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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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modo <strong>por</strong> <strong>la</strong> obra del Espíritu de Dios que sus p<strong>la</strong>nes no llegaron a desarrol<strong>la</strong>rse hasta su consumación.<br />

La g<strong>en</strong>te no supo remontar del efecto a <strong>la</strong> causa ni descubrir el orig<strong>en</strong> de tanta desgracia. Pero <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />

Revolución <strong>la</strong> asamblea nacional rechazó <strong>la</strong> ley de Dios, y durante el reinado del terror que siguió todos<br />

pudieron ver cuál era <strong>la</strong> causa de todas <strong>la</strong>s desgracias.<br />

Cuando Francia desechó a Dios y descartó <strong>la</strong> Biblia públicam<strong>en</strong>te, hubo impíos y espíritus de <strong>la</strong>s<br />

tinieb<strong>la</strong>s que se ll<strong>en</strong>aron de júbilo <strong>por</strong> haber logrado al fin el objeto que <strong>por</strong> tanto tiempo se habían<br />

propuesto: un reino libre de <strong>la</strong>s restricciones de <strong>la</strong> ley de Dios. Y <strong>por</strong>que <strong>la</strong> maldad no era pronto castigada,<br />

el corazón de los hijos de los hombres estaba “pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te resuelto a hacer el mal”. Empero <strong>la</strong> transgresión<br />

de una ley justa y recta debía traer inevitablem<strong>en</strong>te como consecu<strong>en</strong>cia <strong>la</strong> miseria y el desastre. Si bi<strong>en</strong> es<br />

verdad que no vino el juicio inmediatam<strong>en</strong>te sobre los culpables, estaban estos <strong>la</strong>brando su ruina segura.<br />

Siglos de apostasía y de crim<strong>en</strong> iban acumu<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong> ira para el día de <strong>la</strong> retribución; y cuando llegaron al<br />

colmo de <strong>la</strong> iniquidad compr<strong>en</strong>dieron los m<strong>en</strong>ospreciadores de Dios cuán terrible es agotar <strong>la</strong> paci<strong>en</strong>cia<br />

divina.<br />

Fue retirado <strong>en</strong> gran medida el poder restrictivo del Espíritu de Dios que hubiera sido el único<br />

capaz de t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> jaque al poder cruel de Satanás y se le permitió al que se deleita <strong>en</strong> los sufrimi<strong>en</strong>tos de<br />

<strong>la</strong> humanidad que hiciese su voluntad. Los que habían preferido servir a <strong>la</strong> rebelión cosecharon los frutos<br />

de el<strong>la</strong> hasta que <strong>la</strong> tierra se ll<strong>en</strong>ó de crím<strong>en</strong>es tan horribles que <strong>la</strong> pluma se resiste a describirlos. De <strong>la</strong>s<br />

provincias aso<strong>la</strong>das y de <strong>la</strong>s ciudades arruinadas, levantábase un c<strong>la</strong>mor terrible de desesperación, de<br />

angustia indescriptible. Francia se estremecía como sacudida <strong>por</strong> un terremoto. La religión, <strong>la</strong> ley, <strong>la</strong><br />

sociedad, el ord<strong>en</strong>; <strong>la</strong> familia, el estado y <strong>la</strong> iglesia, todo lo abatía <strong>la</strong> mano impía que se levantara contra<br />

<strong>la</strong> ley de Dios. Bi<strong>en</strong> dijo el sabio: “Por su misma maldad caerá el hombre malo”. “Pero aunque el pecador<br />

haga mal ci<strong>en</strong> veces, y con todo se le prolongu<strong>en</strong> los días, sin embargo yo ciertam<strong>en</strong>te sé que les irá bi<strong>en</strong><br />

a los que tem<strong>en</strong> a Dios, <strong>por</strong> lo mismo que tem<strong>en</strong> de<strong>la</strong>nte de él. Al hombre malo empero no le irá bi<strong>en</strong>”.<br />

“Por cuanto aborrecieron <strong>la</strong> ci<strong>en</strong>cia, y no escogieron el temor de Jehová; [...] <strong>por</strong> tanto comerán del fruto<br />

de su mismo camino, y se hartarán de sus propios consejos”. Proverbios 11:5; Eclesiastés 8:12, 13;<br />

Proverbios 1:29, 31 (VM).<br />

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