazo frente al rostro de William. La manga de la camisa se le subió<br />
hasta el codo, dejando al descubierto un extraño tatuaje.<br />
—Puedo hacerte cosas peores que arrancarte los miembros. ¿No te da miedo sufrir? —preguntó de forma fría y<br />
controlada, sin poder apartar los ojos de aquel extraño dibujo. Parecían dos alas negras que se movían con vida propia.<br />
El vampiro también miró las alas y su expresión se transformó en una máscara sombría. Su actitud cambió mientras las<br />
contemplaba.<br />
—Sí, pero temo mucho más lo que él podría hacerme —dijo para sí mismo. Rió con un sonido amargo en la voz y clavó<br />
sus ojos en William.<br />
—¿Él? —preguntó William, perplejo. Inconscientemente se había convencido de que el cerebro de aquella trama era<br />
Amelia. La única con una mente tan enferma como para llevar a cabo aquel plan suicida sin posibilidades de éxito.<br />
—La persona por la que estoy aquí —respondió. Relajó el cuerpo y se apoyó contra la roca. Le dio a William un<br />
manotazo en el brazo para que lo soltara, y este aceptó la sugerencia, pero sin bajar la guardia—. ¿Quieres respuestas?<br />
Bien, voy a darte algunas. Sí, soy inmune al sol, y no, no es por el suero, el suero es una quimera. Soy como tú, otro bicho<br />
raro —dijo con desdén, usando las mismas palabras que William unos instantes antes.<br />
—¿Por qué somos diferentes a los demás?<br />
—Eso deberás averiguarlo por ti mismo, merece la pena, te lo aseguro. Y a mí no me creerías.<br />
—¿Quién es él y qué quiere?<br />
—¡Tu sangre, por supuesto! La necesita para romper la maldición, esa parte es real.<br />
—Acabas de decir que el suero es una fantasía.<br />
—Y lo es, pero hay otros caminos que no tienen nada que ver con el científico —respondió, y antes de que William<br />
pudiera abrir la boca prosiguió—. La persona que está detrás de esto es el mismísimo diablo. No tienes ni idea de qué es<br />
capaz. Ni de los medios que posee para conseguir todo lo que desea. Ahora quiere tu sangre y, créeme, la tendrá.<br />
Conseguirá que los vampiros caminen bajo el sol, y entonces este mundo dejará de existir tal y como se lo conoce, para<br />
convertirse en el edén de los proscritos. —Sus ojos ardían de pura furia.<br />
William tragó el nudo que atenazaba su garganta y entornó los ojos.<br />
—¿Tratas de impresionarme? Pierdes el tiempo. Verteré cada gota de mi sangre en el océano, antes de permitir que un<br />
renegado la toque.<br />
—¿Y si esa gota de sangre sirviera para salvarle la vida a tu humana? Él sabe de su existencia, yo mismo le he hablado<br />
de ella: pelo largo y castaño, ojos verdes, guapa… y huele bien.<br />
William sintió que su pecho se desgarraba, como si él mismo hubiera dibujado una diana sobre Kate.<br />
—Esa mortal no significa nada para mí, y si tu amo le causa algún daño, solo me estará dando un motivo más para<br />
reducirlo a cenizas.<br />
—Casi me convences —dijo el vampiro en un tono bajo y hosco.<br />
—Y si somos iguales, ¿por qué no usa tu sangre?<br />
—Porque necesita la de ambos y yo le daré la mía encantado —dijo entre dientes, y ni aun así pudo disimular lo mucho<br />
que le costaba pronunciar esas palabras.<br />
—¿Quién está detrás de todo esto?<br />
El vampiro se encogió de hombros y esbozó una leve sonrisa.<br />
—Dime su nombre —insistió William con un brillo asesino en sus ojos azules.<br />
—No, y voy darte un consejo: ofrécete a él, no tienes elección, o pondrás en peligro a todos los que amas.<br />
La violencia que William se esforzaba en contener se desbordó y, con un rápido giro de su brazo, volvió a atrapar el<br />
cuello del vampiro. Le dio una fuerte sacudida.