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Daniel GolemanInteligencia Emocionalrebase el punto de ebullición y nuble la capacidad de los miembros de la pareja para centrarse en el temaque estén discutiendo.Una estrategia global que puede contribuir al buen funcionamiento del matrimonio consiste en notratar de centrarse de entrada en aquellos temas álgidos concretos que suelen desencadenar las peleasmatrimoniales (como, por ejemplo, el cuidado de los niños, el sexo, el dinero y el trabajo doméstico) sino, encambio, tratar de cultivar juntos la inteligencia emocional y así aumentar las posibilidades de que las cosasdiscurran por cauces más sosegados. Existe un abanico de competencias emocionales —la capacidad detranquilizarse a uno mismo (y de tranquilizar a la pareja), la empatía y el saber escuchar— que facilitan elque la pareja sea capaz de resolver más eficazmente sus desacuerdos. El desarrollo de este tipo dehabilidades hace posible la existencia de discusiones sanas, de «buenas peleas» que contribuyen a lamaduración del matrimonio y cortan de raíz las formas negativas de relación que suelen conducir a sudisgregación. Pero los hábitos emocionales no pueden cambiarse de la noche a la mañana, se trata de unalabor que exige mucha atención y perseverancia. Los cambios fundamentales que puede experimentar unapareja están directamente relacionados con la profundidad de su motivación. La mayor parte de lasreacciones emocionales que se presentan en el seno del matrimonio comenzaron a modelarse desdenuestra más tierna infancia, imbuidas por el aprendizaje que supuso la relación entre nuestros padres yejercitadas posteriormente en nuestras relaciones más íntimas. Por más que tratemos de convencernos delo contrario, todos llevamos la impronta de los hábitos emocionales aprendidos en la relación quesostuvimos con nuestros padres (como reaccionar desproporcionadamente ante agravios de pocaimportancia o encerrarnos en nosotros mismos al menor signo de enfrentamiento).Tranquilizarse a uno mismoEn el núcleo de toda emoción intensa subyace un impulso a la acción y por esto resulta fundamentalel dominio de los impulsos para el desarrollo de la inteligencia emocional. No obstante, esto puede serespecialmente difícil de llevar a la práctica en las relaciones más próximas, donde uno se juega tanto. Lasreacciones que afloran en este ámbito afectan a nuestras necesidades más profundas, como el deseo desentirse amado y respetado, el miedo a ser abandonado o la sensación de ser rechazado emocionalmente.No deberíamos, pues, asombramos demasiado de que, en una pelea matrimonial, solamos comportarnoscomo si nuestra vida se hallara en peligro.Pero es imposible dar con la solución adecuada cuando uno se halla bajo el influjo de un secuestroemocional. Por esto una de las competencias clave consiste en que ambos miembros de la pareja aprendana calmar sus sentimientos más angustiosos, lo cual supone el desarrollo de la capacidad de recuperarserápidamente del desbordamiento a que aboca todo secuestro emocional. Durante un secuestro emocional,las capacidades de escuchar, pensar y hablar con claridad se ven claramente mermadas y es por esemismo motivo por lo que el hecho de tranquilizarse constituye un paso absolutamente necesario sin el cualno puede existir el menor progreso en la resolución del problema en cuestión.Aquellos matrimonios que estén interesados en este punto pueden tratar de monitorizar su pulsocarotídeo —está a unos pocos centímetros por debajo del lóbulo de la oreja y la mandíbula— cada cincominutos en el transcurso de una discusión (algo que quienes practican algún tipo de ejercicio aeróbicopueden hacer sin dificultad alguna). El número de latidos que tienen lugar durante quince segundosmultiplicado por cuatro nos da el promedio de pulsaciones cardiacas por minuto. Este control del pulsomientras uno trata de calmarse proporciona al sujeto una especie de gráfico basal, cuyo aumento en unosdiez latidos por encima de la media constituye un claro indicador de que está en peligro de experimentar undesbordamiento emocional. En el caso de que el pulso sea incluso más acelerado, la pareja deberíadescansar durante unos veinte minutos antes de reanudar la charla (aunque una pausa de cinco minutos talvez bastara, el tiempo de recuperación fisiológica suele ser más prolongado). Como hemos visto en elcapitulo 5, los residuos fisiológicos del enfado actúan a modo de detonante capaz de generar más enfado.Por esto, un descanso prolongado nos proporciona más tiempo para que el cuerpo se recupere de laexcitación previa.Aquellos matrimonios que, por la razón que fuere, consideren embarazoso el hecho de monitorizarsus pulsaciones cardíacas durante una discusión, pueden establecer, al menor indicio de desbordamientoemocional por parte del otro, algún tipo de acuerdo previo que les proporcione un tiempo muerto. Duranteeste período de descanso, el enfriamiento puede verse potenciado mediante la práctica de algún tipo derelajación o de ejercicio aeróbico (o cualquiera de los otros métodos que hemos mencionado en el capítulo5) que contribuyan a que el cónyuge afectado se recupere del secuestro emocional.94

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