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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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ningún Lutero para refutar los cargos del campeón papal con <strong>la</strong>s verdades convinc<strong>en</strong>tes y s<strong>en</strong>cil<strong>la</strong>s de <strong>la</strong><br />

Pa<strong>la</strong>bra de Dios. Ningún esfuerzo se hizo para def<strong>en</strong>der al reformador. Se manifestaba una disposición<br />

g<strong>en</strong>eral no solo para cond<strong>en</strong>arlo junto con <strong>la</strong>s doctrinas que <strong>en</strong>señaba, sino para arrancar de raíz <strong>la</strong> herejía.<br />

Roma había disfrutado de <strong>la</strong> o<strong>por</strong>tunidad más favorable para def<strong>en</strong>der su causa. Se había dicho todo cuanto<br />

pudiera decirse para justificar<strong>la</strong>. Pero aquel<strong>la</strong> victoria apar<strong>en</strong>te no fue sino <strong>la</strong> señal de <strong>la</strong> derrota. Desde<br />

aquel día el contraste <strong>en</strong>tre <strong>la</strong> verdad y el error iba a resaltar más y más, <strong>por</strong>que <strong>la</strong> lucha <strong>en</strong>tre ambos<br />

quedaba resueltam<strong>en</strong>te empeñada. Nunca desde aquel mom<strong>en</strong>to iba a quedar Roma tan segura como antes<br />

lo estuviera.<br />

En tanto que <strong>la</strong> mayoría de los miembros de <strong>la</strong> dieta no hubieran vaci<strong>la</strong>do <strong>en</strong> <strong>en</strong>tregar a Lutero a<br />

<strong>la</strong> v<strong>en</strong>ganza de Roma, no eran pocos los que echaban de ver con dolor <strong>la</strong> corrupción que prevalecía <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />

iglesia, y deseaban que se concluyera con los abusos que sufría el pueblo alemán como consecu<strong>en</strong>cia de<br />

<strong>la</strong> degradación e inmoralidad del clero. El legado había pres<strong>en</strong>tado al gobierno del papa del modo más<br />

favorable. Pero <strong>en</strong>tonces el Señor movió a uno de los miembros de <strong>la</strong> dieta a que hiciese una verdadera<br />

exposición de los efectos de <strong>la</strong> tiranía papal. Con noble firmeza el duque Jorge de Sajonia se levantó ante<br />

aquel<strong>la</strong> asamblea de príncipes y expuso con aterradora exactitud los <strong>en</strong>gaños y <strong>la</strong>s abominaciones del<br />

papado y sus fatales consecu<strong>en</strong>cias. En conclusión añadió:<br />

“He aquí indicados algunos de los abusos de que acusan a Roma. Han echado a un <strong>la</strong>do <strong>la</strong><br />

vergü<strong>en</strong>za, y no se aplican más que a una cosa: ¡al dinero! ¡siempre más dinero! [...] de modo que los<br />

predicadores que debieran <strong>en</strong>señar <strong>la</strong> verdad, no predican sino <strong>la</strong> m<strong>en</strong>tira; y no so<strong>la</strong>m<strong>en</strong>te son tolerados,<br />

sino también recomp<strong>en</strong>sados, <strong>por</strong>que cuanto más mi<strong>en</strong>tan, tanto más ganan. De esta fu<strong>en</strong>te c<strong>en</strong>agosa es<br />

de donde dimanan todas esas aguas corrompidas. El desarreglo conduce a <strong>la</strong> avaricia [...]. ¡Ah! es un<br />

escándalo que da el clero, precipitando así tantas almas a una cond<strong>en</strong>ación eterna. Se debe efectuar una<br />

reforma universal” (ibíd., cap. 4).<br />

Lutero mismo no hubiera podido hab<strong>la</strong>r con tanta maestría y con tanta fuerza contra los abusos de<br />

Roma; y <strong>la</strong> circunstancia de ser el orador un dec<strong>la</strong>rado <strong>en</strong>emigo del reformador daba más valor a sus<br />

pa<strong>la</strong>bras. De haber estado abiertos los ojos de los circunstantes, habrían visto allí a los ángeles de Dios<br />

arrojando rayos de luz para disipar <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s del error y abri<strong>en</strong>do <strong>la</strong>s m<strong>en</strong>tes y los corazones de todos,<br />

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