30.09.2016 Views

America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

no requería de ellos tan solo que conservaran <strong>la</strong> verdad <strong>en</strong> su pureza <strong>en</strong> sus propias iglesias, sino que<br />

hicieran honor a <strong>la</strong> solemne responsabilidad de hacer que su luz iluminara a los que estaban <strong>en</strong> tinieb<strong>la</strong>s.<br />

Con el gran poder de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios procuraban destrozar el yugo que Roma había impuesto. Los<br />

ministros vald<strong>en</strong>ses eran educados como misioneros, y a todos los que p<strong>en</strong>saban dedicarse al ministerio<br />

se les exigía primero que adquiries<strong>en</strong> experi<strong>en</strong>cia como evangelistas. Todos debían servir tres años <strong>en</strong><br />

alguna tierra de misión antes de <strong>en</strong>cargarse de alguna iglesia <strong>en</strong> <strong>la</strong> suya.<br />

Este servicio, que desde el principio requería abnegación y sacrificio, era una preparación<br />

adecuada para <strong>la</strong> vida que los pastores llevaban <strong>en</strong> aquellos tiempos de prueba. Los jóv<strong>en</strong>es que eran<br />

ord<strong>en</strong>ados para el sagrado ministerio no veían <strong>en</strong> perspectiva ni riquezas ni gloria terr<strong>en</strong>ales, sino una vida<br />

de trabajo y peligro y quizás el martirio. Los misioneros salían de dos <strong>en</strong> dos como Jesús se lo mandara a<br />

sus discípulos. Casi siempre se asociaba a un jov<strong>en</strong> con un hombre de edad madura y de experi<strong>en</strong>cia, que<br />

le servía de guía y de compañero y que se hacía responsable de su educación, exigiéndose del jov<strong>en</strong> que<br />

fuera sumiso a <strong>la</strong> <strong>en</strong>señanza. No andaban siempre juntos, pero con frecu<strong>en</strong>cia se reunían para orar y<br />

confer<strong>en</strong>ciar, y de este modo se fortalecían uno a otro <strong>en</strong> <strong>la</strong> fe.<br />

Dar a conocer el objeto de su misión hubiera bastado para asegurar su fracaso. Así que ocultaban<br />

cuidadosam<strong>en</strong>te su verdadero carácter. Cada ministro sabía algún oficio o profesión, y los misioneros<br />

llevaban a cabo su trabajo ocultándose bajo <strong>la</strong>s apari<strong>en</strong>cias de una vocación secu<strong>la</strong>r. G<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te<br />

escogían el oficio de comerciantes o buhoneros. “Traficaban <strong>en</strong> sedas, joyas y <strong>en</strong> otros artículos que <strong>en</strong><br />

aquellos tiempos no era fácil conseguir, a no ser <strong>en</strong> distantes em<strong>por</strong>ios, y se les daba <strong>la</strong> bi<strong>en</strong>v<strong>en</strong>ida como<br />

comerciantes allí donde se les habría despreciado como misioneros” (Wylie, libro I, cap. 7).<br />

Constantem<strong>en</strong>te elevaban su corazón a Dios pidiéndole sabiduría para poder exhibir a <strong>la</strong>s g<strong>en</strong>tes un tesoro<br />

más precioso que el oro y que <strong>la</strong>s joyas que v<strong>en</strong>dían. Llevaban siempre ocultos ejemp<strong>la</strong>res de <strong>la</strong> Biblia<br />

<strong>en</strong>tera, o <strong>por</strong>ciones de el<strong>la</strong>, y siempre que se pres<strong>en</strong>taba <strong>la</strong> o<strong>por</strong>tunidad l<strong>la</strong>maban <strong>la</strong> at<strong>en</strong>ción de sus cli<strong>en</strong>tes<br />

a dichos manuscritos. Con frecu<strong>en</strong>cia despertaban así el interés <strong>por</strong> <strong>la</strong> lectura de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios y con<br />

gusto dejaban algunas <strong>por</strong>ciones de el<strong>la</strong> a los que deseaban t<strong>en</strong>er<strong>la</strong>s.<br />

La obra de estos misioneros empezó al pie de sus montañas, <strong>en</strong> <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>nuras y valles que los<br />

rodeaban, pero se ext<strong>en</strong>dió mucho más allá de esos límites. Descalzos y con ropa tosca y desgarrada <strong>por</strong><br />

50

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!