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Daniel GolemanInteligencia Emocionalcierta ocasión, al maestro tibetano Chogyam Trungpa cuando se le preguntó por el mejor modo derelacionarse con el enfado:«Ni lo reprimas ni te dejes arrastrar por él».APLACAR LA ANSIEDAD: ¿QUÉ ES LO QUE ME PREOCUPA?¡Oh no! Parece que se ha estropeado el silenciador del tubo de escape... Tendré que llevarlo areparar... Pero ahora no tengo dinero... Tal vez pueda coger el dinero de la matrícula de Jamie...Pero ¿quépasará si luego no puedo pagar su matrícula?... Bueno, el último informe del instituto ha sido francamentedesalentador... Es muy probable que sus notas sigan siendo malas y finalmente no pueda matricularse en launiversidad. El silenciador sigue haciendo ruido...Así es como la mente obsesionada da vueltas y más vueltas, una y otra vez, a un culebrónaparentemente interminable de preocupaciones concatenadas. El ejemplo anterior nos los proporcionanLizabeth Roemer y Thomas Borkovec, psicólogos de la Pennsylvania University State, cuya investigaciónsobre la preocupación —el núcleo fundamental de la ansiedad— ha llamado la atención sobre el tema delos artistas y de los científicos neuróticos. « Según parece, una vez iniciado, no hay modo alguno dedetener el ciclo de la preocupación. En el extremo opuesto, la reflexión constructiva acerca de un problema—una actividad sólo en apariencia similar a la preocupación— puede permitirnos dar con la soluciónadecuada».En realidad, toda preocupación se asienta en el estado de alerta ante un peligro potencial que, sinduda alguna, ha sido esencial para la supervivencia en algún momento de nuestro proceso evolutivo.Cuando el miedo activa nuestro cerebro emocional, una parte de la ansiedad centra nuestra atención en laamenaza, obligando a la mente a buscar obsesivamente una salida y a ignorar todo lo demás. Lapreocupación constituye, pues, en cierto modo, una especie de ensayo en el que consideramos las distintasalternativas de respuesta posibles. En este sentido, la función de la preocupación consiste, porconsiguiente, en una anticipación de los peligros que pueda presentamos la vida y en la búsqueda desoluciones positivas ante ellos.El problema surge cuando la preocupación se hace crónica y reiterativa, cuando se repitecontinuamente sin procuramos nunca una solución positiva. Un análisis más detenido de la preocupacióncrónica evidencia que ésta presenta todos los rasgos característicos propios de un secuestro emocionalmoderado: parece no proceder de ninguna parte, es incontrolable, genera un ruido constante de ansiedad,se muestra impermeable a todo razonamiento y encierra a la persona preocupada en una actitud unilateraly rígida sobre el asunto que la preocupa. Cuando el ciclo de la preocupación se intensifica y persiste,ensombrece el hilo argumental hasta desembocar en arrebatos nerviosos, fobias, obsesiones,compulsiones y auténticos ataques de pánico. En cada uno de estos desórdenes la preocupación se centraen un contenido diferente: en el caso de la fobia, la ansiedad se fija en la situación temida; en lasobsesiones, se ocupa en impedir algún posible desastre; por último, en los ataques de pánico suele gravitaren torno a la muerte o a la misma posibilidad de sufrir un ataque de pánico.El denominador común de todas estas condiciones es una falta de control sobre el ciclo de lapreocupación. Por ejemplo, una mujer aquejada de un trastorno obsesivo-compulsivo se veía obligada aejecutar una serie de ceremonias rituales que le ocupaban la mayor parte del tiempo que pasaba despierta,como ducharse durante cuarenta y cinco minutos varias veces o lavarse las manos cinco minutos seguidosveinte o más veces al día. No se sentaba a menos que antes hubiera limpiado el asiento con alcohol paraesterilizarlo. Tampoco podía tocar a niño o a animal alguno porque, según decía, estaban «demasiadosucios». En realidad, todos estos comportamientos compulsivos estaban motivados por un miedo mórbido alos gérmenes, puesto que albergaba el temor constante de que, si no se lavaba y esterilizaba, terminaríaenfermando y moriría.”Otra mujer que estaba siendo tratada de un «trastorno de ansiedad generalizada» —la etiquetapsicológica utilizada para referirse a una persona excesivamente aprensiva— respondió del siguiente modoa la petición de que durante un minuto expresara en voz alta sus preocupaciones:«—Podría no hacerlo bien. Sonaría tan artificial que no nos permitiría hacernos una idea correcta dela realidad de mi problema y lo que necesitamos es comprender esa realidad... Porque si no vemos larealidad jamás me pondré bien y, si no me pongo bien, jamás podré llegar a ser feliz.»En este despliegue de preocupación sobre preocupación, el mismo hecho de pedirle al sujeto queexpresara en voz alta sus preocupaciones durante un minuto provocó una escalada que terminódesembocando, poco después, en una conclusión auténticamente catastrófica: «jamás llegaré a ser feliz».El ciclo de la preocupación suele comenzar con un relato interno que salta de un tema a otro y que no46

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