Daniel GolemanInteligencia EmocionalImaginemos, por otra parte, los efectos beneficiosos del dominio de las habilidades emocionalesfundamentales (ser capaces de sintonizar con los sentimientos de las personas que nos rodean, podermanejar los desacuerdos antes de que se conviertan en abismos insalvables, tener la capacidad de entraren el estado de «flujo» mientras trabajamos, etcétera). El liderazgo no tiene que ver con el control de losdemás sino con el arte de persuadirles para colaborar en la construcción de un objetivo común. Y, en lo querespecta a nuestro propio mundo interior, nada hay más esencial que poder reconocer nuestrossentimientos más profundos y saber lo que tenemos que hacer para estar más satisfechos con nuestrotrabajo.Existen otras razones menos evidentes que reflejan los importantes cambios que están aconteciendoen el mundo empresarial y que contribuyen a situar las aptitudes emocionales en un lugar preponderante.Permítanme ahora destacar tres facetas diferentes de la inteligencia emocional: la capacidad de expresarlas quejas en forma de críticas positivas, la creación de un clima que valore la diversidad y no la conviertaen una fuente de fricción y el hecho de saber establecer redes eficaces.LA CRITICA ES NUESTRO PRIMER QUEHACERÉl era un maduro ingeniero que dirigía un proyecto de desarrollo de software y que estabapresentando al vicepresidente de desarrollo de producto de la compañía el resultado de meses de trabajologrado por su equipo. Con él se hallaban el hombre y la mujer con los que había trabajado codo con cododurante tantas semanas, orgullosos de presentar al fin el fruto de su labor.Pero cuando el ingeniero hubo terminado su presentación, el vicepresidente le espetó irónicamente:«¿Cuánto tiempo hace que han terminado la carrera? Sus especificaciones son ridículas. Ni siquiera vale lapena echarles un vistazo».Después de eso, el ingeniero, completamente abatido, permaneció sentado y en silencio el resto dela reunión. Sus dos acompañantes hicieron entonces un alegato —ciertamente algo hostil— sin orden niconcierto en defensa de su proyecto. Finalmente, el vicepresidente recibió una llamada telefónica que pusofin bruscamente a la reunión, dejando un poso de amargura e ira.Durante las dos semanas siguientes el ingeniero estuvo obsesionado por los comentarios delvicepresidente. Desalentado y deprimido, estaba convencido de que nunca más se le asignaría ningúnproyecto de importancia y, aunque estaba contento con su trabajo, llegó a pensar incluso en abandonar lacompañía.Finalmente fue a visitar al vicepresidente y le habló de la reunión, de sus críticas y de su desánimo.Fue entonces cuando le preguntó: «Estoy algo confundido con lo que usted trataba de hacer. Nocomprendo cuáles eran sus intenciones. ¿Le importaría decirme qué era lo que pretendía?»El vicepresidente se quedó perplejo, pues no tenía la menor idea de que sus observaciones hubierantenido un efecto tan devastador. De hecho, en modo alguno había desestimado el proyecto sino que, por elcontrario, opinaba que era prometedor, pero que todavía debía seguir perfeccionándose. Y lo que menoshabía pretendido era herir los sentimientos de nadie. Luego, tardíamente, pidió perdón por lo ocurrido.Éste, en realidad, es un problema de feedback, un problema de dar la información exacta necesariapara que la otra persona siga por un determinado camino. El feedback, en su sentido original en la teoría desistemas, implica el intercambio de datos sobre cómo está funcionando una parte de un sistema, con lacomprensión de que todas las partes están interrelacionadas, de modo que la transformación de una partepuede terminar afectando a la totalidad. En una empresa, todo el mundo forma parte del sistema, y elfeedback es el alma de la organización, el intercambio de información que permite que la gente sepa si estáhaciendo bien su trabajo o si, por el contrario, debe mejorarlo, efectuar algunos cambios o reorientarlo porcompleto. Sin feedback la gente permanece en la oscuridad y no tiene la menor idea de la forma en quedebe relacionarse con su jefe o con sus compañeros, lo que se espera de ellos y qué problemasempeorarán a medida que pase el tiempo.En cierto sentido, la crítica es una de las funciones más importantes de un jefe aunque es tambiénuna de las más temidas y soslayadas. Como ocurría con el sarcástico vicepresidente del ejemplo con el quecomenzábamos esta sección, los jefes no suelen ser especialmente diestros en el arte crucial del feedback.Y esta deficiencia tiene un coste realmente extraordinario porque, del mismo modo que la salud emocionalde una pareja depende de la forma en que expresen sus quejas, la eficacia, la satisfacción y laproductividad de la empresa dependen también de la forma en que se hable de los problemas que sepresenten. En realidad, la forma en que se expresan y se reciben las críticas constituye un elementodeterminante en la satisfacción del trabajador con su cometido, con sus compañeros y con sus superiores.98
