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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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<strong>en</strong>diciones de <strong>la</strong> vida cotidiana. Los niños apr<strong>en</strong>dían a ser agradecidos a Dios como al disp<strong>en</strong>sador de<br />

todos los favores y de todos los consuelos.<br />

Como padres tiernos y afectuosos, amaban a sus hijos con demasiada intelig<strong>en</strong>cia para<br />

acostumbrarlos a <strong>la</strong> comp<strong>la</strong>c<strong>en</strong>cia de los apetitos. Les esperaba una vida de pruebas y privaciones y tal<br />

vez el martirio. Desde niños se les acostumbraba a sufrir p<strong>en</strong>urias, a ser sumisos y, sin embargo, capaces<br />

de p<strong>en</strong>sar y obrar <strong>por</strong> sí mismos. Desde temprano se les <strong>en</strong>señaba a llevar responsabilidades, a hab<strong>la</strong>r con<br />

prud<strong>en</strong>cia y a apreciar el valor del sil<strong>en</strong>cio. Una pa<strong>la</strong>bra indiscreta que llegara a oídos del <strong>en</strong>emigo, podía<br />

no solo hacer peligrar <strong>la</strong> vida del que <strong>la</strong> profería, sino <strong>la</strong> de c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ares de sus hermanos; <strong>por</strong>que así como<br />

los lobos acomet<strong>en</strong> su presa, los <strong>en</strong>emigos de <strong>la</strong> verdad perseguían a los que se atrevían a abogar <strong>por</strong> <strong>la</strong><br />

libertad de <strong>la</strong> fe religiosa.<br />

Los vald<strong>en</strong>ses habían sacrificado su prosperidad mundana <strong>por</strong> causa de <strong>la</strong> verdad y trabajaban con<br />

incansable paci<strong>en</strong>cia para conseguirse el pan. Aprovechaban cuidadosam<strong>en</strong>te todo pedazo de suelo<br />

cultivable <strong>en</strong>tre <strong>la</strong>s montañas, y hacían producir a los valles y a <strong>la</strong>s faldas de los cerros m<strong>en</strong>os fértiles. La<br />

economía y <strong>la</strong> abnegación más rigurosa formaban parte de <strong>la</strong> educación que recibían los niños como único<br />

legado. Se les <strong>en</strong>señaba que Dios había determinado que <strong>la</strong> vida fuese una disciplina y que sus necesidades<br />

solo podían ser satisfechas mediante el trabajo personal, <strong>la</strong> previsión, el cuidado y <strong>la</strong> fe. Este<br />

procedimi<strong>en</strong>to era <strong>la</strong>borioso y fatigoso, pero saludable. Es precisam<strong>en</strong>te lo que necesita el hombre <strong>en</strong> su<br />

condición caída, <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> que Dios le proveyó para su educación y desarrollo. Mi<strong>en</strong>tras que se<br />

acostumbraba a los jóv<strong>en</strong>es al trabajo y a <strong>la</strong>s privaciones, no se descuidaba <strong>la</strong> cultura de su intelig<strong>en</strong>cia.<br />

Se les <strong>en</strong>señaba que todas sus facultades pert<strong>en</strong>ecían a Dios y que todas debían ser aprovechadas y<br />

desarrol<strong>la</strong>das para servirle.<br />

En su pureza y s<strong>en</strong>cillez, <strong>la</strong>s iglesias vald<strong>en</strong>ses se asemejaban a <strong>la</strong> iglesia de los tiempos<br />

apostólicos. Rechazaban <strong>la</strong> supremacía de papas y pre<strong>la</strong>dos, y consideraban <strong>la</strong> Biblia como única<br />

autoridad suprema e infalible. En contraste con el modo de ser de los orgullosos sacerdotes de Roma, sus<br />

pastores seguían el ejemplo de su Maestro que “no vino para ser servido, sino para servir”. Apac<strong>en</strong>taban<br />

el rebaño del Señor conduciéndolo <strong>por</strong> verdes pastos y a <strong>la</strong>s fu<strong>en</strong>tes de agua de vida de su santa Pa<strong>la</strong>bra.<br />

Alejado de los monum<strong>en</strong>tos, de <strong>la</strong> pompa y de <strong>la</strong> vanidad de los hombres, el pueblo se reunía, no <strong>en</strong><br />

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