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Daniel GolemanInteligencia Emocional«TE ODIAMOS»: EL MOMENTO CRITICOUno de los momentos en los que la ineptitud social resulta más dolorosa y explícita es cuando el niñotrata de acercarse a un grupo de niños para jugar. Y se trata de un momento especialmente crítico porqueentonces es cuando se hace patente públicamente el hecho de ser querido o de no serlo, de ser aceptado ono. Es por este motivo por lo que los estudiosos del desarrollo infantil se han ocupado de investigar estosmomentos cruciales y han llegado a la conclusión de que existe un marcado contraste entre las estrategiasde aproximación utilizadas por los niños populares y las que usan quienes podríamos llamar proscritossociales. Los descubrimientos realizados en este sentido destacan la importancia extraordinaria de lashabilidades sociales para registrar, interpretar y responder a los datos emocional e interpersonalmenterelevantes. Es conmovedor ver a un niño dar vueltas en torno a un grupo de niños que están jugando ydescubrir que no se lo permiten. Como demostró un estudio realizado con niños de segundo y tercer grado,el 26% de las veces, hasta los niños más populares y queridos son rechazados cuando tratan deaproximarse a jugar con otros niños.Los niños pequeños son cruelmente sinceros en los juicios emocionales implícitos en tales rechazos.Veamos, por ejemplo, el siguiente diálogo que tuvo lugar en una guardería entre niños de cuatro años deedad.’Linda queda jugar con Barbara, Nancy y Bill que estaban jugando con animales de juguete y bloquesde construcción. Durante un minuto estuvo observando lo que ocurría y luego se aproximó a Barbara ycomenzó a jugar con los animales.Barbara entonces se dirigió a ella diciéndole.—¡No puedes jugar!—¡Sí que puedo! —replicó Linda— ¡Yo también puedo jugar!—¡No, no puedes! —respondió Barbara, con brusquedad— ¡Hoy no te queremos!Entonces Bill protestó en nombre de Linda, pero Nancy se unió al ataque agregando:—¡Hoy te odiamos!Es precisamente el riesgo de sentirse odiado, implícita o explícitamente, el que hace que los niñossean especialmente cautos a la hora de aproximarse a un grupo. Y es muy probable que esta ansiedad nosea muy distinta de la que siente el adolescente que se encuentra aislado en medio de una charla quesostienen en una fiesta quienes parecen ser amigos íntimos. Y también es por esto por lo que estemomento resulta, como dijo un investigador, «sumamente diagnóstico [...] porque revela claramente lasdiferencias en las habilidades sociales». Lo normal es que los recién llegados comiencen observando lo queocurre durante un tiempo y que luego pongan en marcha sus estrategias de aproximación, mostrando suasertividad de manera muy discreta. Lo más importante a la hora de determinar si un niño será aceptado ono es su capacidad para comprender el marco de referencia del grupo y para saber qué cosas sonaceptables y cuáles se hallan fuera de lugar.Los dos pecados capitales que suelen despertar el rechazo de los demás son el intento de asumir elmando demasiado pronto y no sintonizar con el marco de referencia. Pero esto es precisamente lo quetienden a hacer los niños impopulares, tratar de cambiar de tema demasiado bruscamente o demasiadopronto, o dar sus opiniones y estar en desacuerdo inmediato con los demás, intentos manifiestos, todosellos, de llamar la atención y que, paradójicamente, les lleva a ser ignorados o rechazados. En contraste,los niños populares, antes de aproximarse a un grupo suelen dedicarse a observarlo para comprender loque está ocurriendo y luego hacen algo para ratificar su aceptación, esperando a confirmar su estatus en elgrupo antes de tomar la iniciativa de sugerir lo que todos deberían hacer.Volvamos ahora a Roger, el niño de cuatro años a quien Thomas Hatch ponía como ejemplo de niñocon un elevado grado de inteligencia interpersonal. La táctica que Roger utilizaba para aproximarse a ungrupo era la de comenzar observando, luego imitaba lo que otro niño estaba haciendo y finalmente hablabay se ponía a jugar con él, una estrategia ciertamente ganadora. La habilidad de Roger era evidente: porejemplo, cuando él y Warren estaban jugando a lanzar «bombas» (en realidad, piedras) desde suscalcetines. Warren le preguntó a Roger si quería estar en un helicóptero o en un avión y antes deresponder. Roger inquirió: « ¿A ti qué te gusta más?» Esta interacción aparentemente inocua revela unagran sensibilidad ante los intereses de los demás y una gran capacidad para utilizar este conocimiento paramantener el contacto con ellos.Hatch comentó con respecto a Roger: «tuvo en cuenta los deseos de su compañero para no perder laconexión con él. He visto a muchos niños que simplemente cogen su helicóptero o su avión y que, literal yfigurativamente hablando, se alejan volando de los demás».81

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