Daniel GolemanInteligencia EmocionalLa peor forma de motivar a alguienLas vicisitudes emocionales que operan en el seno del matrimonio también lo hacen en el mundolaboral, donde asumen formas similares. En ambos casos, las críticas suelen expresarse en forma dequejas personales más que como quejas sobre las que se puede actuar, en forma de acusacionespersonales cargadas de disgusto, sarcasmo y desprecio y, en consecuencia, también dan lugar areacciones de defensa, de declinación de la responsabilidad y finalmente al pasotismo o a la amargaresistencia pasiva que provoca el hecho de sentirse maltratado. De hecho, como nos dijo un ejecutivo, unade las formas más comunes de crítica destructiva consiste en una afirmación generalizada y universal —como, por ejemplo: «¡tú lo confundes todo!», expresada en un tono duro, sarcástico y enojado— que nopropone una forma mejor de hacer las cosas ni tampoco deja abierta la menor posibilidad de respuesta.Este tipo de afirmación, en suma, despierta los sentimientos de impotencia y de enojo. Desde el punto devista de la inteligencia emocional, estas críticas manifiestan una flagrante ignorancia de los sentimientosque puede llegar a tener un efecto devastador en la motivación, la energía y la confianza de quien lasrecibe.Esta dinámica destructiva quedó clara en una investigación en la que se pidió a una serie deejecutivos que recordaran algún momento en el que una amonestación a sus subordinados hubieraterminado convirtiéndose en un ataque personal. El hecho es que estos ataques tienen efectos muysimilares a los que ocurren en el seno del matrimonio puesto que, la mayor parte de las veces, losempleados que los recibieron reaccionaron poniéndose a la defensiva, disculpándose, eludiendo laresponsabilidad o cerrándose completamente en banda (que no es sino una forma de tratar de evitar todocontacto con la persona que le está regañando). No cabe la menor duda de que, si se les hubiera sometidoal mismo tipo de microscopio emocional que John Gottman utilizó con las parejas casadas, se habríandescubierto en aquellos atribulados empleados los mismos pensamientos de víctima inocente o de justaindignación propios de los maridos o esposas que se sentían injustamente atacados y lo mismo habríaocurrido si se hubieran medido sus reacciones fisiológicas. Y esta respuesta pone en marcha un ciclo que,en el mundo empresarial, suele abocar al equivalente laboral del divorcio: la renuncia al trabajo o eldespido.En un estudio realizado sobre 108 jefes y trabajadores de cuello blanco, las críticas inadecuadasestaban por delante de la desconfianza, los problemas personales y las luchas por el poder y el salariocomo uno de los principales motivos de conflicto en el mundo laboral.Un experimento llevado a cabo en el Rensselaer Polytechnic Institute demostró claramente el efectopernicioso de la crítica mordaz sobre las relaciones laborales. El experimento consistía en elaborar unanuncio para un nuevo champú, una tarea que fue encomendada a un grupo de voluntarios. Otro voluntario(confabulado con los experimentadores) era el encargado de valorar —mediante dos tipos de críticaspredeterminadas— los anuncios que se proponían. Una de las críticas era considerada y concreta, pero laotra incluía acusaciones sobre supuestas deficiencias innatas de la persona (con comentarios tales como«no merece la pena que vuelvas a intentarlo. No puedes hacer nada bien» o «tal vez sea falta de talento.Se lo pediré a otro»).Comprensiblemente, quienes se sentían atacados se ponían a la defensiva, se enojaban y rehusabancolaborar en futuros proyectos con la persona que les había criticado. Muchos dijeron que no volverían arelacionarse con ella; en otras palabras, se cerraron completamente a ellos. Este tipo de crítica resultabatan desalentador que, quienes la recibían, abandonaban toda nueva tentativa y —tal vez lo másperjudicial— afirmaban sentirse incapaces de hacer las cosas bien. El ataque personal, en suma, tiene unefecto devastador sobre el estado de ánimo.La mayor parte de los ejecutivos son muy proclives a la crítica y muy comedidos, en cambio, con lasalabanzas, dejando así que sus subordinados sólo reciban un feedback cuando han cometido un error. Estoes lo que suele ocurrir en el caso de los ejecutivos que permanecen sin dar ningún tipo de feedback durantelargos períodos de tiempo. «Casi todos los problemas de rendimiento de los trabajadores no aparecensúbitamente sino que van desarrollándose a lo largo del tiempo», señala J.R. Larson, un psicólogo de laUniversidad de Illinois (Urbana), quien luego prosigue diciendo: «si un jefe no expresa prontamente sussentimientos, su frustración irá lentamente en aumento hasta que, el día más inesperado, estalle de golpe.Si, por el contrario, manifiesta sus críticas, el empleado tendrá, al menos, la posibilidad de corregir elproblema. Con demasiada frecuencia, la gente sólo expresa sus críticas cuando las cosas han llegado ya aun punto extremo; en otras palabras, cuando están demasiado enfadados como para poder controlar lo quedicen. Y lo que ocurre entonces es que las críticas se vierten del peor modo posible, con un tono de amargosarcasmo, sacando a la luz la larga lista de agravios que han ido acumulando, agrediendo con ella a susempleados. Pero este tipo de ataques no hace más que desencadenar una guerra, porque quien los recibese siente agredido y termina enojándose. Esta es, en resumen, la peor forma de motivar a alguien».99