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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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ecibir el m<strong>en</strong>saje celestial. Y de pronto aparece el ángel del Señor proc<strong>la</strong>mando <strong>la</strong>s bu<strong>en</strong>as nuevas de<br />

gran gozo. La gloria celestial inunda <strong>la</strong> l<strong>la</strong>nura, una compañía innumerable de ángeles aparece, y, como<br />

si el júbilo fuese demasiado para ser traído del cielo <strong>por</strong> un solo m<strong>en</strong>sajero, una multitud de voces<br />

<strong>en</strong>tonan <strong>la</strong> antífona que todas <strong>la</strong>s legiones de los rescatados cantarán un día:<br />

“¡Gloria <strong>en</strong> <strong>la</strong>s alturas a Dios, y sobre <strong>la</strong> tierra paz; <strong>en</strong>tre los hombres bu<strong>en</strong>a voluntad!” Lucas<br />

2:14 (VM).<br />

¡Oh! ¡qué lección <strong>en</strong>cierra esta maravillosa historia de Belén! ¡Qué reconv<strong>en</strong>ción para nuestra<br />

incredulidad, nuestro orgullo y amor propio! ¡Cómo nos amonesta a que t<strong>en</strong>gamos cuidado, no sea que<br />

<strong>por</strong> nuestra criminal indifer<strong>en</strong>cia, nosotros también dejemos de discernir <strong>la</strong>s señales de los tiempos, y<br />

no conozcamos el día de nuestra visitación!<br />

No fue solo sobre los col<strong>la</strong>dos de Judea, ni <strong>en</strong>tre los humildes pastores, donde los ángeles<br />

<strong>en</strong>contraron a qui<strong>en</strong>es ve<strong>la</strong>ban esperando <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida del Mesías En tierra de paganos había también<br />

qui<strong>en</strong>es le esperaban; eran sabios, ricos y nobles filósofos del ori<strong>en</strong>te. Observadores de <strong>la</strong> naturaleza,<br />

los magos habían visto a Dios <strong>en</strong> sus obras. Por <strong>la</strong>s Escrituras hebraicas t<strong>en</strong>ían conocimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong><br />

estrel<strong>la</strong> que debía proceder de Jacob, y con ardi<strong>en</strong>te deseo esperaban <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida de Aquel que sería no<br />

solo <strong>la</strong> “conso<strong>la</strong>ción de Israel” sino una “luz para iluminación de <strong>la</strong>s naciones” y “salvación hasta los<br />

fines de <strong>la</strong> tierra”. Lucas 2:25, 32; Hechos 13:47 (VM). Buscaban luz, y <strong>la</strong> luz del trono de Dios iluminó<br />

su s<strong>en</strong>da. Mi<strong>en</strong>tras los sacerdotes y rabinos de Jerusalén, guardianes y expositores titu<strong>la</strong>dos de <strong>la</strong><br />

verdad, quedaban <strong>en</strong>vueltos <strong>en</strong> tinieb<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> estrel<strong>la</strong> <strong>en</strong>viada del cielo guió a los g<strong>en</strong>tiles del extranjero<br />

al lugar <strong>en</strong> que el Rey acababa de nacer.<br />

Es “para <strong>la</strong> salvación de los que le esperan” para lo que Cristo aparecerá “<strong>la</strong> segunda vez, sin<br />

pecado”. Hebreos 9:28 (VM). Como <strong>la</strong>s nuevas del nacimi<strong>en</strong>to del Salvador, el m<strong>en</strong>saje del segundo<br />

adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to no fue confiado a los caudillos religiosos del pueblo. No habían conservado estos <strong>la</strong><br />

unión con Dios, y habían rehusado <strong>la</strong> luz divina; <strong>por</strong> consigui<strong>en</strong>te no se <strong>en</strong>contraban <strong>en</strong>tre aquellos de<br />

qui<strong>en</strong>es hab<strong>la</strong> el apóstol Pablo cuando dice: “Vosotros, empero, hermanos, no estáis <strong>en</strong> tinieb<strong>la</strong>s, para<br />

que aquel día a vosotros os sorpr<strong>en</strong>da como <strong>la</strong>drón: <strong>por</strong>que todos vosotros sois hijos de <strong>la</strong> luz e hijos<br />

del día; nosotros no somos de <strong>la</strong> noche, ni de <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s”. 1 Tesalonic<strong>en</strong>ses 5:4, 5 (VM).<br />

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