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Daniel GolemanInteligencia Emocionalperíodos de turbulencia política presentan proporciones mayores de depresión, aunque la tendencia generalascendente, dicho sea de paso, parece ser independiente de las circunstancias políticas.El descenso de la edad en que suele aparecer el primer brote de depresión también parece mostraruna tendencia uniforme a nivel mundial. Veamos ahora las razones que adujeron algunos especialistas paratratar de explicar esta situación.Según el doctor Frederick Goodwin, director del Instituto Nacional de Salud Mental: «durante estetiempo, el núcleo familiar ha experimentado una tremenda erosión, el número de divorcios se ha duplicado,los padres dedican menos tiempo a sus hijos y se ha producido un aumento de inestabilidad laboral. En laactualidad resulta prácticamente imposible crecer manteniendo estrechos lazos con todos los miembros dela familia extensa. En mi opinión, la pérdida de una fuente sólida de identificación es la principal causa delaumento de la depresión»., director del departamento de psie Medicina de la Universidad de Pittsla hipótesis: «con la expansiónde la inolugar después de la II Guerra Mundial que han podido seguir creciendo en un proporción que hapropiciado el crecimiento de la adres hacia las necesidades del desarrollo de e esto no pueda considerarsecomo una causa directa de la depresión, lo cierto es que predispone a cierta vulnerabilidad. El estrésemocional precoz puede afectar al desarrollo neurológico y abocar, incluso décadas después, a ladepresión cuando uno se halle sometido a nuevas condiciones de tensión».En opinión de Martin Seligman, psicólogo de la Universidad de Pennsylvania: «durante los últimostreinta o cuarenta años hemos asistido a un ascenso del individualismo y a un declive paralelo de lascreencias religiosas y del sostén proporcionado por la comunidad y por la familia, todo lo cual suponela pérdida de una serie de recursos útiles para amortiguar los reveses y fracasos de la vida. En la medidaen que uno considere el fracaso como una situación permanente y lo magnifique hasta llegar a imbuir todaslas facetas de la propia vida, se hallará predispuesto a dejar que un revés momentáneo se convierta en unafuente duradera de impotencia y desesperación. Pero, si uno cuenta con una perspectiva más amplia —como la creencia en Dios o en la vida después de la muerte— y, por ejemplo, pierde su trabajo, el fracasoquedará circunscrito a una situación provisional.».Pero, sea cual fuere su causa, la depresión infantil y juvenil constituye un problema verdaderamenteacuciante. Las estimaciones realizadas en los Estados Unidos varían considerablemente en lo que respectaal porcentaje de niños y adolescentes aquejados de depresión en un año concreto, en contraste con lavulnerabilidad mostrada a lo largo de toda la vida. Ciertos estudios epidemiológicos que utilizan criteriosmuy estrictos -como los empleados para establecer el diagnóstico médico de los síntomas de ladepresión— han descubierto que la incidencia anual de la depresión mayor en las niñas y niños de edadescomprendidas entre los diez y los trece años, es del orden de un 8 o un 9%, aunque existen otros estudiosque hacen descender este porcentaje a la mitad (e incluso otros que la reducen a un 2%). En lo que serefiere a la adolescencia, algunos datos sugieren que este promedio casi podría duplicarse, ya que más del16% de las chicas de entre catorce y dieciséis años han sufrido un brote depresivo mientras que elpromedio, en el caso de los chicos, sigue siendo el mismo.LA DEPRESION INFANTILPero el descubrimiento de que los brotes benignos de depresion infantil auguran episodios másseveros durante la vida posterior no sólo demuestra la necesidad de tratar la depresión infantil sino tambiénde prevenirla. Este hallazgo contradice la antigua opinión de que la depresión infantil carece de importanciaa largo plazo porque los niños «se desprenden naturalmente de ella» a lo largo de su proceso decrecimiento. Es evidente que todos los niños se entristecen alguna que otra vez y que, al igual que ocurreen la madurez, la niñez y la adolescencia son épocas de decepciones ocasionales y pérdidas más o menosimportantes que van acompañadas del correspondiente pesar. Pero la necesidad de prevención de la queestamos hablando no se refiere tanto a esas ocasiones como a aquellos otros estados de melancolíamucho más graves en los que la espiral del abatimiento hunde lentamente a los niños en la pesadumbre, ladesesperación, la irritabilidad y el repliegue en sí mismos.Según los datos recogidos por Maria Kovacs, psicóloga del Western Psychiatric Institute and Cliniede Pittsburgh, tres cuartas partes de los niños que se vieron obligados a recibir tratamiento a causa de unadepresión grave, después sufrieron recaídas. La investigación realizada por Kovacs se inició cuando losniños diagnosticados de depresión contaban ocho años de edad y prosiguió con un seguimiento periódicoque, en algunos casos, se prolongó hasta los veinticuatro.152

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