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Daniel GolemanInteligencia EmocionalPero estas lecciones parecían haber fracasado después de que Lamont acabara el instituto. Atrapadopor el océano urbano de la pobreza, las drogas y las armas de fuego, Lamont yacía, a los veintiséis años deedad, tumbado en la cama de un hospital, envuelto en vendas y con el cuerpo acribillado a balazos. Apenassupo la noticia, Shriver se precipitó al hospital y se encontró con un Lamont que apenas podía hablar,acompañado de su madre y de novia. Luego se acercó a la cabecera de la cama e, inclinándose sobreLamont, le escuchó murmurar: «Shriver, en cuanto salga de aquí volveré a utilizar el SOCS».Lamont había pasado por Hillhouse High antes de que comenzara a impartirse el curso de desarrollosocial. ¿Quizá su vida hubiera seguido otros derroteros de haber podido beneficiarse en sus años escolaresde este tipo de educación, como lo hacen ahora los alumnos de las escuelas públicas de New Haven? Todoparece apuntar a una respuesta positiva, aunque no podamos afirmarlo con seguridad.Como dijo Tim Shriver: «una cosa es clara: el campo de pruebas de los programas de solución deproblemas sociales no es el aula sino la cafetería, las calles y el hogar». Consideremos ahora el testimoniode algunos de los maestros que han participado en el programa de formación social de New Haven. Uno deellos relató que una antigua alumna le visitó y le aseguró que habría acabado siendo una madre soltera «sino hubiera aprendido a hacer valer sus derechos durante las clases de Desarrollo Social».Gira maestra habla también del caso de una de sus alumnas que sólo podía relacionarse con sumadre a gritos pero, después de que la chica aprendiera a calmarse y a pensar antes de actuar. Podían, enopinión de su madre, «hablar sin perder los estribos».Una alumna de sexto curso de Troup envió una nota a su maestra de Desarrollo Social, donde decíaque su mejor amiga estaba embarazada, no tenía a nadie con quien hablar y estaba pensando ensuicidarse... pero concluía que ella sabía que podía contar con la ayuda de su maestra.Un momento particularmente significativo tuvo lugar mientras permanecía como observador de unaclase de séptimo curso de desarrollo social en las escuelas de New Haven y el maestro preguntó por«alguien que le contara una disputa reciente que huhiera terminado bien».Una rolliza chica de doce años de edad levantó en seguida la mano y dijo: «yo tenía una amiga perounos compañeros me comentaron que planeaba pegarme al salir de la escuela». No obstante, en lugar deenfadarse con ella, puso en práctica un método aprendido en clase, consistente en averiguar lo que estabasucediendo realmente antes de actuar: «así que me dirigí a aquella chica y le pregunté por qué había dichoaquello. Entonces me enteré de que nunca había dicho nada semejante, de modo que no nos peleamos».La historia parece suficientemente irrelevante pero debemos tener en cuenta que la chica en cuestiónya había sido expulsada de otra escuela por pelearse, ya que su antigua pauta de acción había sido la deprimero golpear y luego preguntar, o no preguntar en absoluto. En estas condiciones, el hecho de entablaruna conversación constructiva con un posible adversario en lugar de enzarzarse en una confrontacióninmediata constituye una auténtica victoria.Los datos más impresionantes tal vez sean los que me proporcionó el director de una de estasescuelas que ya llevaba doce años impartiendo clases de alfabetización emocional. Una regla inapelable enestas clases es que los niños que son descubiertos peleándose son mandados temporalmente a casa. Peroa lo largo de los años en que han ido impartiéndose las clases de alfabeti zación emocional ha habido undescenso continuo en el número de estas expulsiones provisionales. «El último año escolar —me dijo eldirector— hubo 106 suspensiones de este tipo. En lo que llevamos de año (y estamos en marzo) solo hahabido 26.» Estos son beneficios bien palpables.Pero, aparte de estos datos anecdóticos en cuanto a la mejora de las vidas de los implicados, quedatodavía por responder la cuestión de cuál es la importancia real que tienen las clases de alfabetizaciónemocional para los implicados. Los datos sugieren que, aunque tales cursos no cambien a nadie de lanoche a la mañana, a medida que los niños van atravesando los distintos cursos del programa, existenevidentes mejoras en el clima emocional de la escuela, en las perspectivas vitales y en el nivel decompetencia emocional de quienes reciben este tipo de formación.Existen varias evaluaciones objetivas realizadas a este respecto. Una de ellas, tal vez la mejor, la hanrealizado observadores independientes y se ha centrado en comparar la conducta de aquellos alumnos quehan pasado por estos cursos con otros que no lo han hecho. Otro método consiste en detectar los cambiosque han tenido lugar en un determinado grupo de estudiantes, basandose en unas cuantas medidasobjetivas de su conducta (como el número de peleas que tienen lugar en el patio de recreo o el número desuspensiones provisionales) antes y después de haber participado en el programa. Los datos de estosestudios muestran la considerable mejora que suponen para la competencia emocional y social de losalumnos, para su conducta dentro y fuera del aula y para su capacidad de aprendizaje (véase Apéndice Fpara más detalles a este respecto).AUTOCONCIENCIA EMOCIONAL•Mejor reconocimiento y designación de las emociones.•Mayor comprensión de las causas de los sentimientos.177

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