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Daniel GolemanInteligencia Emocionaly, comprensiblemente, los estudiantes con bajo nivel de expectativas, se desalentaron y dijeron querenunciarían a presentarse al examen final.Pero no estamos hablando de algo puramente teórico porque cuando C. R. Snyder, el psicólogo de laUniversidad de Kansas que llevó a cabo este estudio, comparó el rendimiento académico real deuniversitarios con alto y bajo nivel de expectativas, descubrió que éste nivel era un mejor predictor de losresultados de los exámenes del primer semestre que sus puntuaciones en el SAT, un test (que tiene, porcierto, una elevada correlación con el CI) supuestamente capaz de predecir el rendimiento de losuniversitarios. Una vez más, dado aproximadamente el mismo rango de capacidades intelectuales, lasaptitudes emocionales son las que establecen las diferencias.La conclusión de Snyder fue la siguiente: «los estudiantes con un alto nivel de expectativas seproponen objetivos elevados y saben lo que deben hacer para alcanzarlos. El único factor responsable deldistinto rendimiento académico de estudiantes con similar aptitud intelectual parece ser su nivel deexpectativas».Según cuenta la conocida leyenda, los dioses, celosos de su belleza, regalaron a Pandora, unaprincesa de la antigua Grecia, una misteriosa caja, advirtiéndole que jamás debía abrirla. Pero un día lacuriosidad y la tentación pudieron más que ella y finalmente abrió la tapa para ver su contenido, liberandoasí en el mundo las grandes aflicciones, para cerrar la caja justo a tiempo de evitar que se escapara de ellala esperanza, el único remedio que hace soportable las miserias de la vida.Según los modernos investigadores, la esperanza no sólo ofrece consuelo a la aflicción sino quedesempeña un papel muy importante en dominios tan diversos como el rendimiento escolar y el hecho desoportar un trabajo pesado. Técnicamente hablando, la esperanza es algo más que la visión ingenua deque todo irá bien; en opinión de Snyder se trata de «la creencia de que uno tiene la voluntad y dispone de laforma de llevar a cabo sus objetivos, cualesquiera que éstos sean».Ciertamente, no todo el mundo tiene el mismo grado de expectativas. Hay quienes creen que soncapaces de salir de cualquier situación o de encontrar la forma de resolver los problemas, mientras queotros simplemente no se ven con la energía, la capacidad o los medios de alcanzar sus objetivos. SegúnSnyder, las personas con un alto nivel de expectativas comparten ciertos rasgos, entre los que destacan lacapacidad de motivarse a sí mismos, de sentirse lo suficientemente diestros como para encontrar la formade alcanzar sus objetivos. de asegurarse de que las cosas irán mejor cuando están atravesando unasituación difícil, de ser lo bastante flexibles como para encontrar formas diferentes de alcanzar sus objetivos—o de cambiarlos en el caso de que le resulten imposibles de alcanzar— y de saber descomponer unatarea compleja en otras más sencillas y manejables.Desde el punto de vista de la inteligencia emocional, la esperanza significa que uno no se rinde a laansiedad, el derrotismo o la depresión cuando tropieza con dificultades y contratiempos. De hecho, laspersonas esperanzadas se deprimen menos en su navegación a través de la vida en búsqueda de susobjetivos y también se muestran menos ansiosas en general y experimentan menos tensiones emocionales.EL OPTIMISMO: EL GRAN MOTIVADORLos americanos interesados en la natación abrigaban muchas esperanzas en Matt Biondi, unmiembro del equipo olímpico de los Estados Unidos en 1988. Algunos periodistas deportivos llegaron aafirmar que era muy probable que Biondi igualara la hazaña realizada por Mark Spitz en 1972 de ganarsiete medallas de oro. Pero Biondi terminó en un desalentador tercer puesto en la primera de las pruebas,los 200 metros libres, y en la siguiente carrera, los 100 metros mariposa, fue superado por otro nadador quehizo un esfuerzo extraordinario en el sprint final.Los comentaristas deportivos llegaron a decir que aquellos fracasos desanimarían a Biondi, pero nohabían contado con su reacción, una reacción que le llevó a ganar la medalla de oro en las cinco últimaspruebas. A quien no le sorprendió la respuesta de Biondi fue a Martin Seligman, un psicólogo de laUniversidad de Pennsylvania que había estado valorando el grado de optimismo de Biondi aquel mismoaño. En un determinado experimento realizado con Seligman, el entrenador le dijo a Biondi que, en una desus pruebas favoritas, había realizado un tiempo muy malo cuando lo cierto es que no fue así. Pero a pesardel aparente mal resultado, cuando se le invitó a descansar e intentarlo de nuevo, su marca —realmentemuy buena— mejoró más todavía. No obstante, cuando otros miembros del equipo —cuyas puntuacionesen optimismo eran ciertamente bajas—, a quienes también se les dio un tiempo falso, lo intentaron porsegunda vez, lo hicieron francamente peor.El optimismo —al igual que la esperanza— significa tener una fuerte expectativa de que, en general,las cosas irán bien a pesar de los contratiempos y de las frustraciones. Desde el punto de vista de la59

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