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Daniel GolemanInteligencia Emocionalexposición a éstos mientras se hallaban preocupados y alterados les volvió especialmente vulnerables. Lamisma pauta de estrés-infección es aplicable también al virus del herpes (tanto al que afecta a la zona delos labios como al genital). Después de que una persona haya sido afectada por el virus, éste permaneceen el cuerpo en estado latente, manifestándose tan sólo de manera ocasional. Si éste fuera el caso, el nivelde anticuerpos en el torrente sanguíneo nos permite determinarla y próxima incidencia del virus. Esteindicador ha permitido predecir la reactivación del virus del herpes en estudiantes de medicina que debenafrontar los exámenes finales, en mujeres recién separadas y en personas sometidas a la presión constantede tener que cuidar a un familiar aquejado de la enfermedad de Alzheimer. Otras investigaciones handemostrado que la ansiedad no sólo provoca una disminución de la respuesta inmunológica sino quetambién tiene efectos negativos sobre el sistema cardiovascular.Mientras la irritabilidad crónica y los episodios repetidos de cólera parecen aumentar el riesgo deenfermedad coronaria en los hombres, las emociones más letales para las mujeres son la ansiedad y elmiedo. Un estudio llevado a cabo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford sobre más demil personas que habían padecido un ataque al corazón demostró que las mujeres que habían sufrido unsegundo ataque presentaban un elevado índice de miedo y ansiedad que, en la mayoría de los casos,adoptaba la forma de fobias paralizantes que, tras el primer ataque, las llevaba a dejar de conducir,abandonar el trabajo y encerrarse en su casa. Los efectos fisiológicos perniciosos que acompañan al estrésy la ansiedad mental —el tipo de estrés provocado por los trabajos en que uno se halla sometido a unapresión constante o a condiciones vitales difíciles (como, por ejemplo, las que aquejan a las madres queviven solas con sus hijos y tienen que arreglárselas para trabajar y cuidar de su familia) — están siendoestudiados minuciosamente. Stephen Manuck, psicólogo de la Universidad de Pittsburgh, llevó a cabo unexperimento en el que sometió a treinta voluntarios a condiciones de estrés mientras controlaba la tasa ensangre de ATP (adenosintrifosfato, una sustancia secretada por los trombocitos que es capaz de provocarcambios en los vasos sanguíneos y ocasionar un ataque de apoplejía). El experimento demostró quecuanto más intenso era el estrés mayor era el nivel de ATP, así como el latido cardiaco y la tensión arterial.Es comprensible, pues, que los riesgos para la salud aumenten en el caso de aquellos oficios cuyodesempeño exija un esfuerzo y una eficacia extremos sin que el sujeto tenga la menor posibilidad decontrolar las condiciones de trabajo (una situación que hace que los conductores de autobús, por ejemplo,presenten un elevado índice de hipertensión arterial). En un estudio llevado a cabo con 569 pacientesaquejados de cáncer colorrectal en el que se utilizó un grupo de control similar, quienes habíanexperimentado un deterioro manifiesto de sus condiciones laborales durante los diez años anterioresdemostraron ser cinco veces y media más proclives a desarrollar cáncer que aquéllos otros que no sehallaban sometidos al mismo nivel de estrés. La importancia médica del estrés es tal que las técnicas derelajación —orientadas a reducir directamente el grado de excitación fisiológica— se están utilizandoclínicamente para aliviar los síntomas de numerosas enfermedades crónicas (entre las que se incluyen, porcitar sólo unas pocas, las enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de diabetes, la artritis, el asma, losdesórdenes gastrointestinales y el dolor crónico). El aprendizaje de la relajación proporciona a los pacientesla ocasión de controlar sus sensaciones y de evitar así un posible empeoramiento de su condición debido alestrés y la angustia emocional.El coste médico de la depresiónAños después de haber sido sometida a una intervención quirúrgica para extirparle un tumor malignose le detectó una metástasis en el pecho. Su médico ya no le habló de curación y le dijo que laquimioterapia sólo prolongaría —como mucho— unos pocos meses más su vida. Comprensiblemente, sesumió en una profunda depresión y siempre que acudía al oncólogo acababa estallando en lágrimas. Sinembargo, la única respuesta que recibía del facultativo cada vez que esto ocurría era pedirle queabandonara la consulta.Dejando de lado el daño motivado por la desconsiderada actitud del oncólogo ¿tenía acaso algunarelevancia clínica el hecho de que éste no supiera relacionarse con el desconsuelo de su paciente? A partirdel momento en que una enfermedad alcanza ese grado de virulencia no parece probable que lasemociones puedan tener algún tipo de efecto apreciable en su desarrollo. Aunque es evidente que lacualidad de los últimos meses de vida de esta mujer se vio ensombrecida por la depresión, todavía no estáclaro el efecto de la tristeza sobre el curso del cáncer. Pero el hecho es que hay muchas investigacionesque apuntan a la conclusión de que la depresión desempeña un papel relevante en otras condicionesclínicas, especialmente en lo que concierne a la fase de empeoramiento de la enfermedad. Cada vez esmayor la evidencia de que los pacientes deprimidos que se hallan aquejados de una enfermedad gravetambién deberían recibir tratamiento para su depresión.Una de las complicaciones que conlleva el tratamiento de la depresión es que sus síntomas, entre losque se incluye el letargo y la pérdida de apetito, suelen confundirse con los síntomas de otrasenfermedades, especialmente en el caso de que sean tratados por médicos que tengan poca experiencia113

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