Daniel GolemanInteligencia Emocional2. ANATOMÍA DE UN SECUESTRO EMOCIONALLa vida es una comedia para quienes piensan y una tragedia para quienessienten.Horace WalpoleEra una calurosa tarde de agosto del año 1963, la misma en que el reverendo Martin Luther King, jr.pronunciara en Washington aquella famosa conferencia que comenzó con la frase «Hoy tuve un sueño»ante los manifestantes de la marcha en pro de los derechos civiles. Aquella tarde, Richard Robles, undelincuente habitual condenado a tres años de prisión por los más de cien robos que había llevado a cabopara mantener su adicción a la heroína y que, por aquel entonces, se hallaba en libertad condicional,decidió robar por última vez. Según declaró posteriormente, había tomado la decisión de dejar de robarpero necesitaba desesperadamente dinero para su amiga y para su hija de tres años de edad.El lujoso apartamento del Upper East Side de Nueva York que Robles eligió para aquella ocasiónpertenecía a dos jóvenes mujeres, Janice Wylie, investigadora de la revista Newsweek, de veintiún años, yEmily Hoffert, de veintitrés años de edad y maestra en una escuela primaria. Robles creía que no habíanadie en casa pero se equivocó y. una vez dentro, se encontró con Wylie y se vio obligado a amenazarlacon un cuchillo y amordazaría, y lo mismo tuvo que hacer cuando, a punto de salir, tropezó con Hoffert.Según contó años más tarde, mientras estaba amordazando a Hoffert, Janice Wylie le aseguró quenunca lograría escapar porque ella recordaría su rostro y no cejaría hasta que la policía diera con él.Robles, que se había jurado que aquél sería su último robo, entró entonces en pánico y perdiócompletamente el control de sí mismo. Luego, en pleno ataque de locura, golpeó a las dos mujeres con unabotella hasta dejarlas inconscientes y, dominado por la rabia y el miedo, las apuñaló una y otra vez con uncuchillo de cocina. Veinticinco años más tarde, recordando el incidente, se lamentaba diciendo: «estabacomo loco. Mi cabeza simplemente estalló».Durante todo este tiempo Robles no ha dejado de arrepentirse de aquel arrebato de violencia. Hoy endía, treinta años más tarde, sigue todavía en prisión por lo que ha terminado conociéndose como «elasesinato de las universitarias».Este tipo de explosiones emocionales constituye una especie de secuestro neuronal. Según sugierela evidencia, en tales momentos un centro del sistema limbico declara el estado de urgencia y recluta todoslos recursos del cerebro para llevar a cabo su impostergable tarea. Este secuestro tiene lugar en un instantey desencadena una reacción decisiva antes incluso de que el neocórtex —el cerebro pensante— tengasiquiera la posibilidad de darse cuenta plenamente de lo que está ocurriendo, y mucho menos todavía dedecidir si se trata de una respuesta adecuada. El rasgo distintivo de este tipo de secuestros es que, pasadoel momento crítico, el sujeto no sabe bien lo que acaba de ocurrir.Hay que decir también que estos secuestros no son, en modo alguno, incidentes aislados y quetampoco suelen conducir a crímenes tan detestables como «el asesinato de las universitarias».En forma menos drástica, aunque no, por ello, menos intensa, se trata de algo que nos sucede atodos con cierta frecuencia. Recuerde, sin ir más lejos, la última ocasión en la que usted mismo «perdió elcontrol de la situación» y explotó ante alguien —tal vez su esposa. su hijo o el conductor de otro vehículo—con una intensidad que retrospectivamente considerada, le pareció completamente desproporcionada. Esmuy probable que aquél también fuera un secuestro, un golpe de estado neural que, como veremos, seorigina en la amígdala, uno de los centros del cerebro límbico.Pero no todos los secuestros límbicos son tan peligrosos porque cuando por ejemplo, alguien sufreun ataque de risa, también se halla dominado por una reacción límbica, y lo mismo ocurre en los momentosde intensa alegría. Cuando Dan Jansen, tras varios intentos infructuosos de conseguir una medalla de oroolímpica en la modalidad de patinaje sobre hielo (que, por cierto, había prometido alcanzar, en su lecho demuerte, a su moribunda hermana) logró finalmente alcanzar su objetivo en la carrera de mil metros de laOlimpiada de Invierno de 1994 en Noruega, la excitación y la euforia que experimentó su esposa fue tal,que tuvo que ser asistida de urgencia por el equipo médico junto a la misma pista de patinaje.14
Daniel GolemanInteligencia EmocionalLA SEDE DE TODAS LAS PASIONESLa amígdala del ser humano es una estructura relativamente grande en comparación con la denuestros parientes evolutivos, los primates. Existen, en realidad, dos amígdalas que constituyen unconglomerado de estructuras interconectadas en forma de almendra (de ahí su nombre, un término que sederiva del vocablo griego que significa «almendra»), y se hallan encima del tallo encefálico, cerca de labase del anillo limbico, ligeramente desplazadas hacia delante.El hipocampo y la amígdala fueron dos piezas clave del primitivo «cerebro olfativo» que, a lo largo delproceso evolutivo, terminó dando origen al córtex y posteriormente al neocórtex. La amígdala estáespecializada en las cuestiones emocionales y en la actualidad se considera como una estructura limbicamuy ligada a los procesos del aprendizaje y la memoria. La interrupción de las conexiones existentes entrela amígdala y el resto del cerebro provoca una asombrosa ineptitud para calibrar el significado emocional delos acontecimientos, una condición que a veces se llama «ceguera afectiva».A falta de toda carga emocional, los encuentros interpersonales pierden todo su sentido. Un jovencuya amígdala se extirpó quirúrgicamente para evitar que sufriera ataques graves perdió todo interés en laspersonas y prefería sentarse a solas, ajeno a todo contacto humano. Seguía siendo perfectamente capazde mantener una conversación, pero ya no podía reconocer a sus amigos íntimos, a sus parientes nisiquiera a su misma madre, y permanecía completamente impasible ante la angustia que les producía suindiferencia. La ausencia funcional de la amígdala parecía impedirle todo reconocimiento de lossentimientos y todo sentimiento sobre sus propios sentimientos. La amígdala constituye, pues, una especiede depósito de la memoria emocional y, en consecuencia, también se la puede considerar como undepósito de significado. Es por ello por lo que una vida sin amígdala es una vida despojada de todosignificado personal.Pero la amígdala no sólo está ligada a los afectos sino que también está relacionada con laspasiones. Aquellos animales a los que se les ha seccionado o extirpado quirúrgicamente la amígdalacarecen de sentimientos de miedo y de rabia, renuncian a la necesidad de competir y de cooperar, pierdentoda sensación del lugar que ocupan dentro del orden social y su emoción se halla embotada y ausente. Elllanto, un rasgo emocional típicamente humano, es activado por la amígdala y por una estructura próxima aella, el gyrus cingulatus. Cuando uno se siente apoyado, consolado y confortado, esas mismas regionescerebrales se ocupan de mitigar los sollozos pero, sin amígdala, ni siquiera es posible el desahogo queproporcionan las lágrimas.Joseph LeDoux, un neurocientífico del Center for Neural Science de la Universidad de Nueva York,fue el primero en descubrir el Importante papel desempeñado por la amígdala en el cerebro emocional.LeDoux forma parte de una nueva hornada de neurocientíficos que, utilizando métodos y tecnologíasinnovadoras, se han dedicado a cartografiar el funcionamiento del cerebro con un nivel de precisiónanteriormente desconocido que pone al descubierto misterios de la mente inaccesibles para lasgeneraciones anteriores. Sus descubrimientos sobre los circuitos nerviosos del cerebro emocional hanllegado a desarticular las antiguas nociones existentes sobre el sistema límbico, asignando a la amígdala unpapel central y otorgando a otras estructuras límbicas funciones muy diversas.La investigación llevada a cabo por LeDoux explica la forma en que la amígdala asume el controlcuando el cerebro pensante, el neocórtex, todavía no ha llegado a tomar ninguna decisión.Como veremos, el funcionamiento de la amígdala y su interrelación con el neocórtex constituyen elnúcleo mismo de la inteligencia emocional.EL REPETIDOR NEURONALLos momentos más interesantes para comprender el poder de las emociones en nuestra vida mentalson aquéllos en los que nos vemos inmersos en acciones pasionales de las que más tarde, una vez que lasaguas han vuelto a su cauce, nos arrepentimos.¿Cómo podemos volvemos irracionales con tanta facilidad? Tomemos, por ejemplo, el caso de unajoven que condujo durante un par de horas para ir a Boston y almorzar y pasar el día con su novio. Durantela comida él le regaló un cartel español muy difícil de encontrar y por el que había estado suspirando desdehacia meses. Pero todo pareció desvanecerse cuando ella le sugirió que fueran al cine y él respondió queno podían pasar el día juntos porque tenía entrenamiento de béisbol. Dolida y recelosa, nuestra amigarompió entonces a llorar, salió del café y arrojó el cartel a un cubo de la basura. Meses más tarde,15
