10.07.2015 Views

1lhNMuf

1lhNMuf

1lhNMuf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Daniel GolemanInteligencia Emocionalintensas experiencias perceptibles (ya sean visuales, auditivas, olfativas, etcétera), como el olor a pólvora,los gritos, el silencio súbito de la víctima, las manchas de sangre o las sirenas de los coches de la policía».En opinión de los neurocientíficos, estos momentos aterradoramente vívidos se convierten enrecuerdos que quedan profundamente grabados en los circuitos emocionales de los afectados.Todos estos síntomas son, de hecho, indicadores de una hiperexcitación de la amígdala que impele alos recuerdos del acontecimiento traumático a irrumpir de manera obsesiva en la conciencia. En estesentido, los recuerdos traumáticos se convierten en una especie de detonante dispuesto a hacer saltar laalarma al menor indicio de que el acontecimiento temido pueda volver a repetirse. Esta exacerbadasusceptibilidad es la cualidad distintiva de todo trauma emocional, incluyendo la violencia física reiteradaexperimentada durante la infancia.Cualquier acontecimiento traumático —un incendio, un accidente de automóvil, una catástrofenatural como, por ejemplo un terremoto o un huracán, una violación o un asalto— puede implantar estosrecuerdos en la amígdala. Son muchas las personas que cada año sufren este tipo de calamidades,calamidades que, en la mayor parte de los casos, dejan una huella indeleble en su cerebro.Los actos violentos son más perjudiciales que las catástrofes naturales, como los huracanes, porejemplo, porque las víctimas de la violencia gratuita sienten que han sido elegidas deliberadamente y esacreencia mina la confianza en los demás y en la seguridad del mundo interpersonal. En cuestión de uninstante, el mundo interpersonal se convierte en un lugar peligroso en el que los otros constituyen unaamenaza potencial.La crueldad deja en la memoria de la víctima una impronta que la lleva a responder con miedo antetodo aquello que pueda recordar vagamente la agresión. Por ejemplo, un hombre que fue atacado por laespalda y que no pudo ver a su agresor, quedó tan afectado después del incidente, que siempre trataba decaminar delante de una anciana para sentirse seguro de que no le iban a agredir de nuevo. Otra mujer quefue asaltada en un ascensor por un hombre que la condujo a punta de cuchillo hasta un piso vacío,permaneció horrorizada durante semanas por la idea de tener que entrar en un ascensor, en el metro o encualquier otro espacio cerrado en el que pudiera sentirse atrapada, y en cuanto veía que un hombre semetía la mano en el bolsillo de la chaqueta —como había hecho su agresor— se levantaba en seguida desu asiento.Como ha demostrado un reciente estudio realizado con supervivientes del holocausto nazi, laimpronta del terror —y el pertinaz estado de hiperalerta resultante— pueden perdurar toda la vida.Cincuenta años después de haber perecido casi de inanición, de haber presenciado el asesinato de susseres más queridos y de haber sobrevivido al terror constante de los campos de exterminio nazi, losrecuerdos obsesivos seguían siendo particularmente vívidos. Un tercio de los sujetos entrevistados en estainvestigación admitió que aún experimentaba una sensación generalizada de miedo, y cerca de tres cuartaspartes respondieron que se sentían ansiosos ante cualquier recordatorio de la persecución nazi (como ununiforme, una llamada inesperada a la puerta, el ladrido de un perro o una chimenea humeante). Mediosiglo más tarde, el 60% de los entrevistados reconoció que pensaba a diario en el holocausto y ocho decada diez manifestaron sufrir frecuentes pesadillas. Como dijo un superviviente: «no seria normal sidespués de haber sobrevivido a Auschwitz no tuviera pesadillas».EL TERROR CONGELADO EN LA MEMORIAEscuchemos ahora las palabras de un veterano de Vietnam de cuarenta y ocho años, veinticuatroaños después de vivir un espantoso episodio en aquellas remotas tierras:« ¡No puedo librarme de los recuerdos! Las imágenes me asaltan con todo lujo de detalles,provocadas por las cosas más insignificantes, como el ruido de una puerta que se cierra de golpe, losrasgos de una mujer oriental, la textura de una estera de bambú o el olor a cerdo frito. Anoche no tuveproblemas para conciliar el sueño pero esta madrugada un trueno me ha despertado de nuevo paralizadopor el miedo y me ha transportado a mi puesto de guardia en plena estación monzónica. Estoy seguro deque voy a morir en el próximo combate. Mis manos están congeladas y, sin embargo, tengo el cuerpobañado en sudor; siento todos los pelos de la nuca erizados y mi corazón y mi respiración se hallanvisiblemente agitados. Percibo un olor ligeramente azufrado y de repente descubro cerca de mi el cuerpo demi compañero Troy sobre una plataforma de bambú que el Vietcong ha depositado en las proximidades denuestro campamento... El próximo relámpago y el trueno que lo acompaña me producen tal sobresalto quecaigo al suelo.»129

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!