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Daniel GolemanInteligencia EmocionalLas raices del prejuicioEl doctor Vamik Volkan es un psiquiatra de la Universidad de Virginia que todavía recuerda suinfancia en el seno de una familia turca de la isla de Chipre, amargamente dividida entre dos comunidades,la griega y la turca. Cuando era niño. el doctor Volkan oyó rumores de que cada uno de los nudos delcinturón del sacerdote griego de la localidad representaba a niños turcos que había estrangulado con suspropias manos y todavía recuerda el tono de consternación con el que le contaron la forma en que susvecinos griegos comían cerdo, una carne considerada impura por la cultura turca. Hoy en día, comoestudioso de los conflictos étnicos, Volkan ilustra con sus recuerdos infantiles la forma en que los odios ylos prejuicios intergrupales se perpetúan de generación en generación. En ocasiones, especialmente enaquellos casos en los que exista una larga historia de enemistad, la fidelidad al propio grupo exige el preciopsicológico de la hostilidad hacía otro grupo.El aprendizaje del componente emocional de los prejuicios tiene lugar a una edad tan temprana quehasta quienes comprenden que se trata de un error tienen dificultades para erradicarlo por completo. Segúnafirma Thomas Pettigrew, un psicólogo social de la Universidad de California en Santa Cruz que se hadedicado durante varias décadas al estudio de los prejuicios: «las emociones propias de los prejuicios seconsolidan durante la infancia mientras que las creencias que los justifican se aprenden muyposteriormente. Si usted quiere abandonar sus prejuicios advertirá que le resulta mucho más fácil cambiarsus creencias intelectuales al respecto que transformar sus sentimientos más profundos. No son pocos lossureños que me han confesado que, aunque sus mentes ya no sigan alimentando el odio en contra de losnegros, no por ello dejan de experimentar una cierta repugnancia cuando estrechan sus manos. Lossentimientos son un residuo del aprendizaje al que fueron sometidos siendo niños en el seno de susfamilias».El poder de los estereotipos sobre los que se asientan los prejuicios procede de la misma dinámicamental que los convierte en una especie de profecía autocumplida. En este sentido, las personas recuerdanmás fácilmente los ejemplos que confirman un estereotipo que aquéllos otros que tienden a refutarlo. Poresto cuando en una fiesta, por ejemplo, nos presentan a un inglés abierto y cordial —un hecho quedesmiente el estereotipo del británico frío y reservado— la gente suele decirse a sí misma que es unaexcepción o que «ha estado bebiendo».La persistencia de los prejuicios sutiles puede explicar el hecho por el cual, aunque durante losúltimos cuarenta años la actitud de los norteamericanos blancos hacia los negros haya sido cada vez mástolerante y las personas repudien cada vez mas abiertamente las actitudes racistas, todavía siguensubsistiendo formas encubiertas y sutiles de prejuicio. Cuando a este tipo de personas se les pregunta porel motivo de su conducta afirman no tener prejuicios, pero lo cierto es que, digan lo que digan, ensituaciones ambiguas siguen comportándose de un modo racista.Éste es el caso, por ejemplo, del jefe que cree no tener prejuicios pero que se niega a contratar a untrabajador negro —no por motivos racistas, en su opinión, sino porque su educación y su experiencia «noson idóneas para el trabajo»—, pero que no tiene los mismos remilgos a la hora de contratar a un blancoque posea la misma formación. O también puede asumir la forma de colaborar con un vendedor blanco ynegarse a hacer lo mismo con un vendedor de origen negro o hispano.Ninguna tolerancia hacia la intoleranciaPero, si bien los prejuicios largamente sostenidos no pueden ser desarraigados con facilidad, sí quees posible, no obstante, hacer algo distinto con ellos. En el caso de Denny’s, por ejemplo, hubiera tenidoque amonestarse a las camareras o a los directores de sección que se dedicaban a discriminar a losnegros. Pero, en lugar de eso, algunos jefes parecen haberles alentado, al menos tácitamente, a ejercer ladiscriminación (porque algunas de las políticas seguidas por la empresa —como exigir que los clientesnegros pagaran por anticipado o negarse a enviar felicitaciones de cumpleaños a sus clientes negros, porejemplo— eran abiertamente racistas). Como dijo John P. Relman, el abogado que presentó la demandacontra Denny’s en nombre de los agentes negros del servicio secreto: «el equipo directivo de Denny’s noquiso darse cuenta de lo que el personal estaba haciendo. Debe haber habido algún mensaje que permitióa los directores de sección actuar siguiendo sus impulsos racistas». Pero todo lo que sabemos sobre lasraíces de los prejuicios y sobre la forma de eliminarlos sugiere que es precisamente esta actitud —la dehacer oídos sordos— la que consiente la discriminación. En este contexto, no hacer nada significa dejar queel virus del prejuicio se propague sin ofrecer resistencia alguna. Más fundamental todavía que los cursos deentrenamiento en la diversidad —o tal vez esencial para que éstos logren su objetivo— es la posibilidad decambiar de manera decisiva las normas de funcionamiento de un grupo asumiendo, desde la cúspide delorganigrama hacia abajo, una postura activa en contra de cualquier forma de discriminación. Tal vez, deeste modo, los prejuicios no puedan erradicarse, pero lo que sí que puede eliminarse son los actos de102

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