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Daniel GolemanInteligencia Emocionalmenor es el nivel de GABA, mayor es el índice de tensión que experimenta el individuo. Cierto estudio pusode manifiesto cíue los hijos de padres alcohólicos presentan un bajo nivel de GABA y, en consecuencia, sonsumamente ansiosos. Pero cuando estas personas ingieren alcohol, su nivel de GABA aumenta en lamisma proporción en que disminuye su sensación de ansiedad. Los hijos de alcohólicos, pues, bebenprincipalmente para aliviar la tensión y descubren en el alcohol una sensación de liberación que no sabenconseguir de otro modo. Este tipo de personas es asimismo muy vulnerable al abuso de sedantescombinados con el alcohol, que también potencian el descenso del nivel de ansiedad.Un estudio neuropsicológico llevado a cabo con hijos de alcohólicos que a la temprana edad de doceaños evidenciaban ya claros síntomas de ansiedad (como un marcado aumento del ritmo cardiaco enrespuesta al estrés o una elevada impulsividad) demostró que estos niños presentaban un pobrefuncionamiento del lóbulo frontal. Esto significa que pueden confiar menos que otros chicos en aquellasáreas cerebrales que podrían ayudarles a paliar la ansiedad o a controlar la impulsividad. Y, dado que loslóbulos prefrontales también afectan al funcionamiento de la memoria —permitiendo, por ejemplo, tenerbien presentes las consecuencias de las rutas de acción a que nos conduce una determinada decisión—,esta carencia constituye un camino directo al alcoholismo que les lleva a tener exclusivamente en cuentalos efectos sedantes inmediatos del alcohol sobre la ansiedad y les impide sopesar adecuadamente susefectos negativos a largo plazo.Esta búsqueda desesperada de calma parece ser el indicador emocional de una susceptibilidadgenética hacia el alcoholismo.Un estudio efectuado con 1300 parientes de alcohólicos demostró que los hijos de éstos quepresentaban un elevado índice de ansiedad crónica, son quienes mayores riesgos tienen de abusar de labebida. La conclusión de los investigadores que llevaron a cabo este estudio fue que, en estas personas, elalcoholismo constituye una forma de «automedicación que les permite combatir los síntomas de laansiedad»?El otro camino emocional que conduce al alcoholismo está ligado a un elevado nivel de agitación,impulsividad y aburrimiento. Durante la infancia, esta pauta se manifiesta como un comportamiento inquieto,caprichoso y desobediente, y en la escuela primaria asume la forma de nerviosismo, hiperactividad ybúsqueda de problemas, una tendencia que, como ya hemos apuntado, puede empujarles a buscar amigosproblemáticos y terminar abocándoles, en ocasiones, a la delincuencia o al diagnóstico de «trastorno depersonalidad antisocial». El principal problema emocional de estas personas (sobre todo varones) es laagitación; su principal debilidad, la impulsividad descontrolada y su reacción habitual ante el aburrimiento, labúsqueda compulsiva del riesgo y la excitación. Los adultos que presentan esta pauta de conducta —queposiblemente esté ligada a ciertas deficiencias en dos tipos de neurotransmisores, la serotonina y el MAO(monoaminooxidasal)— son incapaces de soportar la monotonía y están dispuestos a probarlo todo,descubriendo que el alcohol puede calmar fácilmente su agitación. De este modo, su elevado nivel deimpulsividad —combinado con su aversión al aburrimiento— les convierte en claros candidatos al abuso deuna lista casi interminable de todo tipo de drogas. Pero, aunque el alcohol pueda aliviar provisionalmente ladepresión, sus efectos metabólicos no tardan en empeorar la situación. Por esto, quienes consumen alcohollo hacen más para calmar la ansiedad que la depresión. Existen otras drogas completamente diferentes queapaciguan —al menos temporalmente— las sensaciones que aquejan a las personas deprimidas.Por ejemplo, la infelicidad crónica coloca a las personas en una situación de grave riesgo deadicción a estimulantes tales como la cocaína, porque esta sustancia constituye un antídoto directo contrala depresión. Un estudio mostró que más de la mitad de los pacientes que estaban siendo tratadosclínicamente de su adicción a la cocaína podrían haber sido diagnosticados de depresión grave antes deque comenzaran a habituarse y que, a mayor gravedad de la depresión previa, más arraigado estaba elhábito.La irritabilidad crónica, por su parte, puede conducir a otro tipo de vulnerabilidad. Un estudiodemostró que la pauta emocional más característica de los cuatrocientos pacientes que estaban siendotratados de su adicción a la heroína y otros opiáceos, era su dificultad para controlar la ira y supredisposición al enojo. Algunos de estos pacientes confirmaron que los opiáceos les habían permitidosentirse normales y relajados por primera vez en su vida.Como han demostrado durante décadas Alcohólicos Anónimos y otros programas de recuperación,aunque la predisposición al abuso de las drogas se origine, en muchos casos, en un determinadofuncionamiento cerebral, los sentimientos que impulsan a las personas a «automedicarse» es con el uso dela bebida o las drogas pueden resolverse sin tener que recurrir a ningún tipo de sustancias. La capacidadde mitigar la ansiedad, de superar la depresión o de calmar la irritación, por ejemplo, contribuye a eliminarel impulso de consumir todo tipo de drogas.La enseñanza de estas habilidades emocionales básicas constituye un elemento fundamental en losprogramas de tratamiento contra las toxicomanías. Pero seria mucho mejor, ¿qué duda cabe?, que estashabilidades se aprendieran en una fase más temprana de la vida, antes de que el hábito arraigase.160

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