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2013 157 Revista de las causas y consecuencias

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WILLYAM JAYVolvamos ahora la vista hacia otro caso triste pero impresionante queilustra <strong>las</strong> observaciones que hicimos al principio <strong>de</strong> este capítulo.Un gran número <strong>de</strong> emigrantes irlan<strong>de</strong>ses que vinieron a los EstadosUnidos, tomó <strong>las</strong> armas y se alistó en el ejército invasor. Claro estáque estos hombres eran simples mercenarios. Se <strong>de</strong>dicaron éstos acombatir, tal como otros compatriotas suyos se <strong>de</strong>dican a trabajar ennuestros canales y ferrocarriles, por la paga. Ellos no entendían nise preocupaban por <strong>las</strong> reclamaciones “<strong>de</strong> nuestros muy agraviadosciudadanos”, ni se tomaron la molestia <strong>de</strong> pensar en “nuestra fronteraocci<strong>de</strong>ntal”. Al llegar a México, se dieron cuenta <strong>de</strong> que estaban alservicio <strong>de</strong> herejes para matar a hermanos <strong>de</strong> su propia iglesia. A<strong>de</strong>más,los mexicanos publicaron llamamientos dirigidos a la conciencia<strong>de</strong> aquellos irlan<strong>de</strong>ses en los que se calificaba con términos muyduros el pecado que estaban cometiendo al pelear contra hombresque jamás los habían ofendido a ellos y a los que estaban unidos poruna fe religiosa común; y se les hacían ofertas muy liberales <strong>de</strong> tierray <strong>de</strong> dinero si abandonaban la ban<strong>de</strong>ra americana.Una porción <strong>de</strong> emigrantes irlan<strong>de</strong>ses aceptaron la invitación; y esrazonable suponer que procedieron así influidos por razones religiosasy <strong>de</strong> interés pecuniario. Unos 50 <strong>de</strong> estos hombres cayeronprisioneros en un combate. Es indudable que habían cometido uncrimen al violar la fe jurada, y <strong>de</strong> acuerdo con <strong>las</strong> reg<strong>las</strong> ordinarias <strong>de</strong>la guerra, merecían castigo con toda justicia. Unos cuantos <strong>de</strong> estoshombres escaparon a la muerte por obra <strong>de</strong> algunas consi<strong>de</strong>racionestécnicas, y otros cuantos por ciertas circunstancias atenuantes no especificadas;pero una or<strong>de</strong>n general expedida el 22 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong>1847, contenía el siguiente anuncio verda<strong>de</strong>ramente pasmoso:“Después <strong>de</strong> que el general en jefe hizo todo esfuerzo posible por salvar,mediante una selección juiciosa, a tantos <strong>de</strong>sdichados convictoscomo fuera posible, cincuenta <strong>de</strong> ellos han pagado su traición conuna muerte ignominiosa en la horca”.Tenemos aquí la confesión más extraordinaria que pueda imaginarse.El Comandante <strong>de</strong> un ejército victorioso proclama su inhabilidadpara salvar <strong>de</strong> la muerte a cualquiera <strong>de</strong> estos cincuenta hombres. Hahabido casos en que regimientos enteros se han pasado al enemigo268

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