30.09.2016 Views

America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>por</strong> él. Aquellos que cerraban obstinadam<strong>en</strong>te los ojos para no ver <strong>la</strong> luz, resueltos ya a no aceptar <strong>la</strong><br />

verdad, se ll<strong>en</strong>aron de ira al oír <strong>la</strong>s poderosas pa<strong>la</strong>bras de Lutero. Tan luego como hubo dejado de hab<strong>la</strong>r,<br />

el que t<strong>en</strong>ía que contestar <strong>en</strong> nombre de <strong>la</strong> dieta le dijo con indignación: “No habéis respondido a <strong>la</strong><br />

pregunta que se os ha hecho [...]. Se exige de vos una respuesta c<strong>la</strong>ra y precisa. ¿Queréis retractaros, sí o<br />

no?”<br />

El reformador contestó: “Ya que su ser<strong>en</strong>ísima majestad y sus altezas exig<strong>en</strong> de mí una respuesta<br />

s<strong>en</strong>cil<strong>la</strong>, c<strong>la</strong>ra y precisa, voy a dar<strong>la</strong>, y es esta: Yo no puedo someter mi fe ni al papa ni a los concilios,<br />

<strong>por</strong>que es tan c<strong>la</strong>ro como <strong>la</strong> luz del día que ellos han caído muchas veces <strong>en</strong> el error así como <strong>en</strong> muchas<br />

contradicciones consigo mismos. Por lo cual, si no se me conv<strong>en</strong>ce con testimonios bíblicos, o con razones<br />

evid<strong>en</strong>tes, y si no se me persuade con los mismos textos que yo he citado, y si no sujetan mi conci<strong>en</strong>cia a<br />

<strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios, yo no puedo ni quiero retractar nada, <strong>por</strong> no ser digno de un cristiano hab<strong>la</strong>r contra su<br />

conci<strong>en</strong>cia. Heme aquí; no me es dable hacerlo de otro modo. ¡Que Dios me ayude! ¡Amén!” (ibíd.).<br />

Así se mantuvo este hombre recto <strong>en</strong> el firme fundam<strong>en</strong>to de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios. La luz del cielo<br />

iluminaba su rostro. La grandeza y pureza de su carácter, el gozo y <strong>la</strong> paz de su corazón eran manifiestos<br />

a todos los que le oían dar su testimonio contra el error, y veían <strong>en</strong> él esa fe que v<strong>en</strong>ce al mundo.<br />

La asamblea <strong>en</strong>tera quedó un rato muda de asombro. La primera vez había hab<strong>la</strong>do Lutero <strong>en</strong> tono<br />

respetuoso y bajo, <strong>en</strong> actitud casi sumisa. Los romanistas habían interpretado todo esto como prueba<br />

evid<strong>en</strong>te de que el valor empezaba a faltarle. Se habían figurado que <strong>la</strong> solicitud de un p<strong>la</strong>zo para dar su<br />

contestación equivalía al preludio de su retractación. Carlos mismo, al notar no sin desprecio el hábito<br />

raído del fraile, su actitud tan l<strong>la</strong>na, <strong>la</strong> s<strong>en</strong>cillez de su oración, había exc<strong>la</strong>mado: “Por cierto no será este<br />

monje el que me convierta <strong>en</strong> hereje”. Empero el valor y <strong>la</strong> <strong>en</strong>ergía que esta vez desplegara, así como <strong>la</strong><br />

fuerza y <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad de sus argum<strong>en</strong>taciones, los dejaron a todos sorpr<strong>en</strong>didos. El emperador, ll<strong>en</strong>o de<br />

admiración, exc<strong>la</strong>mó <strong>en</strong>tonces: “El fraile hab<strong>la</strong> con un corazón intrépido y con inmutable valor”. Muchos<br />

de los príncipes alemanes veían con orgullo y satisfacción a este repres<strong>en</strong>tante de su raza.<br />

Los partidarios de Roma estaban derrotados; su causa ofrecía un aspecto muy desfavorable.<br />

Procuraron conservar su poderío, no <strong>por</strong> medio de <strong>la</strong>s Escrituras, sino ape<strong>la</strong>ndo a <strong>la</strong>s am<strong>en</strong>azas, como lo<br />

hace siempre Roma <strong>en</strong> semejantes casos. El orador de <strong>la</strong> dieta dijo: “Si no te retractas, el emperador y los<br />

124

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!