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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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Belén, a dos caminantes cansados que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> de los col<strong>la</strong>dos de Nazaret, y que recorr<strong>en</strong> toda <strong>la</strong> longitud<br />

de <strong>la</strong> angosta calle del pueblo hasta el extremo este de <strong>la</strong> ciudad, buscando <strong>en</strong> vano lugar de descanso<br />

y abrigo para <strong>la</strong> noche. Ninguna puerta se abre para recibirlos. En un miserable cobertizo para el<br />

ganado, <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran al fin un refugio, y allí fue donde nació el Salvador del mundo.<br />

Los ángeles celestiales habían visto <strong>la</strong> gloria de <strong>la</strong> cual el Hijo de Dios participaba con el Padre<br />

antes que el mundo existiese, y habían esperado con int<strong>en</strong>so interés su adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>la</strong> tierra como<br />

acontecimi<strong>en</strong>to del mayor gozo para todos los pueblos. Fueron escogidos ángeles para llevar <strong>la</strong>s bu<strong>en</strong>as<br />

nuevas a los que estaban preparados para recibir<strong>la</strong>s, y que gozosos <strong>la</strong>s darían a conocer a los habitantes<br />

de <strong>la</strong> tierra. Cristo había condesc<strong>en</strong>dido <strong>en</strong> revestir <strong>la</strong> naturaleza humana; iba a llevar una carga infinita<br />

de desgracia al ofr<strong>en</strong>dar su alma <strong>por</strong> el pecado; sin embargo los ángeles deseaban que aun <strong>en</strong> su<br />

humil<strong>la</strong>ción el Hijo del Altísimo apareciese ante los hombres con <strong>la</strong> dignidad y gloria que<br />

correspondían a su carácter. ¿Se juntarían los grandes de <strong>la</strong> tierra <strong>en</strong> <strong>la</strong> capital de Israel para saludar su<br />

v<strong>en</strong>ida? ¿Sería pres<strong>en</strong>tado <strong>por</strong> legiones de ángeles a <strong>la</strong> muchedumbre que le esperara?<br />

Un ángel desci<strong>en</strong>de a <strong>la</strong> tierra para ver quiénes están preparados para dar <strong>la</strong> bi<strong>en</strong>v<strong>en</strong>ida a Jesús.<br />

Pero no puede discernir señal alguna de expectación. No oye ninguna voz de a<strong>la</strong>banza ni de triunfo que<br />

anuncie que <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida del Mesías es inmin<strong>en</strong>te. El ángel se cierne durante un mom<strong>en</strong>to sobre <strong>la</strong> ciudad<br />

escogida y sobre el templo donde durante siglos y siglos se manifestara <strong>la</strong> divina pres<strong>en</strong>cia; pero allí<br />

también se nota <strong>la</strong> misma indifer<strong>en</strong>cia. Con pompa y orgullo, los sacerdotes ofrec<strong>en</strong> sacrificios impuros<br />

<strong>en</strong> el templo. Los fariseos hab<strong>la</strong>n al pueblo con grandes voces, o hac<strong>en</strong> oraciones jactanciosas <strong>en</strong> <strong>la</strong>s<br />

esquinas de <strong>la</strong>s calles. En los pa<strong>la</strong>cios de los reyes, <strong>en</strong> <strong>la</strong>s reuniones de los filósofos, <strong>en</strong> <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s de<br />

los rabinos, nadie pi<strong>en</strong>sa <strong>en</strong> el hecho maravilloso que ha ll<strong>en</strong>ado todo el cielo de alegría y a<strong>la</strong>banzas,<br />

el hecho de que el Red<strong>en</strong>tor de los hombres está a punto de hacer su aparición <strong>en</strong> <strong>la</strong> tierra.<br />

No hay señal de que se espere a Cristo ni preparativos para recibir al Príncipe de <strong>la</strong> vida.<br />

Asombrado, el m<strong>en</strong>sajero celestial está a punto de volverse al cielo con <strong>la</strong> vergonzosa noticia, cuando<br />

descubre un grupo de pastores que están cuidando sus rebaños durante <strong>la</strong> noche, y que al contemp<strong>la</strong>r<br />

el cielo estrel<strong>la</strong>do, meditan <strong>en</strong> <strong>la</strong> profecía de un Mesías que debe v<strong>en</strong>ir a <strong>la</strong> tierra y anhe<strong>la</strong>n el<br />

adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to del Red<strong>en</strong>tor del mundo. Aquí t<strong>en</strong>emos un grupo de seres humanos preparado para<br />

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