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2013 157 Revista de las causas y consecuencias

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WILLYAM JAY“La ciudad, o por lo menos la parte norte <strong>de</strong> ella, ha quedadototalmente <strong>de</strong>struida; la <strong>de</strong>vastación es espantosa. Es imposiblecalcular <strong>las</strong> pérdidas <strong>de</strong> los mexicanos por el bombar<strong>de</strong>o;pero <strong>de</strong> seguro <strong>las</strong> mujeres, los niños y los no combatientesson los que han sufrido más. El palacio nacional ubicadoen la plaza recibió cinco cañonazos, uno <strong>de</strong> los cuales mató auna mujer y a dos niños que dormían en la cocina.Me dirigí hacia la ciudad -dice otro escritor-, para ver el efectoque habían causado en ella nuestros proyectiles. Iba yo seguro<strong>de</strong> encontrar gran <strong>de</strong>strucción, pero a pesar <strong>de</strong> ello nuncame imaginé que fuese tanta, y quedé asombrado. Está casi<strong>de</strong>struida la ciudad en su parte suroeste. Dicen los ciudadanos<strong>de</strong> Veracruz que <strong>las</strong> bombas causaron los mayores daños.Caían sobre sus casas y por su peso, atravesaban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lostechos hasta los zótanos (sic)y allí hacían explosión, <strong>de</strong> modoque partían <strong>las</strong> casas <strong>de</strong> arriba abajo y mataban a cuantosestaban <strong>de</strong>ntro”.Mr. Hine <strong>de</strong>scribe así su visita el día <strong>de</strong> la rendición:“Casi no pasé por una sola casa que no mostrara alguna grietaenorme producida por la explosión <strong>de</strong> <strong>las</strong> bombas. Durantemi recorrido llegue a una mansión elevada y señorial en laque había estallado una terrible bomba <strong>de</strong>rribando todo elfrente <strong>de</strong> la casa. Mientras examinaba yo los espantosos dañosproducidos, salió a la puerta una hermosa niña como <strong>de</strong>dieciesiete años <strong>de</strong> edad y me invitó a que pasara a su casa.Me mostró el mobiliario <strong>de</strong> la mansión hecho añicos y losmontones <strong>de</strong> escombros que yacían por todas partes, y meinformó, en tanto sus bellos ojos se llenaban <strong>de</strong> lágrimas, quela bomba había matado a su padre, a su madre, a su hermanoy a sus dos hermanitas menores, y que se había quedado el<strong>las</strong>ola en el mundo.Durante la tar<strong>de</strong> visité el hospital. Yacían en camas improvisadas<strong>las</strong> criaturas mutiladas que habían sido heridasdurante el bombar<strong>de</strong>o. En un rincón vi a una pobre mujer<strong>de</strong>crépita, agotada, con la cabeza blanca por <strong>las</strong> tristezas acumuladasdurante setenta años. Uno <strong>de</strong> sus brazos marchitoshabía sido volado en pedazos por un fragmento <strong>de</strong> metralla.En otro lugar podía verse a varias personas mutiladas, hombresy mujeres, heridos y <strong>de</strong>sfigurados por <strong>las</strong> casas que les286

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