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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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cambiada o abrogada, y a los que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> los requerimi<strong>en</strong>tos de el<strong>la</strong> <strong>por</strong> válidos y dignos de ser obedecidos<br />

literalm<strong>en</strong>te, se los considera como merecedores tan solo de bur<strong>la</strong> o desprecio.<br />

Al rechazar <strong>la</strong> verdad, los hombres rechazan al Autor de el<strong>la</strong>. Al pisotear <strong>la</strong> ley de Dios, se niega<br />

<strong>la</strong> autoridad del Legis<strong>la</strong>dor. Es tan fácil hacer un ídolo de <strong>la</strong>s falsas doctrinas y teorías como tal<strong>la</strong>r un ídolo<br />

de madera o piedra. Al repres<strong>en</strong>tar falsam<strong>en</strong>te los atributos de Dios, Satanás induce a los hombres a que<br />

se form<strong>en</strong> un falso concepto con respecto a él. Muchos han <strong>en</strong>tronizado un ídolo filosófico <strong>en</strong> lugar de<br />

Jehová, mi<strong>en</strong>tras que el Dios vivi<strong>en</strong>te, tal cual está reve<strong>la</strong>do <strong>en</strong> su Pa<strong>la</strong>bra, <strong>en</strong> Cristo y <strong>en</strong> <strong>la</strong>s obras de <strong>la</strong><br />

creación, no es adorado más que <strong>por</strong> un número re<strong>la</strong>tivam<strong>en</strong>te pequeño. Miles y miles deifican <strong>la</strong><br />

naturaleza al paso que niegan al Dios de el<strong>la</strong>. Aunque <strong>en</strong> forma difer<strong>en</strong>te, <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría existe <strong>en</strong> el mundo<br />

cristiano de hoy tan ciertam<strong>en</strong>te como existió <strong>en</strong>tre el antiguo Israel <strong>en</strong> tiempos de Elías. El Dios de<br />

muchos así l<strong>la</strong>mados sabios, o filósofos, poetas, políticos, periodistas—el Dios de los círculos selectos y<br />

a <strong>la</strong> moda, de muchos colegios y universidades y hasta de muchos c<strong>en</strong>tros de teología—no es mucho mejor<br />

que Baal, el dios Sol de los f<strong>en</strong>icios.<br />

Ninguno de los errores aceptados <strong>por</strong> el mundo cristiano ataca más atrevidam<strong>en</strong>te <strong>la</strong> autoridad de<br />

Dios, ninguno está <strong>en</strong> tan abierta oposición con <strong>la</strong>s <strong>en</strong>señanzas de <strong>la</strong> razón, ninguno es de tan perniciosos<br />

resultados como <strong>la</strong> doctrina moderna que tanto cunde, de que <strong>la</strong> ley de Dios ya no es más de carácter<br />

obligatorio para los hombres. Toda nación ti<strong>en</strong>e sus leyes que exig<strong>en</strong> respeto y obedi<strong>en</strong>cia; ningún<br />

gobierno podría subsistir sin el<strong>la</strong>s; ¿y es posible imaginarse que el Creador del cielo y de <strong>la</strong> tierra no t<strong>en</strong>ga<br />

ley alguna para gobernar los seres a los cuales creó? Supongamos que los ministros más emin<strong>en</strong>tes se<br />

pusies<strong>en</strong> a predicar que <strong>la</strong>s leyes que gobiernan a su país y amparan los derechos de los ciudadanos no<br />

estaban más <strong>en</strong> vig<strong>en</strong>cia, que <strong>por</strong> coartar <strong>la</strong>s libertades del pueblo ya no se les debe obedi<strong>en</strong>cia. ¿Por<br />

cuánto tiempo se tolerarían semejantes prédicas? ¿Pero es acaso mayor of<strong>en</strong>sa desdeñar <strong>la</strong>s leyes de los<br />

estados y de <strong>la</strong>s naciones que pisotear los preceptos divinos, que son el fundam<strong>en</strong>to de todo gobierno?<br />

Más acertado sería que <strong>la</strong>s naciones abolies<strong>en</strong> sus estatutos y dejaran al pueblo hacer lo que<br />

quisiese, antes de que el Legis<strong>la</strong>dor del universo anu<strong>la</strong>se su ley y dejase al mundo sin norma para cond<strong>en</strong>ar<br />

al culpable o justificar al obedi<strong>en</strong>te. ¿Queremos saber cuál sería el resultado de <strong>la</strong> abolición de <strong>la</strong> ley de<br />

Dios? El experim<strong>en</strong>to se ha hecho ya. Terribles fueron <strong>la</strong>s esc<strong>en</strong>as que se desarrol<strong>la</strong>ron <strong>en</strong> Francia cuando<br />

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