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Daniel GolemanInteligencia Emocionalpapel de la inteligencia emocional como una metahabilidad que determina la forma —adecuada oinadecuada— en que las personas son capaces de utilizar el resto de sus capacidades mentales.ESTADOS DE ÁNIMO NEGATIVOS, PENSAMIENTOS NEGATIVOS«Estoy preocupada por mi hijo. Acaba de ingresar en el equipo de fútbol de la universidad y sé quepuede lesionarse en cualquier momento. Me pone tan nerviosa verle en el campo que no quiero asistir aninguno de sus partidos. Estoy segura de que esto le resulta decepcionante, pero la verdad es quesimplemente no puedo soportarlo.»Quien así habla es una mujer que está en terapia a causa de su ansiedad. Ella comprendeperfectamente que su preocupación no le permite vivir como le gustaría pero cuando llega el momento detomar una decisión tan sencilla como ir o no a ver el partido que jugará su hijo, su mente se ve asediada porterribles pensamientos. En tales condiciones no es libre de elegir porque sus preocupaciones desbordan surazón.Como ya hemos visto, la preocupación es la esencia de los efectos perniciosos de la ansiedad sobretodo tipo de actividad mental. La preocupación es, en cierto modo, una respuesta útil aunquedesencaminada, una especie de ensayo mental ante la previsión de una amenaza Pero este ensayo mentalse convierte en un auténtico desastre cognitivo cuando nuestra mente se queda atrapada en una rutinaobsoleta que captura nuestra atención e impide todo intento de focalizarla en cualquier otro sitio.La ansiedad entorpece de tal modo el funcionamiento del intelecto que constituye un predictor casiseguro del fracaso en el entrenamiento o el desempeño de una tarea compleja, intelectualmente exigente ytensa como la que llevan a cabo, por ejemplo, los controladores de vuelo. Como ha demostrado un estudiorealizado sobre 1.790 estudiantes de control del tráfico aéreo, es muy probable que los ansiosos terminenfracasando aunque sus puntuaciones en los tests de inteligencia sean francamente elevadas. De hecho, laansiedad también sabotea todo tipo de rendimiento académico. Ciento veintiséis estudios diferentes queimplicaban a más de 36.000 personas han puesto de relieve que cuanto más proclive a preocuparse es lapersona, más pobre resulta su rendimiento académico (sin importar que el tipo de medición utilizada fuerala clasificación por tests, la puntuación media o los tests de rendimiento).Cuando a las personas que tienden a preocuparse se les pide que lleven a cabo una tarea cognitivacomo, por ejemplo, clasificar objetos ambiguos en una o dos categorías, y que describan lo que pasa por sumente mientras lo están haciendo, suelen mencionar la presencia de pensamientos negativos —como «noseré capaz de hacerlo», «yo no soy bueno en este tipo de pruebas», etcétera— que obstaculizandirectamente el proceso de toma de decisiones.De hecho, cuando a un grupo de control de sujetos normalmente despreocupados se les pidió que sepreocupasen durante quince minutos, su rendimiento disminuyó considerablemente. Y cuando, por elcontrario, a quienes suelen preocuparse se les ofreció una sesión de relajación —que reduce el nivel depreocupación— de quince minutos antes de emprender la tarea, llegaron a desempeñarla sin ningún tipo deproblemas. Richard Alpert, que fue quien primero estudió científicamente la ansiedad en la década de lossesenta, me confesó que el motivo que despertó su interés en este tema radicaba en las malas pasadasque le hicieron los nervios en los exámenes de su etapa de estudiante, algo que a su compañero RalphHaber, por el contrario, parecía estimularle. Esa investigación, entre otras muchas, ha demostrado queexisten dos tipos de estudiantes ansiosos: aquellos a quienes la ansiedad menoscaba su rendimientoacadémico y aquéllos otros que son capaces de trabajar bien a pesar de la tensión o. tal vez, gracias a ella.La paradoja es que la misma excitación e interés por hacerlo bien que motiva a los estudiantes como Habera prepararse y estudiar para la ocasión, puede sabotear, en cambio, los esfuerzos de otros. En laspersonas que, como Alpert, muy ansiosas, la excitación previa al examen interfiere con el pensamiento y elrecuerdo claro necesarios para estudiar eficazmente, enturbiando también durante el examen la claridadmental requerida para el buen rendimiento.La magnitud de las preocupaciones que tiene la gente mientras está haciendo un examen esproporcional a la pobreza de su ejecución, porque los recursos mentales invertidos en una determinadatarea cognitiva —la preocupación— reducen los recursos disponibles para procesar otro tipo deinformación. En este sentido, si estamos preocupados por suspender el examen dispondremos de muchamenos atención para elaborar una respuesta adecuada. Es así como nuestras preocupaciones terminanconvirtiéndose en profecías autocumplidas que conducen al fracaso.En cambio, quienes controlan sus emociones pueden utilizar esa ansiedad anticipatoria —porejemplo, sobre un examen o una charla próxima— para motivarse a si mismos, prepararse adecuadamentey, en consecuencia, hacerlo bien. Según afirma la psicología, la representación gráfica de la relaciónexistente entre la ansiedad y el rendimiento —incluido el rendimiento mental— constituye una especie de U57

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