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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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se estableciera <strong>en</strong> Jerusalén el reino del Mesías que debía ext<strong>en</strong>derse <strong>por</strong> toda <strong>la</strong> tierra. Predicaron el<br />

m<strong>en</strong>saje que Cristo les había confiado aun cuando ellos mismos <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dían mal su significado. Aunque<br />

su m<strong>en</strong>saje se basaba <strong>en</strong> (Daniel 9:25), no notaron que, según el versículo sigui<strong>en</strong>te del mismo capítulo,<br />

el Mesías iba a ser muerto. Desde su más tierna edad <strong>la</strong> esperanza de su corazón se había cifrado <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />

gloria de un futuro imperio terr<strong>en</strong>al, y eso les cegaba <strong>la</strong> intelig<strong>en</strong>cia con respecto tanto a los datos de<br />

<strong>la</strong> profecía como a <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de Cristo.<br />

Cumplieron su deber pres<strong>en</strong>tando a <strong>la</strong> nación judaica el l<strong>la</strong>mami<strong>en</strong>to misericordioso, y luego,<br />

<strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to mismo <strong>en</strong> que esperaban ver a su Señor asc<strong>en</strong>der al trono de David, le vieron<br />

apreh<strong>en</strong>dido como un malhechor, azotado, escarnecido y cond<strong>en</strong>ado, y elevado <strong>en</strong> <strong>la</strong> cruz del Calvario.<br />

¡Qué desesperación y qué angustia no desgarraron los corazones de esos discípulos durante los días <strong>en</strong><br />

que su Señor dormía <strong>en</strong> <strong>la</strong> tumba!<br />

Cristo había v<strong>en</strong>ido al tiempo exacto y <strong>en</strong> <strong>la</strong> manera que anunciara <strong>la</strong> profecía. La dec<strong>la</strong>ración<br />

de <strong>la</strong>s Escrituras se había cumplido <strong>en</strong> cada detalle de su ministerio. Había predicado el m<strong>en</strong>saje de<br />

salvación, y “su pa<strong>la</strong>bra era con autoridad”. Los corazones de sus oy<strong>en</strong>tes habían atestiguado que el<br />

m<strong>en</strong>saje v<strong>en</strong>ía del cielo. La Pa<strong>la</strong>bra y el Espíritu de Dios confirmaban el carácter divino de <strong>la</strong> misión<br />

de su Hijo. Los discípulos seguían aferrándose a su amado Maestro con afecto indisoluble. Y sin<br />

embargo sus espíritus estaban <strong>en</strong>vueltos <strong>en</strong> <strong>la</strong> incertidumbre y <strong>la</strong> duda. En su angustia no recordaron<br />

<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de Cristo que aludían a sus padecimi<strong>en</strong>tos y a su muerte. Si Jesús de Nazaret hubiese sido<br />

el verdadero Mesías, ¿habríanse visto ellos sumidos así <strong>en</strong> el dolor y el des<strong>en</strong>gaño? Tal era <strong>la</strong> pregunta<br />

que les atorm<strong>en</strong>taba el alma mi<strong>en</strong>tras el Salvador descansaba <strong>en</strong> el sepulcro durante <strong>la</strong>s horas<br />

desesperanzadas de aquel sábado que medió <strong>en</strong>tre su muerte y su resurrección.<br />

Aunque el tétrico dolor dominaba a estos discípulos de Jesús, no <strong>por</strong> eso fueron abandonados.<br />

El profeta dice: “¡Aunque more <strong>en</strong> tinieb<strong>la</strong>s, Jehová será mi luz! [...] Él me sacará a luz; veré su<br />

justicia”. “Aun <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s no <strong>en</strong>cubr<strong>en</strong> de ti, y <strong>la</strong> noche resp<strong>la</strong>ndece como el día: lo mismo te son <strong>la</strong>s<br />

tinieb<strong>la</strong>s que <strong>la</strong> luz”. Dios había dicho: “Para el recto se levanta luz <strong>en</strong> medio de tinieb<strong>la</strong>s”. “Y<br />

conduciré a los ciegos <strong>por</strong> un camino que no conoc<strong>en</strong>; <strong>por</strong> s<strong>en</strong>deros que no han conocido los guiaré;<br />

tornaré tinieb<strong>la</strong>s <strong>en</strong> luz de<strong>la</strong>nte de ellos, y los caminos torcidos <strong>en</strong> vías rectas. Estas son mis promesas;<br />

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