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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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terrible desca<strong>la</strong>bro. Proc<strong>la</strong>móse otra cruzada. En todas <strong>la</strong>s naciones de Europa que estaban sujetas al papa<br />

se reunió dinero, se hizo acopio de armam<strong>en</strong>tos y se reclutaron hombres. Muchedumbres se reunieron<br />

bajo el estandarte del papa con <strong>la</strong> seguridad de que al fin acabarían con los herejes husitas. Confiando <strong>en</strong><br />

<strong>la</strong> victoria, un inm<strong>en</strong>so número de soldados invadió a Bohemia. El pueblo se reunió para def<strong>en</strong>derse. Los<br />

dos ejércitos se aproximaron uno al otro, quedando separados tan solo <strong>por</strong> un río que corría <strong>en</strong>tre ellos.<br />

“Los cruzados eran muy superiores <strong>en</strong> número, pero <strong>en</strong> vez de arrojarse a cruzar el río y <strong>en</strong>tab<strong>la</strong>r batal<strong>la</strong><br />

con los husitas a qui<strong>en</strong>es habían v<strong>en</strong>ido a atacar desde tan lejos, permanecieron absortos y <strong>en</strong> sil<strong>en</strong>cio<br />

mirando a aquellos guerreros” (Wylie, lib. 3, cap. 17).<br />

Rep<strong>en</strong>tinam<strong>en</strong>te un terror misterioso se apoderó de ellos. Sin asestar un solo golpe, esa fuerza<br />

irresistible se desbandó y se dispersó como <strong>por</strong> un poder invisible. Las tropas husitas persiguieron a los<br />

fugitivos y mataron a gran número de ellos, y un rico botín quedó <strong>en</strong> manos de los v<strong>en</strong>cedores, de modo<br />

que, <strong>en</strong> lugar de empobrecer a los bohemios, <strong>la</strong> guerra los <strong>en</strong>riqueció. Pocos años después, bajo un nuevo<br />

papa, se preparó otra cruzada. Como anteriorm<strong>en</strong>te, se volvió a reclutar g<strong>en</strong>te y a allegar medios de <strong>en</strong>tre<br />

los países papales de Europa. Se hicieron los más ha<strong>la</strong>güeños ofrecimi<strong>en</strong>tos a los que quisies<strong>en</strong> tomar<br />

parte <strong>en</strong> esta peligrosa empresa. Se daba indulg<strong>en</strong>cia pl<strong>en</strong>aria a los cruzados aunque hubies<strong>en</strong> cometido<br />

los más monstruosos crím<strong>en</strong>es. A los que muries<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong> guerra se les aseguraba hermosa recomp<strong>en</strong>sa <strong>en</strong><br />

el cielo, y los que sobrevivies<strong>en</strong> cosecharían honores y riquezas <strong>en</strong> el campo de batal<strong>la</strong>. Así se logró reunir<br />

un inm<strong>en</strong>so ejército que cruzó <strong>la</strong> frontera y p<strong>en</strong>etró <strong>en</strong> Bohemia. Las fuerzas husitas se retiraron ante el<br />

<strong>en</strong>emigo y atrajeron así a los invasores al interior del país, dejándoles creer que ya habían ganado <strong>la</strong><br />

victoria. Finalm<strong>en</strong>te, el ejército de Procopio se detuvo y dando fr<strong>en</strong>te al <strong>en</strong>emigo se ade<strong>la</strong>ntó al combate.<br />

Los cruzados descubrieron <strong>en</strong>tonces su error y esperaron el ataque <strong>en</strong> sus reales.<br />

Al oír el ejército que se aproximaba contra ellos y aun antes de que vieran a los husitas, el pánico<br />

volvió a apoderarse de los cruzados. Los príncipes, los g<strong>en</strong>erales y los soldados rasos, arrojando sus armas,<br />

huyeron <strong>en</strong> todas direcciones. En vano el legado papal que guiaba <strong>la</strong> invasión se esforzó <strong>en</strong> reunir aquel<strong>la</strong>s<br />

fuerzas aterrorizadas y dispersas. A pesar de su decididísimo empeño, él mismo se vio precisado a huir<br />

<strong>en</strong>tre los fugitivos. La derrota fue completa y otra vez un inm<strong>en</strong>so botín cayó <strong>en</strong> manos de los v<strong>en</strong>cedores.<br />

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