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2013 157 Revista de las causas y consecuencias

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WILLYAM JAY<strong>de</strong> generosidad que el Creador ha impuesto a todas sus creaturas. Locual no obsta para que la violación y el <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> estas obligacionesen favor <strong>de</strong> supuestos intereses <strong>de</strong>l público, parezcan a muchaspersonas una prueba <strong>de</strong> patriotismo.De pocas virtu<strong>de</strong>s se hace profesión pública <strong>de</strong> modo más universal ypocas hay que sean más imperfectamente comprendidas y raramentepracticadas sin embargo, que el patriotismo. Des<strong>de</strong> los tiempos <strong>de</strong>Absalón hasta <strong>las</strong> últimas reuniones político-electorales, la profesión<strong>de</strong> fe patriótica ha sido el más barato material con que los <strong>de</strong>magogostratan siempre <strong>de</strong> fabricar sus fortunas.Toda falsificación implica la existencia <strong>de</strong> un original. Sí hay esa virtudllamada patriotismo, reconocida e inculcada tanto por la religiónnatural como por la revelada, y no es el patriotismo sino la expansión<strong>de</strong> ese sentimiento generoso que brota <strong>de</strong> la calidad moral.Hacer bien a todos los hombres cuando tengamos ocasión <strong>de</strong> ello esun mandato que tiene autoridad divina. Por lo común nuestra capacidad<strong>de</strong> hacer el bien se limita a nuestras familias, nuestros vecinosy compatriotas; y la inclinación natural <strong>de</strong> nuestros corazones nosconduce a escoger a éstos <strong>de</strong> preferencia y no a personas más distantes<strong>de</strong> nosotros, como objeto <strong>de</strong> nuestros actos <strong>de</strong> bondad. Nuestroamor humano, cuando se inspira en la masa <strong>de</strong> nuestros compatriotas,constituye el patriotismo; y su ejercicio reconoce entonces exactamente<strong>las</strong> mismas leyes morales que cuando lo inspiran nuestrosvecinos o nuestras familias. Una voz celestial nos ha prohibido “hacerel mal para conseguir el bien”. La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que nuestro país es primeroque nada, esté o no en lo justo, es tan impía y pecaminosa como lofuera si la aplicásemos a nuestra iglesia o a nuestro partido. Si resultaun acto <strong>de</strong> rebelión contra Dios el violar sus leyes para beneficio <strong>de</strong>un individuo, así sea muy caro para nosotros, no menos pecaminoso<strong>de</strong>be ser el realizar un acto semejante para provecho <strong>de</strong> cualquiernúmero <strong>de</strong> personas. Si no nos es permitido, por bondad para conel salteador <strong>de</strong> caminos, ayudarlo a robar y asesinar al viajero, ¿quéley divina nos permite ayudar a cualquier número <strong>de</strong> nuestros compatriotasa que roben y asesinen a otras gentes? Quien se empeña enuna guerra <strong>de</strong>fensiva, con plena convicción <strong>de</strong> su necesidad y justicia,quizá lo haga obligado por el patriotismo, por un generoso <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>salvar <strong>las</strong> vidas y los bienes y los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> sus compatriotas. Pero338

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