- Page 3: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 7 and 8: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 11 and 12: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 13 and 14: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 15: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 19 and 20: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 21 and 22: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 23 and 24: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 25 and 26: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 27 and 28: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 29 and 30: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 31 and 32: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 33 and 34: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 35 and 36: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 37 and 38: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 39 and 40: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 41 and 42: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 43 and 44: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 45 and 46: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 47 and 48: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 49 and 50: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 51 and 52: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 53 and 54: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 55 and 56: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 57 and 58: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 59 and 60: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 61 and 62: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 63 and 64: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 65 and 66: Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 67 and 68:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 69 and 70:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 71 and 72:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 73 and 74:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 75 and 76:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 77 and 78:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 79 and 80:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 81 and 82:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 83 and 84:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 85 and 86:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 87 and 88:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 89 and 90:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 91 and 92:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 93 and 94:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 95 and 96:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 97 and 98:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 99 and 100:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 101 and 102:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 103 and 104:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 105 and 106:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 107 and 108:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 109 and 110:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 111 and 112:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 113 and 114:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 115 and 116:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 117 and 118:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 119 and 120:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 121 and 122:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 123 and 124:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 125 and 126:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 127 and 128:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 129 and 130:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 131 and 132:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 133 and 134:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 135 and 136:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 137 and 138:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 139 and 140:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 141 and 142:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 143 and 144:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 145 and 146:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 147 and 148:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 149 and 150:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 151 and 152:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 153 and 154:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 155 and 156:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 157 and 158:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 159 and 160:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 161 and 162:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 163 and 164:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 165 and 166:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 167 and 168:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 169 and 170:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 171 and 172:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 173 and 174:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 175 and 176:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 177 and 178:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 179 and 180:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 181 and 182:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 183 and 184:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 185 and 186:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 187 and 188:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 189 and 190:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 191 and 192:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 193 and 194:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 195 and 196:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 197 and 198:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 199 and 200:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 201 and 202:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 203 and 204:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 205 and 206:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 207 and 208:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 209 and 210:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 211 and 212:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 213 and 214:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 215 and 216:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 217 and 218:
Daniel GolemanInteligencia Emociona
- Page 219:
Daniel GolemanInteligencia Emociona