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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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ecibieran nuevas instrucciones” (ibíd.). Así, sil<strong>en</strong>ciosam<strong>en</strong>te y con presteza, se consiguieron los nombres<br />

de c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ares de crey<strong>en</strong>tes, y al tiempo seña<strong>la</strong>do y sin previo aviso, fueron estos capturados<br />

simultáneam<strong>en</strong>te y <strong>en</strong>carce<strong>la</strong>dos. Los miembros nobles de <strong>la</strong>s prósperas iglesias de Val<strong>la</strong>dolid y de<br />

Sevil<strong>la</strong>, los monjes que permanecieron <strong>en</strong> el monasterio de San Isidoro del Campo, los fieles crey<strong>en</strong>tes<br />

que vivían lejos <strong>en</strong> el norte, al pie de los Pirineos, y otros más <strong>en</strong> Toledo, Granada, Murcia y Val<strong>en</strong>cia,<br />

todos se vieron de pronto <strong>en</strong>cerrados <strong>en</strong>tre los muros de <strong>la</strong> Inquisición, para sel<strong>la</strong>r luego su testimonio con<br />

su sangre.<br />

“Las personas convictas de luteranismo [...] eran tan numerosas que alcanzaron a abastecer con<br />

víctimas cuatro grandes y tétricos autos de fe <strong>en</strong> el curso de los dos años subsigui<strong>en</strong>tes [...]. Dos se<br />

celebraron <strong>en</strong> Val<strong>la</strong>dolid, <strong>en</strong> 1559; uno <strong>en</strong> Sevil<strong>la</strong>, el mismo año, y otro el 22 de diciembre de 1560” (B.<br />

B. Wiff<strong>en</strong>, nota <strong>en</strong> su reimpresión de <strong>la</strong> Epísto<strong>la</strong> conso<strong>la</strong>toria, de Juan Pérez, p. 17).<br />

Entre los primeros que fueron apresados <strong>en</strong> Sevil<strong>la</strong> figuraba el Dr. Constantino Ponce de <strong>la</strong> Fu<strong>en</strong>te,<br />

que había trabajado tanto tiempo sin despertar sospechas. “Cuando se le dio <strong>la</strong> noticia a Carlos V, el cual<br />

se <strong>en</strong>contraba <strong>en</strong>tonces <strong>en</strong> el monasterio de Yuste, de que se había <strong>en</strong>carce<strong>la</strong>do a su capellán favorito,<br />

exc<strong>la</strong>mó: ‘¡Si Constantino es hereje, gran hereje es!’ y cuando más tarde un inquisidor le aseguró que<br />

había sido dec<strong>la</strong>rado reo, replicó suspirando: ‘¡No podéis cond<strong>en</strong>ar a otro mayor!’” (Sandoval, Historia<br />

del Emperador Carlos V, tomo 2, 829; citado <strong>por</strong> M’Crie, cap. 7).<br />

No obstante no fue fácil probar <strong>la</strong> culpabilidad de Constantino. En efecto, parecían ser incapaces<br />

los inquisidores de probar los cargos levantados contra él, cuando <strong>por</strong> casualidad “<strong>en</strong>contraron, <strong>en</strong>tre otros<br />

muchos, un gran libro, escrito todo de puño y letra del mismo Constantino, <strong>en</strong> el cual, abiertam<strong>en</strong>te y<br />

como si escribiese para sí mismo, trataba <strong>en</strong> particu<strong>la</strong>r de estos capítulos (según los mismos inquisidores<br />

dec<strong>la</strong>raron <strong>en</strong> su s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia, publicada después <strong>en</strong> el cadalso), a saber: del estado de <strong>la</strong> iglesia; de <strong>la</strong><br />

verdadera iglesia y de <strong>la</strong> iglesia del papa, a qui<strong>en</strong> l<strong>la</strong>maba anticristo; del sacram<strong>en</strong>to de <strong>la</strong> eucaristía y del<br />

inv<strong>en</strong>to de <strong>la</strong> misa, acerca de todo lo cual, afirmaba él, estaba el mundo fascinado a causa de <strong>la</strong> ignorancia<br />

de <strong>la</strong>s Sagradas Escrituras; de <strong>la</strong> justificación del hombre; del purgatorio, al que l<strong>la</strong>maba cabeza de lobo<br />

e inv<strong>en</strong>to de los frailes <strong>en</strong> pro de su gu<strong>la</strong>; de <strong>la</strong>s bu<strong>la</strong>s e indulg<strong>en</strong>cias papales; de los méritos de los<br />

hombres; de <strong>la</strong> confesión [...]”. Al <strong>en</strong>señársele el volum<strong>en</strong> a Constantino, este dijo: “Reconozco mi letra,<br />

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