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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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de Cristo que estaba <strong>en</strong> ellos, cuando de antemano daba testimonio de los padecimi<strong>en</strong>tos que durarían<br />

hasta Cristo, y de <strong>la</strong>s glorias que los seguirían. A qui<strong>en</strong>es fue reve<strong>la</strong>do que no para sí mismos, sino para<br />

nosotros, ministraban estas cosas”. 1 Pedro 1:10-12 (VM). No obstante, a pesar de no haber sido dado<br />

a los profetas que compr<strong>en</strong>dies<strong>en</strong> <strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te <strong>la</strong>s cosas que les fueron reve<strong>la</strong>das, procuraron con fervor<br />

toda <strong>la</strong> luz que Dios había t<strong>en</strong>ido a bi<strong>en</strong> manifestar. “Buscaron e inquirieron dilig<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te”,<br />

“inquiri<strong>en</strong>do qué cosa o qué manera de tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba <strong>en</strong> ellos”. ¡Qué<br />

lección para el pueblo de Dios <strong>en</strong> <strong>la</strong> era cristiana, para cuyo b<strong>en</strong>eficio estas profecías fueron dadas a<br />

sus siervos! “A qui<strong>en</strong>es fue reve<strong>la</strong>do que no para sí mismos, sino para nosotros, ministraban estas<br />

cosas”. Considerad a esos santos hombres de Dios que “buscaron e inquirieron dilig<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te” tocante<br />

a <strong>la</strong>s reve<strong>la</strong>ciones que les fueron dadas para g<strong>en</strong>eraciones que aún no habían nacido. Comparad su santo<br />

celo con <strong>la</strong> indifer<strong>en</strong>cia con que los favorecidos <strong>en</strong> edades posteriores trataron este don del cielo. ¡Qué<br />

c<strong>en</strong>sura contra <strong>la</strong> apatía, amiga de <strong>la</strong> comodidad y de <strong>la</strong> mundanalidad, que se cont<strong>en</strong>ta con dec<strong>la</strong>rar<br />

que no se pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der <strong>la</strong>s profecías!<br />

Si bi<strong>en</strong> es cierto que <strong>la</strong> intelig<strong>en</strong>cia de los hombres no es capaz de p<strong>en</strong>etrar <strong>en</strong> los consejos del<br />

Eterno, ni de compr<strong>en</strong>der <strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te el modo <strong>en</strong> que se cumpl<strong>en</strong> sus designios, el hecho de que le<br />

result<strong>en</strong> tan vagos los m<strong>en</strong>sajes del cielo se debe con frecu<strong>en</strong>cia a algún error o descuido de su parte.<br />

A m<strong>en</strong>udo <strong>la</strong> m<strong>en</strong>te del pueblo—y hasta de los siervos de Dios—es ofuscada <strong>por</strong> <strong>la</strong>s opiniones<br />

humanas, <strong>la</strong>s tradiciones y <strong>la</strong>s falsas <strong>en</strong>señanzas de los hombres, de suerte que no alcanzan a<br />

compr<strong>en</strong>der más que parcialm<strong>en</strong>te <strong>la</strong>s grandes cosas que Dios reveló <strong>en</strong> su Pa<strong>la</strong>bra. Así les pasó a los<br />

discípulos de Cristo, cuando el mismo Señor estaba con ellos <strong>en</strong> persona. Su espíritu estaba dominado<br />

<strong>por</strong> <strong>la</strong> cre<strong>en</strong>cia popu<strong>la</strong>r de que el Mesías sería un príncipe terr<strong>en</strong>al, que exaltaría a Israel a <strong>la</strong> altura de<br />

un imperio universal, y no pudieron compr<strong>en</strong>der el significado de sus pa<strong>la</strong>bras cuando les anunció sus<br />

padecimi<strong>en</strong>tos y su muerte.<br />

El mismo Cristo los <strong>en</strong>vió con el m<strong>en</strong>saje: “Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado el reino<br />

de Dios: arrep<strong>en</strong>tíos, y creed el evangelio”. Marcos 1:15 (VM). El m<strong>en</strong>saje se fundaba <strong>en</strong> <strong>la</strong> profecía<br />

del capítulo nov<strong>en</strong>o de Daniel. El ángel había dec<strong>la</strong>rado que <strong>la</strong>s ses<strong>en</strong>ta y nueve semanas alcanzarían<br />

“hasta el Mesías Príncipe”, y con grandes esperanzas y gozo anticipado los discípulos anhe<strong>la</strong>ban que<br />

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