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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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espera. Así como, al quitar los pecados del santuario, el sacerdote los confesaba sobre <strong>la</strong> cabeza del macho<br />

cabrío emisario, así también Cristo colocará todos estos pecados sobre Satanás, autor e instigador del<br />

pecado. El macho cabrío emisario, que cargaba con los pecados de Israel, era <strong>en</strong>viado “a tierra inhabitada”<br />

(Levítico 16:22); así también Satanás, cargado con <strong>la</strong> responsabilidad de todos los pecados que ha hecho<br />

cometer al pueblo de Dios, será confinado durante mil años <strong>en</strong> <strong>la</strong> tierra <strong>en</strong>tonces deso<strong>la</strong>da y sin habitantes,<br />

y sufrirá finalm<strong>en</strong>te <strong>la</strong> <strong>en</strong>tera p<strong>en</strong>alidad del pecado <strong>en</strong> el fuego que destruirá a todos los impíos. Así el<br />

gran p<strong>la</strong>n de <strong>la</strong> red<strong>en</strong>ción alcanzará su cumplimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>la</strong> extirpación final del pecado y <strong>la</strong> liberación de<br />

todos los que estuvieron dispuestos a r<strong>en</strong>unciar al mal.<br />

En el tiempo seña<strong>la</strong>do para el juicio—al fin de los 2.300 días, <strong>en</strong> 1844—empezó <strong>la</strong> obra de<br />

investigación y el acto de borrar los pecados. Todos los que hayan profesado el nombre de Cristo deb<strong>en</strong><br />

pasar <strong>por</strong> ese riguroso exam<strong>en</strong>. Tanto los vivos como los muertos deb<strong>en</strong> ser juzgados “de acuerdo con <strong>la</strong>s<br />

cosas escritas <strong>en</strong> los libros, según sus obras”. Los pecados que no hayan inspirado arrep<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to y que<br />

no hayan sido abandonados, no serán perdonados ni borrados de los libros de memoria, sino que<br />

permanecerán como testimonio contra el pecador <strong>en</strong> el día de Dios. Puede el pecador haber cometido sus<br />

ma<strong>la</strong>s acciones a <strong>la</strong> luz del día o <strong>en</strong> <strong>la</strong> oscuridad de <strong>la</strong> noche; eran conocidas y manifiestas para Aquel a<br />

qui<strong>en</strong> t<strong>en</strong>emos que dar cu<strong>en</strong>ta. Hubo siempre ángeles de Dios que fueron testigos de cada pecado, y lo<br />

registraron <strong>en</strong> los libros infalibles. El pecado puede ser ocultado, negado, <strong>en</strong>cubierto para un padre, una<br />

madre, una esposa, o para los hijos y los amigos; nadie, fuera de los mismos culpables t<strong>en</strong>drá tal vez <strong>la</strong><br />

más mínima sospecha del mal; no deja <strong>por</strong> eso de quedar al descubierto ante los seres celestiales. La<br />

oscuridad de <strong>la</strong> noche más sombría, el misterio de todas <strong>la</strong>s artes <strong>en</strong>gañosas, no alcanzan a ve<strong>la</strong>r un solo<br />

p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to para el conocimi<strong>en</strong>to del Eterno. Dios lleva un registro exacto de todo acto injusto e ilícito.<br />

No se deja <strong>en</strong>gañar <strong>por</strong> una apari<strong>en</strong>cia de piedad. No se equivoca <strong>en</strong> su apreciación del carácter. Los<br />

hombres pued<strong>en</strong> ser <strong>en</strong>gañados <strong>por</strong> <strong>en</strong>tes de corazón corrompido, pero Dios p<strong>en</strong>etra todos los disfraces y<br />

lee <strong>la</strong> vida interior.<br />

¡Qué p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to tan solemne! Cada día que transcurre lleva consigo su caudal de apuntes para<br />

los libros del cielo. Una pa<strong>la</strong>bra pronunciada, un acto cometido, no pued<strong>en</strong> ser jamás retirados. Los ángeles<br />

tomaron nota tanto de lo bu<strong>en</strong>o como de lo malo. El más poderoso conquistador de este mundo no puede<br />

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