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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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algunos de los más nobles y más honorables hijos de Escocia. Pero con esto no hicieron más que cambiar<br />

<strong>la</strong> hoguera <strong>en</strong> púlpito, desde el cual <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras dichas <strong>por</strong> esos mártires al morir resonaron <strong>por</strong> toda <strong>la</strong><br />

tierra escocesa y crearon <strong>en</strong> el alma del pueblo el propósito bi<strong>en</strong> decidido de libertarse de los grillos de<br />

Roma.<br />

Hamilton y Wishart, príncipes <strong>por</strong> su carácter y <strong>por</strong> su nacimi<strong>en</strong>to, y con ellos un <strong>la</strong>rgo séquito de<br />

más humildes discípulos, <strong>en</strong>tregaron sus vidas <strong>en</strong> <strong>la</strong> hoguera. Empero, de <strong>la</strong> ardi<strong>en</strong>te pira de Wishart volvió<br />

uno a qui<strong>en</strong> <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas no iban a consumir, uno que bajo <strong>la</strong> dirección de Dios iba a hacer oír el toque de<br />

difuntos <strong>por</strong> el papado <strong>en</strong> Escocia. Juan Knox se había apartado de <strong>la</strong>s tradiciones y de los misticismos de<br />

<strong>la</strong> iglesia para nutrirse de <strong>la</strong>s verdades de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios, y <strong>la</strong>s <strong>en</strong>señanzas de Wishart le confirmaron<br />

<strong>en</strong> <strong>la</strong> resolución de abandonar <strong>la</strong> comunión de Roma y unirse con los perseguidos reformadores. Solicitado<br />

<strong>por</strong> sus compañeros para que desempeñase el cargo de predicador, rehuyó temb<strong>la</strong>ndo esta responsabilidad<br />

y solo después de unos días de meditación y lucha consigo mismo consintió <strong>en</strong> llevar<strong>la</strong>. Pero una vez<br />

aceptado el puesto siguió ade<strong>la</strong>nte con inquebrantable resolución y con valor a toda prueba <strong>por</strong> toda <strong>la</strong><br />

vida. Este sincero reformador no tuvo jamás miedo de los hombres. El resp<strong>la</strong>ndor de <strong>la</strong>s hogueras no hizo<br />

más que dar a su fervor mayor int<strong>en</strong>sidad. Con el hacha del tirano p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te sobre su cabeza y<br />

am<strong>en</strong>azándole de muerte, permanecía firme y asestando golpes a diestra y a siniestra para demoler <strong>la</strong><br />

ido<strong>la</strong>tría.<br />

Cuando lo llevaron ante <strong>la</strong> reina de Escocia, <strong>en</strong> cuya pres<strong>en</strong>cia f<strong>la</strong>queó el valor de más de un<br />

caudillo protestante, Juan Knox testificó firme y d<strong>en</strong>odadam<strong>en</strong>te <strong>por</strong> <strong>la</strong> verdad. No podían ganarlo con<br />

ha<strong>la</strong>gos, ni intimidarlo con am<strong>en</strong>azas. La reina le culpó de herejía. Había <strong>en</strong>señado al pueblo una religión<br />

que estaba prohibida <strong>por</strong> el estado y con ello, añadía el<strong>la</strong>, transgredía el mandami<strong>en</strong>to de Dios que ord<strong>en</strong>a<br />

a los súbditos obedecer a sus gobernantes. Knox respondió con firmeza:<br />

“Como <strong>la</strong> religión verdadera no recibió de los gobernantes su fuerza original ni su autoridad, sino<br />

solo del eterno Dios, así tampoco deb<strong>en</strong> los súbditos amoldar su religión al gusto de sus reyes. Porque<br />

muy a m<strong>en</strong>udo son los príncipes los más ignorantes de <strong>la</strong> religión verdadera [...]. Si toda <strong>la</strong> simi<strong>en</strong>te de<br />

Abraham hubiera sido de <strong>la</strong> religión del faraón del cual fueron súbditos <strong>por</strong> <strong>la</strong>rgo tiempo, os pregunto,<br />

señora, ¿qué religión habría hoy <strong>en</strong> el mundo? Y si <strong>en</strong> los días de los apóstoles todos hubieran sido de <strong>la</strong><br />

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