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Daniel GolemanInteligencia Emocional12. EL CRISOL FAMILIARFue una pequeña tragedia familiar. Carl y Ann estaban enseñando a su hija Leslie, de cinco años deedad, a jugar a un nuevo videojuego. Pero, cuando Leslie comenzó a jugar, las ansiosas órdenes de suspadres eran tan contradictorias que más que tratar de «ayudarla» parecían tentativas de dificultar suaprendizaje.—¡A la derecha, a la derecha! ¡Alto! ¡Alto! —gritaba Ann, cada vez más fuerte y ansiosamente.—¡Fíjate bien! ¿Ves cómo no estás alineada?... ¡Muévete hacia la izquierda! —ordenababruscamente su padre Carl.Mientras tanto Leslie, mordiéndose los labios, permanecía con los ojos completamente fijos en lapantalla, tratando de seguir sus indicaciones.Entre tanto Ann, con una mirada de franca frustración, seguía exclamando:—¡Alto! ¡Alto!Entonces Leslie, incapaz de complacer a ambos a la vez, contrajo la mandíbula y empezó a sollozar.Sus padres, ignorando las lágrimas de Leslie, comenzaron a discutir:—¿Pero no te das cuenta de que apenas mueve la raqueta? —gritaba Ann, exasperada.Las lágrimas rodaban por las mejillas de Leslie, pero ni Carl ni Ann parecieron darse cuenta de lo queestaba ocurriendo. Pero cuando Leslie se enjugó los ojos, su padre le espetó:—¿Por qué quitas la mano del mando? ¿No ves que si lo haces no podrás reaccionar? ¡Ponla denuevo en su sitio!—Muy bien. ¡Ahora muévela sólo un poquito! —seguía gritando mientras tanto Ann.Pero Leslie ya estaba sollozando otra vez, a solas con su angustia.En momentos así los niños aprenden lecciones muy profundas. Una de las conclusiones que Lesliedebió de extraer de aquella dolorosa experiencia fue que sus padres no tenían en cuenta sus sentimientos.Este tipo de situaciones, reiteradas continuamente durante toda la infancia, constituye un verdaderoaprendizaje emocional cuyas lecciones pueden llegar a determinar el curso de toda una vida. La vidafamiliar es la primera escuela de aprendizaje emocional; es el crisol doméstico en el que aprendemos asentimos a nosotros mismos y en donde aprendemos la forma en que los demás reaccionan ante nuestrossentimientos; ahí es también donde aprendemos a pensar en nuestros sentimientos, en nuestrasposibilidades de respuesta y en la forma de interpretar y expresar nuestras esperanzas y nuestros temores.Este aprendizaje emocional no sólo opera a través de lo que los padres dicen y hacen directamente asus hijos, sino que también se manifiesta en los modelos que les ofrecen para manejar sus propiossentimientos y en todo lo que ocurre entre marido y mujer. En este sentido, hay padres que son auténticosmaestros mientras que otros, por el contrario, son verdaderos desastres.Hay cientos de estudios que demuestran que la forma en que los padres tratan a sus hijos —ya seala disciplina más estricta, la comprensión más empática, la indiferencia, la cordialidad, etcétera— tieneconsecuencias muy profundas y duraderas sobre la vida emocional del niño, pero, a pesar de ello, sólohace muy poco tiempo que disponemos de pruebas experimentales incuestionables de que el hecho detener padres emocionalmente inteligentes supone una enorme ventaja para el niño. Además de esto, laforma en que una pareja maneja sus propios sentimientos constituye también una verdadera enseñanza,porque los niños son muy permeables y captan perfectamente hasta los más sutiles intercambiosemocionales entre los miembros de la familia. Cuando el equipo de investigadores dirigidos por CaroleHooven y John Gottman, de la Universidad de Washington, llevó a cabo un microanálisis de la forma en quelos padres manejan las interacciones con sus hijos, descubrieron que las parejas emocionalmente másmaduras eran también las más competentes para ayudarles a hacer frente a sus altibajos emocionalesEn esa investigación se visitaba a las familias cuando uno de sus hijos tenía cinco años de edad ycuando éste alcanzaba los nueve años. Además de observar la forma en que los padres hablaban entre sí,el equipo de investigadores también se dedicó a investigar la forma en que las familias que participaron enel estudio (entre las cuales se hallaba la familia de Leslie) enseñaban a sus hijos a jugar a un nuevovideojuego, una interacción aparentemente inocua pero sumamente reveladora del trasiego emocional entrepadres e hijos.121

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