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Daniel GolemanInteligencia EmocionalEsta caída en la depresión había sido causada por una reiente ruptura. Según decía, no sabía salircon un chico sin mantener relaciones sexuales con él —aunque no le gustara— y tampoco sabía cómoponer fin a una relación por más insatisfactoria que ésta fuera. Por otra parte, aunque se acostara con loschicos, lo único que deseaba era llegar a conocerlos mejor.Dana acababa de cambiar de instituto y se sentía muy insegura acerca de su capacidad paraentablar nuevas amistades. No obstante, se abstenía de iniciar una conversación y sólo respondía cuandoalguien le dirigía la palabra. Se sentía incapaz de manifestar sus verdaderos sentimientos y ni siquierasabía qué decir después del habitual «Hola, ¿qué tal?»Dana emprendió entonces una terapia en un programa experimental para adolescentes deprimidospromovido por la Universidad de Columbia. El objetivo de este programa consistía en ayudar a los jóvenesa enfocar más adecuadamente sus relaciones, conservar las amistades, confiar en los demás, establecerlímites sobre la proximidad sexual, desarrollar la capacidad de tener amigos íntimos y expresar los propiossentimientos; una clase de capacitación, en suma, de las habilidades emocionales fundamentales que, en elcaso de Dana, resultó tan sumamente eficaz que su depresión terminó desapareciendo.Los problemas de relación —tanto con los padres como con los compañeros— constituyen eldetonante más frecuente de la depresión entre los adolescentes. Los niños y los adolescentes deprimidosse muestran remisos o incapaces de hablar de su depresión, no suelen ser muy diestros para etiquetaradecuadamente sus sentimientos y tienden a ser irritables, impacientes, caprichosos y malhumorados,especialmente con sus padres, lo cual constituye una dificultad añadida a la hora de que éstos les brindenla guía y el soporte emocional que el niño deprimido tanto necesita, iniciando así un círculo vicioso quesuele originar toda clase de disputas.Una observación minuciosa de las causas de la depresión juvenil señala la presencia de seriasdeficiencias en dos competencias emocionales fundamentales: la capacidad de relacionarse y laforma de interpretar los reveses y contratiempos de la vida.Aunque la tendencia a la depresión tenga un origen parcialmente genético, su causa principal pareceradicar en los hábitos mentales pesimistas —aunque reversibles— que predisponen a los niños areaccionar ante los pequeños contratiempos de la vida —las malas notas, las discusiones con los padres oel rechazo social— sumiéndose en la depresión. Y existen indicios que nos sugieren que la predisposición ala depresión —cualquiera sea su causa— está extendiéndose a gran velocidad entre los jóvenes.EL PRECIO DE LA MODERNIDAD: EL AUMENTO DE LA DEPRESIÓNDel mismo modo que el siglo XX ha estado caracterizado por ser la Era de la Ansiedad, los añosque jalonan el final de este milenio parecen anunciar el advenimiento de una Era de la Melancolía. Todoslos datos parecen hablarnos de una epidemia de depresión a escala mundial, una epidemia que correpareja a la expansión del estilo de vida del mundo moderno. Desde los comienzos de este siglo, cadanueva generación se ha visto más expuesta que la precedente a sufrir depresión, y no nos referimos sólo ala melancolía sino a la insensibilidad, el abatimiento, la autocompasión y la desesperación. Y no sólo esto,sino que los episodios depresivos se inician a una edad cada vez más temprana. De este modo, ladepresión infantil —desconocida o, cuanto menos, no reconocida en el pasado— está emergiendo comoun decorado cada vez más frecuente en el escenario del mundo actual.Aunque las probabilidades de padecer una depresión se incrementan con la edad, en la actualidad elaumento más alarmante se produce entre los individuos más jóvenes. La probabilidad de que una personanacida después de 1955 sufra una depresión mayor a lo largo de la vida es —en un buen número depaíses— tres veces, al menos, superior a la de sus abuelos. El porcentaje de personas aquejadas dedepresión en algún momento de su vida entre los norteamericanos nacidos antes de 1905, era sólo de un1% pero, después de 1955, la proporción de personas deprimidas antes de haber cumplido los veinticuatroaños ha aumentado hasta el 6%. Por su parte, la probabilidad de que los nacidos entre 1945 y 1954experimenten una depresión antes de llegar a los treinta y cuatro años es diez veces superior a las de laspersonas nacidas entre 1905 y 1914. De este modo, a medida que ha ido transcurriendo el siglo, lairrupción del primer episodio de depresion tiende a ocurrir a una edad cada vez más temprana.Un estudio de alcance mundial efectuado sobre más de treinta y nueve mil personas mostró la mismatendencia en países como Puerto Rico, Canadá, Italia, Alemania, Francia, Taiwan, Líbano y Nueva Zelanda.En el caso de Beirut, por ejemplo, el aumento de la proporción de depresiones corría pareja a la marcha delos acontecimientos políticos, de tal manera que la tendencia se disparaba en determinados momentos dela guerra civil.En el caso de Alemania, el promedio de depresión era de un 4,4% para las personas nacidasantes de 1914, mientras que el porcentaje de depresiones de los nacidos en la década anterior a 1944 era,a la edad de treinta y cuatro años, de un 14%. De este modo, las generaciones que han crecido durante151

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