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Daniel GolemanInteligencia Emocionalconclusión corroborada por abundante documentación científica. Por ejemplo, existen cientos de estudiosque han puesto de manifiesto que las mujeres suelen ser más empáticas que los hombres, al menos en loque se refiere a su capacidad para captar los sentimientos que se reflejan en el rostro, el tono de voz y Otrotipo de mensajes no verbales. De modo parecido, también resulta bastante más fácil descifrar lossentimientos en el rostro de una mujer que en el de un hombre. Aunque, en realidad, no existe, de entrada,ninguna diferencia manifiesta en la expresividad facial de las niñas y la de los niños, a lo largo de sudesarrollo en la escuela primaria los chicos se van volviendo menos expresivos, todo lo contrario de lo queocurre en el caso de las chicas, lo cual, a su vez, puede reflejar otra diferencia clave entre ambos géneros,es decir, que las mujeres suelen ser capaces de experimentar con mayor intensidad y variabilidad que loshombres un amplio espectro de emociones. Por ello, en términos generales, cabe afirmar que las mujeresson más «emocionales» que los hombres. Todo esto supone que las mujeres tienden a llegar al matrimoniocon un mayor dominio de sus emociones, mientras que los hombres lo hacen con una escasa comprensiónde lo que esto significa para la estabilidad de la relación. De hecho, un estudio efectuado sobre 264 parejasha revelado que, para las mujeres, el principal motivo de satisfacción de una relación viene dado por lasensación de que existe una «buena comunicación» en la pareja. Ted Huston, psicólogo de la Universidadde Texas que se ha dedicado a estudiar en profundidad las relaciones de pareja, observa que: «desde elpunto de vista de la esposa, la intimidad conlleva, entre otras muchas cosas, la capacidad de abordarcuestiones muy diferentes y, en especial, de hablar sobre la relación misma. La inmensa mayoría de loshombres, por el contrario, no aciertan a comprender esta demanda y suelen responder diciendo algo asícomo: “yo quiero hacer cosas con mi mujer pero ella sólo quiere hablar”». Huston descubrió asimismo que,durante el noviazgo, los hombres se hallan más predispuestos a entablar este tipo de diálogo capaz decolmar el deseo de intimidad de su futura esposa pero que, pasado este periodo, los hombres —especialmente en las parejas más tradicionales— van invirtiendo cada vez menos tiempo en conversar consus esposas y satisfacen su necesidad de intimidad dedicándose a actividades tales como cuidar juntos deljardín en lugar de tener una buena conversación sobre cualquier tema.Esta lenta escalada del silencio masculino puede originarse, en parte, en el hecho de que, segúnparece, los hombres suelen ser muy optimistas sobre la situación real de su matrimonio mientras que lasmujeres son más sensibles a los aspectos problemáticos de la relación. Un estudio realizado sobre elmatrimonio pone en evidencia que los hombres muestran un punto de vista más ingenuo que sus esposasen todo lo concerniente a la relación (hacer el amor, estado de las finanzas, vínculos familiares,comprensión mutua o importancia de los defectos personales). Las esposas, por su parte, suelen mostrarsemás exigentes a la hora de plantear sus demandas, especialmente en los matrimonios infelices. Si alcándido punto de vista de los maridos sobre el matrimonio sumamos su poca predisposición a afrontar losconflictos emocionales, nos haremos una idea más precisa del motivo de las frecuentes quejas de lasmujeres sobre la evasiva actitud de sus maridos para hacer frente a los problemas que aquejan a cualquierrelación. (Estamos hablando, claro está, de la generalización de una diferencia que no es aplicable a todoslos casos particulares. Un amigo psiquiatra, por ejemplo, se lamentaba de que, en su matrimonio, él fuera elúnico en sacar a relucir este tipo de cuestiones y de que su esposa se mostrara sumamente remisa a hacerfrente a los problemas emocionales.)No cabe duda de que la torpeza de los hombres para percatarse de los problemas de la relación sedebe a su relativa falta de capacidad para descifrar el contenido emocional de las expresiones faciales. Lasmujeres suelen ser mucho más sensibles que los hombres para captar un gesto de tristeza. Es por esto porlo que las mujeres suelen verse obligadas a aparentar una desolación absoluta para que un hombre puedallegar a darse cuenta de cuáles son sus verdaderos sentimientos y darle luego también el tiempo suficientepara que se plantee cuál puede ser la causa de su malestar.Consideremos ahora las implicaciones de esta brecha emocional entre géneros en el modo en quelos miembros de la pareja abordan las exigencias y discrepancias que inevitablemente comporta todarelación íntima. De hecho, las cuestiones puntuales como la frecuencia de las relaciones sexuales, laeducación de los hijos, el ahorro y las deudas que el matrimonio puede afrontar, no suelen ser el motivoprincipal de cohesión o de separación de la pareja. El factor determinante, por el contrario, suele centrarseen el modo en que la pareja aborda las cuestiones más o menos candentes. Y, por así decirlo, llegar a unacuerdo sobre como estar en desacuerdo suele ser la clave para la supervivencia del matrimonio.Para sortear los escollos de las emociones tortuosas, las mujeres y los hombres deben tratar de irmás allá de las diferencias genéricas innatas porque, en caso de no lograrlo, la relación se verá abocada alnaufragio. Como veremos a continuación, el riesgo de zozobrar ante estos escollos aumentaconsiderablemente en el caso de que uno o ambos cónyuges presenten carencias manifiestas en eldesarrollo de la inteligencia emocional.87

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