30.09.2016 Views

America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

de pirámide, <strong>en</strong> <strong>la</strong> que estaban pintadas horribles figuras de demonios, y <strong>en</strong> cuyo fr<strong>en</strong>te se destacaba esta<br />

inscripción: ‘El archihereje’. ‘Con gozo—dijo Hus—llevaré <strong>por</strong> ti esta corona de oprobio, oh Jesús, que<br />

llevaste <strong>por</strong> mí una de espinas”. Acto continuo, “los pre<strong>la</strong>dos dijeron: ‘Ahora dedicamos tu alma al diablo’.<br />

‘Y yo—dijo Hus, levantando sus ojos al cielo—<strong>en</strong> tus manos <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>do mi espíritu, oh Señor Jesús,<br />

<strong>por</strong>que tú me redimiste’” (Wylie, lib. 3, cap. 7).<br />

Fue luego <strong>en</strong>tregado a <strong>la</strong>s autoridades secu<strong>la</strong>res y conducido al lugar de <strong>la</strong> ejecución. Iba seguido<br />

<strong>por</strong> inm<strong>en</strong>sa procesión formada <strong>por</strong> c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ares de hombres armados, sacerdotes y obispos que lucían sus<br />

ricas vestiduras, y <strong>por</strong> el pueblo de Constanza. Cuando lo sujetaron a <strong>la</strong> estaca y todo estuvo dispuesto<br />

para <strong>en</strong>c<strong>en</strong>der <strong>la</strong> hoguera, se instó una vez más al mártir a que se salvara retractándose de sus errores. “¿A<br />

cuáles errores—dijo Hus—debo r<strong>en</strong>unciar? De ninguno me <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro culpable. Tomo a Dios <strong>por</strong> testigo<br />

de que todo lo que he escrito y predicado ha sido con el fin de rescatar a <strong>la</strong>s almas del pecado y de <strong>la</strong><br />

perdición; y, <strong>por</strong> consigui<strong>en</strong>te, con el mayor gozo confirmaré con mi sangre aquel<strong>la</strong> verdad que he<br />

anunciado <strong>por</strong> escrito y de viva voz” (ibíd.). Cuando <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas com<strong>en</strong>zaron a arder <strong>en</strong> torno suyo,<br />

principió a cantar: “Jesús, Hijo de David, t<strong>en</strong> misericordia de mí”, y continuó hasta que su voz <strong>en</strong>mudeció<br />

para siempre.<br />

Sus mismos <strong>en</strong>emigos se conmovieron fr<strong>en</strong>te a tan heroica conducta. Un celoso partidario del<br />

papa, al referir el martirio de Hus y de Jerónimo que murió poco después, dijo: “Ambos se <strong>por</strong>taron como<br />

vali<strong>en</strong>tes al aproximarse su última hora. Se prepararon para ir a <strong>la</strong> hoguera como se hubieran preparado<br />

para ir a una boda; no dejaron oír un grito de dolor. Cuando subieron <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas, <strong>en</strong>tonaron himnos y<br />

ap<strong>en</strong>as podía <strong>la</strong> vehem<strong>en</strong>cia del fuego acal<strong>la</strong>r sus cantos” (ibíd.).<br />

Cuando el cuerpo de Hus fue consumido <strong>por</strong> completo, recogieron sus c<strong>en</strong>izas, <strong>la</strong>s mezc<strong>la</strong>ron con<br />

<strong>la</strong> tierra donde yacían y <strong>la</strong>s arrojaron al Rin, que <strong>la</strong>s llevó hasta el océano. Sus perseguidores se figuraban<br />

<strong>en</strong> vano que habían arrancado de raíz <strong>la</strong>s verdades que predicara. No soñaron que <strong>la</strong>s c<strong>en</strong>izas que echaban<br />

al mar eran como semil<strong>la</strong> esparcida <strong>en</strong> todos los países del mundo, y que <strong>en</strong> tierras aún desconocidas<br />

darían mucho fruto <strong>en</strong> testimonio <strong>por</strong> <strong>la</strong> verdad. La voz que había hab<strong>la</strong>do <strong>en</strong> <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> del concilio de<br />

Constanza había despertado ecos que resonarían al través de <strong>la</strong>s edades futuras. Hus ya no existía, pero<br />

<strong>la</strong>s verdades <strong>por</strong> <strong>la</strong>s cuales había muerto no podían perecer. Su ejemplo de fe y perseverancia iba a animar<br />

82

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!