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2013 157 Revista de las causas y consecuencias

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Este lenguaje oficial <strong>de</strong>l dictamen no era sino una repetición<strong>de</strong> los sentimientos expresados con anterioridad por el presi<strong>de</strong>nte<strong>de</strong> la comisión legislativa mencionada, en un discursoque pronunció en la Cámara el 19 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1847. “Laguerra tal como se hace a menudo —dijo Mr. Ingersoll— esmotivo <strong>de</strong> lamentaciones <strong>de</strong> todo género; y muy natural esque así sea. Pero lo que <strong>las</strong> viejas y los hombres que se parecena el<strong>las</strong> <strong>de</strong>ploran por lo común <strong>las</strong> calamida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la guerra,¿Cuándo se ha sentido entre nosotros hasta el presente en estalucha con México? Jamás estuvo nuestro país más próspero,ni más po<strong>de</strong>roso que ahora. Me propongo <strong>de</strong>mostrar <strong>de</strong> modoirrefutable que todos los partidos en los Estados Unidos ytodas <strong>las</strong> administraciones <strong>de</strong> este país <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que México<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser una provincia española, han sostenido unánimementeel principio político <strong>de</strong> obtener <strong>de</strong> México pormedios equitativos precisamente los territorios que esepropio país nos ha obligado ahora a tomar por la fuerza,a pesar <strong>de</strong> que todavía ahora mismo estaríamos dispuestosa pagar por ellos, no nada más con sangre, sino tambiéncon dinero” (Apéndice <strong>de</strong>l Cong. Globe, 1847, Página125). En otras palabras, si México está dispuesto en este mismoinstante a ven<strong>de</strong>rnos los territorios codiciados, al precioque nosotros fijemos, <strong>de</strong>jaremos <strong>de</strong> asesinar a sus ciudadanospara adquirirlos. Esta admisión explica la solicitud extremay ostensiblemente ridícula <strong>de</strong>mostrada por Mr. Polk a favor<strong>de</strong> la paz. Puesto que la guerra se hacía únicamente para adquirirterritorio, mientras más vigorosamente se le realizara,más pronto se vería México obligado a pagar por la paz lacesión territorial apetecida. La <strong>de</strong>smembración <strong>de</strong>l territorio<strong>de</strong> otro país y no la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l nuestro era el objeto que perseguíael Gobierno <strong>de</strong> los Estados Unidos.” (9)Y en el Capítulo XXXI, “MALES POLÍTICOS DE LA GUE-RRA”, W. Jay afina su conclusión: “Es <strong>de</strong>l todo imposible queel Congreso hubiera expedido o el pueblo hubiera tolerado,una <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> guerra contra México, ni para obligar aese país a pagar supuestas reclamaciones, ni para hacer queretirara sus tropas y sus autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>las</strong> poblaciones situadasen el Río Gran<strong>de</strong>. Así que se consi<strong>de</strong>ró necesario enprimer lugar provocar un choque y <strong>de</strong>spués apelar al Congresopara <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el país <strong>de</strong> una invasión. Por lo tanto, la guerra,aunque fue reconocida y sostenida por el Congresouna vez que dio principio, <strong>de</strong> hecho se inició a consecuencia<strong>de</strong> ór<strong>de</strong>nes dictadas por el Presi<strong>de</strong>nte bajo su propia22

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