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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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de vanos pesares. Mas ¿qué es eso comparado con el remordimi<strong>en</strong>to que se experim<strong>en</strong>tará aquel día<br />

“cuando viniere cual huracán vuestro espanto, y vuestra ca<strong>la</strong>midad, como torbellino”? Proverbios 1:27<br />

(VM). Los que habrían querido matar a Cristo y a su pueblo fiel son ahora testigos de <strong>la</strong> gloria que<br />

descansa sobre ellos. En medio de su terror oy<strong>en</strong> <strong>la</strong>s voces de los santos que exc<strong>la</strong>man <strong>en</strong> unánime júbilo:<br />

“¡He aquí este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará!” Isaías 25:9.<br />

Entre <strong>la</strong>s osci<strong>la</strong>ciones de <strong>la</strong> tierra, <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>maradas de los relámpagos y el fragor de los tru<strong>en</strong>os, el<br />

Hijo de Dios l<strong>la</strong>ma a <strong>la</strong> vida a los santos dormidos. Dirige una mirada a <strong>la</strong>s tumbas de los justos, y<br />

levantando luego <strong>la</strong>s manos al cielo, exc<strong>la</strong>ma: “¡Despertaos, despertaos, despertaos, los que dormís <strong>en</strong> el<br />

polvo, y levantaos!” Por toda <strong>la</strong> superficie de <strong>la</strong> tierra, los muertos oirán esa voz; y los que <strong>la</strong> oigan vivirán.<br />

Y toda <strong>la</strong> tierra repercutirá bajo <strong>la</strong>s pisadas de <strong>la</strong> multitud extraordinaria de todas <strong>la</strong>s naciones, tribus,<br />

l<strong>en</strong>guas y pueblos. De <strong>la</strong> prisión de <strong>la</strong> muerte sale revestida de gloria inmortal gritando: “¿Dónde está, oh<br />

muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?” 1 Corintios 15:55. Y los justos vivos un<strong>en</strong> sus voces<br />

a <strong>la</strong>s de los santos resucitados <strong>en</strong> prolongada y alegre ac<strong>la</strong>mación de victoria.<br />

Todos sal<strong>en</strong> de sus tumbas de igual estatura que cuando <strong>en</strong> el<strong>la</strong>s fueran depositados. Adán, que se<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong>tre <strong>la</strong> multitud resucitada, es de soberbia altura y formas majestuosas, de <strong>por</strong>te poco inferior<br />

al del Hijo de Dios. Pres<strong>en</strong>ta un contraste notable con los hombres de <strong>la</strong>s g<strong>en</strong>eraciones posteriores; <strong>en</strong> este<br />

respecto se nota <strong>la</strong> gran deg<strong>en</strong>eración de <strong>la</strong> raza humana. Pero todos se levantan con <strong>la</strong> lozanía y el vigor<br />

de eterna juv<strong>en</strong>tud. Al principio, el hombre fue creado a <strong>la</strong> semejanza de Dios, no solo <strong>en</strong> carácter, sino<br />

también <strong>en</strong> lo que se refiere a <strong>la</strong> forma y a <strong>la</strong> fisonomía. El pecado borró e hizo desaparecer casi <strong>por</strong><br />

completo <strong>la</strong> imag<strong>en</strong> divina; pero Cristo vino a restaurar lo que se había malogrado. Él transformará<br />

nuestros cuerpos viles y los hará semejantes a <strong>la</strong> imag<strong>en</strong> de su cuerpo glorioso. La forma mortal y<br />

corruptible, desprovista de gracia, manchada <strong>en</strong> otro tiempo <strong>por</strong> el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e<br />

inmortal. Todas <strong>la</strong>s imperfecciones y deformidades quedan <strong>en</strong> <strong>la</strong> tumba. Reintegrados <strong>en</strong> su derecho al<br />

árbol de <strong>la</strong> vida, <strong>en</strong> el desde tanto tiempo perdido Edén, los redimidos crecerán hasta alcanzar <strong>la</strong> estatura<br />

perfecta de <strong>la</strong> raza humana <strong>en</strong> su gloria primitiva. Las últimas señales de <strong>la</strong> maldición del pecado serán<br />

quitadas, y los fieles discípulos de Cristo aparecerán <strong>en</strong> “<strong>la</strong> hermosura de Jehová nuestro Dios”, reflejando<br />

<strong>en</strong> espíritu, cuerpo y alma <strong>la</strong> imag<strong>en</strong> perfecta de su Señor.<br />

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