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Daniel GolemanInteligencia Emocionalexisten beneficios cognitivos, porque estos niños son más atentos y suelen tener un mejor rendimientoescolar. A igualdad de CI, las puntuaciones en matemáticas y lenguaje al alcanzar el tercer curso de loshijos de padres que habían sido buenos preceptores emocionales, eran más elevadas (un poderosoargumento que parece confirmar la hipótesis de que el aprendizaje de las habilidades emocionales enseñatambién a vivir). Así pues, las ventajas de disponer de unos padres emocionalmente competentes sonextraordinarias en lo que respecta a la totalidad del espectro de la inteligencia emocional.., y también másallá de él.UNA VENTAJA EMOCIONALEl aprendizaje de las habilidades emocionales comienza en la misma cuna. El doctor Berry Brazelton,eminente pediatra de Harvard, ha diseñado un test muy sencillo para diagnosticar la actitud básica del bebéhacia la vida. El test consiste en ofrecer dos bloques a un bebé de ocho meses de edad y mostrarle acontinuación la forma de unirlos. Según Brazelton, un bebé que tiene una actitud positiva hacia la vida y quetiene confianza en sus propias capacidades, cogerá un bloque, se lo meterá en la boca, lo frotará en sucabeza y finalmente lo arrojará al suelo esperando que alguien lo recoja. Luego completará la tarearequerida, unir los dos bloques.Después le mirará a usted con unos ojos muy abiertos y expectantes que parecen querer decir:«¡dime lo grande que soy!»Estos bebés han conseguido de sus padres la necesaria dosis de aprobación y aliento, son niños queconfían en superar los pequeños retos que les presenta la vida. En cambio, los bebés que proceden dehogares demasiado fríos, caóticos o descuidados afrontan la misma tarea con una actitud que ya anunciasu expectativa de fracaso. No es que estos bebés no sepan unir los dos bloques, porque lo cierto es quecomprenden las instrucciones y tienen la suficiente coordinación como para hacerlo. Pero, según Brazelton,aun en el caso de que lo hagan, su actitud es «desgraciada», una actitud que parece decir: «yo no soybueno. Mira, he fracasado». Es muy probable que este tipo de niños desarrolle una actitud derrotista ante lavida, sin esperar el aliento ni el interés de sus maestros, sin disfrutar de la escuela y llegando incluso aabandonarla.Las diferencias entre ambos tipos de actitudes —la de los niños confiados y optimistas frente a la deaquéllos otros que esperan el fracaso— comienzan a formarse en los primeros años de vida. Los padres,dice Brazelton, «deben comprender que sus acciones generan la confianza, la curiosidad, el placer deaprender y el conocimiento de los límites» que ayudan a los niños a triunfar en la vida, una afirmaciónavalada por la evidencia creciente de que el éxito escolar depende de multitud de factores emocionales quese configuran antes incluso de que el niño inicie el proceso de escolarización. Como ya hemos visto en elcapítulo 6, la capacidad de los niños de cuatro años de edad para dominar el impulso de apoderarse de unagolosina predijo —catorce años más tarde— una ventajosa diferencia de 210 puntos en las puntuacionesSAT.Durante esos tempranos años es cuando se asientan los rudimentos de la inteligencia emocional,aunque éstos sigan modelándose durante el período escolar. Y estas capacidades, como hemos visto en elcapítulo 6, son el fundamento esencial de todo aprendizaje. Un informe del National Center for ClinicalInfant Programs afirma que el éxito escolar no tiene tanto que ver con las acciones del niño o con eldesarrollo precoz de su capacidad lectora como con factores emocionales o sociales (por ejemplo, estarseguro e interesado por uno mismo, saber qué clase de conducta se espera de él, cómo refrenar el impulsoa portarse mal y expresar sus necesidades manteniendo una buena relación con sus compañeros). Segúneste mismo informe, la mayor parte de los alumnos que presentan un bajo rendimiento escolar carecen deuno o varios de los rudimentos esenciales de la inteligencia emocional, sin contar con la muy probablepresencia de dificultades cognitivas que obstaculizan su aprendizaje, un problema que no deberíamos dejarde lado porque, en algunos estados, uno de cada cinco niños tiene que repetir el primer curso y, a medidaque va rezagándose, cada vez se encuentra más desanimado, resentido y traumatizado.El rendimiento escolar del niño depende del más fundamental de todos los conocimientos, aprender aaprender. Veamos ahora los siete ingredientes clave de esta capacidad fundamental (por cieno, todos ellosrelacionados con la inteligencia emocional) enumerados por el mencionado informe:1. Confianza. La sensación de controlar y dominar el propio cuerpo, la propia conducta y el propiomundo. La sensación de que tiene muchas posibilidades de éxito en lo que emprenda y que los adultospueden ayudarle en esa tarea.2. Curiosidad. La sensación de que el hecho de descubrir algo es positivo y placentero.123

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