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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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o<strong>por</strong>tunidades, y de <strong>la</strong>s más im<strong>por</strong>tantes <strong>por</strong> cierto, se acercaba: <strong>la</strong> fiesta de “todos los santos”. La víspera,<br />

Lutero, uniéndose a <strong>la</strong>s muchedumbres que iban a <strong>la</strong> iglesia, fijó <strong>en</strong> <strong>la</strong>s puertas del templo un papel que<br />

cont<strong>en</strong>ía nov<strong>en</strong>ta y cinco proposiciones contra <strong>la</strong> doctrina de <strong>la</strong>s indulg<strong>en</strong>cias. Dec<strong>la</strong>raba además que<br />

estaba listo para def<strong>en</strong>der aquel<strong>la</strong>s tesis al día sigui<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>la</strong> universidad, contra cualquiera que quisiera<br />

rebatir<strong>la</strong>s.<br />

Estas proposiciones atrajeron <strong>la</strong> at<strong>en</strong>ción g<strong>en</strong>eral. Fueron leídas y vueltas a leer y se repetían <strong>por</strong><br />

todas partes. Fue muy int<strong>en</strong>sa <strong>la</strong> excitación que produjeron <strong>en</strong> <strong>la</strong> universidad y <strong>en</strong> toda <strong>la</strong> ciudad.<br />

Demostraban que jamás se había otorgado al papa ni a hombre alguno el poder de perdonar los pecados y<br />

de remitir el castigo consigui<strong>en</strong>te. Todo ello no era sino una farsa, un artificio para ganar dinero valiéndose<br />

de <strong>la</strong>s supersticiones del pueblo, un inv<strong>en</strong>to de Satanás para destruir <strong>la</strong>s almas de todos los que confias<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> tan necias m<strong>en</strong>tiras. Se probaba además con toda evid<strong>en</strong>cia que el evangelio de Cristo es el tesoro más<br />

valioso de <strong>la</strong> iglesia, y que <strong>la</strong> gracia de Dios reve<strong>la</strong>da <strong>en</strong> él se otorga de balde a los que <strong>la</strong> buscan <strong>por</strong><br />

medio del arrep<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to y de <strong>la</strong> fe.<br />

Las tesis de Lutero desafiaban a discutir; pero nadie osó aceptar el reto. Las proposiciones hechas<br />

<strong>por</strong> él se esparcieron luego <strong>por</strong> toda Alemania y <strong>en</strong> pocas semanas se difundieron <strong>por</strong> todos los dominios<br />

de <strong>la</strong> cristiandad. Muchos devotos romanistas, que habían visto y <strong>la</strong>m<strong>en</strong>tado <strong>la</strong>s terribles iniquidades que<br />

prevalecían <strong>en</strong> <strong>la</strong> iglesia, pero que no sabían qué hacer para det<strong>en</strong>er su desarrollo, leyeron <strong>la</strong>s<br />

proposiciones de Lutero con profundo regocijo, reconoci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> el<strong>la</strong>s <strong>la</strong> voz de Dios. Les pareció que el<br />

Señor ext<strong>en</strong>día su mano misericordiosa para det<strong>en</strong>er el rápido avance de <strong>la</strong> marejada de corrupción que<br />

procedía de <strong>la</strong> sede de Roma. Los príncipes y los magistrados se alegraron secretam<strong>en</strong>te de que iba a<br />

ponerse un dique al arrogante poder que negaba todo derecho a ape<strong>la</strong>r de sus decisiones.<br />

Pero <strong>la</strong>s multitudes supersticiosas y dadas al pecado se aterrorizaron cuando vieron desvanecerse<br />

los sofismas que amortiguaban sus temores. Los astutos eclesiásticos, al ver interrumpida su obra que<br />

sancionaba el crim<strong>en</strong>, y <strong>en</strong> peligro sus ganancias, se airaron y se unieron para sost<strong>en</strong>er sus pret<strong>en</strong>siones.<br />

El reformador tuvo que hacer fr<strong>en</strong>te a imp<strong>la</strong>cables acusadores, algunos de los cuales le culpaban de ser<br />

viol<strong>en</strong>to y ligero para apreciar <strong>la</strong>s cosas. Otros le acusaban de presuntuoso, y dec<strong>la</strong>raban que no era guiado<br />

<strong>por</strong> Dios, sino que obraba a impulso del orgullo y de <strong>la</strong> audacia. “¿Quién no sabe—respondía él—que rara<br />

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