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Daniel GolemanInteligencia Emocionalestabilidad emocional. Estos niños, por otra parte, también mostraban un mayor rendimiento académico—superior incluso a la media— pero, en cambio, su CI no era superior al de los menos dotados paradescifrar los mensajes emocionales no verbales, un dato que parece sugerirnos que la empatía favorece elrendimiento escolar (o, tal vez, simplemente les haga más atractivos a los ojos de sus profesores).A diferencia de la mente racional, que se comunica a través de las palabras, las emociones lo hacende un modo no verbal. De hecho, cuando las palabras de una persona no coinciden con el mensaje que nostransmite su tono de voz, sus gestos u otros canales de comunicación no verbal, la realidad emocional nodebe buscarse tanto en el contenido de las palabras como en la forma en que nos está transmitiendo elmensaje. Una regla general utilizada en las investigaciones sobre la comunicación afirma que más del 90%de los mensajes emocionales es de naturaleza no verbal (la inflexión de la voz, la brusquedad de un gesto,etcétera) y que este tipo de mensaje suele captarse de manera inconsciente, sin que el interlocutor repare,por cierto, en la naturaleza de lo que se está comunicando y se limite tan sólo a registrarlo y responderimplícitamente. En la mayoría de los casos, las habilidades que nos permiten desempeñar adecuadamenteesta tarea también se aprenden de forma tácita.EL DESARROLLO DE LA EMPATIACuando Hope, una niña de apenas nueve meses de edad, vio caer a otro niño, las lágrimas aflorarona sus ojos y se refugió en el regazo de su madre buscando consuelo como si fuera ella misma quien sehubiera caído. Michael, un niño de quince meses, le dio su osito de peluche a su apesadumbrado amigoPaul pero, al ver que éste no dejaba de llorar, le arropó con una manta. Estas pequeñas muestras desimpatía y cariño fueron registradas por madres que habían sido específicamente adiestradas para recogerin situ esta clase de manifestaciones empáticas. Los resultados de este estudio parecen sugerirnos que lasraíces de la empatía se retrotraen a la más temprana infancia. Prácticamente desde el mismo momento delnacimiento, los bebés se muestran afectados cuando oyen el llanto de otro niño, una reacción que algunoshan considerado como el primer antecedente de la empatía. La psicología evolutiva ha descubierto que losbebés son capaces de experimentar este tipo de angustia empática antes incluso de llegar a serplenamente conscientes de su existencia separada. A los pocos meses del nacimiento, los bebésreaccionan ante cualquier perturbación de las personas cercanas como si fuera propia, y rompen a llorarcuando oyen el llanto de otro niño.En una investigación llevada a cabo por Martin L. Hoffman, de la Universidad de Nueva York, un niñode un año llevó a su madre ante un amigo suyo que se encontraba llorando para que intentara consolarlo, apesar de que la madre de éste último también se hallara en la misma habitación. Este tipo de confusióntambién puede encontrarse en aquellos niños de un año de edad que imitan la angustia de los demás, unaforma, posiblemente, de poder llegar a comprender mejor los sentimientos ajenos. No es tampocoinfrecuente que, si un niño se lastima los dedos, otro se lleve la mano a la boca para comprobar si tambiénse ha hecho daño o que, al contemplar el llanto de su madre, se frote los ojos aunque él no esté llorando.Esta imitación motriz, como se la denomina, constituye, en realidad, el auténtico significado técnicodel término etopaha , tal como lo definió por vez primera el psicólogo norteamericano E.B. Titehener en ladécada de los veinte, una acepción ligeramente diferente del significado original del término griegoempatheia, «sentir dentro», la expresión utilizada por los teóricos de la estética para referirse a lacapacidad de percibir la experiencia subjetiva de otra persona. Titchener sostenía que la empatía se derivade una suerte de imitación física del sufrimiento ajeno con el fin de evocar idénticas sensaciones en unomismo y es por ello por lo que se ocupó de buscar una palabra distinta a simpatía, ya que podemos sentirsimpatía por la situación general en que se halla una persona sin necesidad, en cambio, de compartir sussentimientos.La imitación motriz de los niños desaparece alrededor de los dos años y medio de edad, a partir delmomento mismo en que aprenden a diferenciar el dolor de los demás del suyo propio y, en consecuencia,se hallan más capacitados para consolarles. He aquí un episodio típico extraído del diario de una madre:«El bebé de la vecina está llorando ... y Jenny se acerca a darle una galleta. Entonces lo sigue ytambién empieza a quejarse. A continuación, trata de acariciarle el pelo, pero él la aparta. Finalmente, elbebé se tranquiliza pero Jenny sigue preocupada y continúa dándole juguetes y suaves palmaditas en lacabeza y los hombros»En este punto de su desarrollo, los niños pequeños comienzan a manifestar ciertas diferencias en sucapacidad de experimentar los trastornos emocionales ajenos. Así pues, mientras que algunos —comoJenny— se muestran agudamente conscientes de las emociones, otros, por el contrario, parecen ignorarlaspor completo. Una serie de estudios llevados a cabo por Manan Radke Yarrow y Carolyn Zahn-Waxler en elNational Institute of Mental Health demostró que buena parte de las diferencias existentes en el grado de66

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