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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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pret<strong>en</strong>siones <strong>en</strong>gañosas de Satanás. Los tribunales humanos los s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ciaron como a los más viles<br />

criminales. Pero ahora “Dios es el juez”. Salmos 50:6. Ahora los fallos de <strong>la</strong> tierra son invertidos. “Quitará<br />

<strong>la</strong> afr<strong>en</strong>ta de su pueblo”. Isaías 25:8. “Y los l<strong>la</strong>marán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová”. Él ha dispuesto<br />

“darles gloria <strong>en</strong> lugar de c<strong>en</strong>iza, óleo de gozo <strong>en</strong> lugar del luto, manto de alegría <strong>en</strong> lugar del espíritu<br />

angustiado”. Isaías 62:12 (RV95); 61:3. Ya no seguirán si<strong>en</strong>do débiles, afligidos, dispersos y oprimidos.<br />

De aquí <strong>en</strong> ade<strong>la</strong>nte estarán siempre con el Señor. Están ante el trono, más ricam<strong>en</strong>te vestidos que jamás<br />

lo fueron los personajes más honrados de <strong>la</strong> tierra. Están coronados con diademas más gloriosas que <strong>la</strong>s<br />

que jamás ciñeron los monarcas de <strong>la</strong> tierra. Pasaron para siempre los días de sufrimi<strong>en</strong>to y l<strong>la</strong>nto. El Rey<br />

de gloria ha secado <strong>la</strong>s lágrimas de todos los semb<strong>la</strong>ntes; toda causa de pesar ha sido alejada. Mi<strong>en</strong>tras<br />

agitan <strong>la</strong>s palmas, dejan oír un canto de a<strong>la</strong>banza, c<strong>la</strong>ro, dulce y armonioso; cada voz se une a <strong>la</strong> melodía,<br />

hasta que <strong>en</strong>tre <strong>la</strong>s bóvedas del cielo repercute el c<strong>la</strong>mor: “Salvación a nuestro Dios que está s<strong>en</strong>tado sobre<br />

el trono, y al Cordero”. “Amén: La b<strong>en</strong>dición y <strong>la</strong> gloria y <strong>la</strong> sabiduría, y <strong>la</strong> acción de gracias y <strong>la</strong> honra<br />

y <strong>la</strong> pot<strong>en</strong>cia y <strong>la</strong> fortaleza, sean a nuestro Dios para siempre jamás”. Apocalipsis 7:10, 12.<br />

En esta vida, podemos ap<strong>en</strong>as empezar a compr<strong>en</strong>der el tema maravilloso de <strong>la</strong> red<strong>en</strong>ción. Con<br />

nuestra intelig<strong>en</strong>cia limitada podemos considerar con todo fervor <strong>la</strong> ignominia y <strong>la</strong> gloria, <strong>la</strong> vida y <strong>la</strong><br />

muerte, <strong>la</strong> justicia y <strong>la</strong> misericordia que se tocan <strong>en</strong> <strong>la</strong> cruz; pero ni con <strong>la</strong> mayor t<strong>en</strong>sión de nuestras<br />

facultades m<strong>en</strong>tales llegamos a compr<strong>en</strong>der todo su significado. La <strong>la</strong>rgura y anchura, <strong>la</strong> profundidad y<br />

altura del amor red<strong>en</strong>tor se compr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> tan solo confusam<strong>en</strong>te. El p<strong>la</strong>n de <strong>la</strong> red<strong>en</strong>ción no se <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derá<br />

<strong>por</strong> completo ni siquiera cuando los rescatados vean como serán vistos ellos mismos y conozcan como<br />

serán conocidos; pero a través de <strong>la</strong>s edades sin fin, nuevas verdades se desplegarán continuam<strong>en</strong>te ante<br />

<strong>la</strong> m<strong>en</strong>te admirada y deleitada. Aunque <strong>la</strong>s aflicciones, <strong>la</strong>s p<strong>en</strong>as y <strong>la</strong>s t<strong>en</strong>taciones terr<strong>en</strong>ales hayan<br />

concluido, y aunque <strong>la</strong> causa de el<strong>la</strong>s haya sido suprimida, el pueblo de Dios t<strong>en</strong>drá siempre un<br />

conocimi<strong>en</strong>to c<strong>la</strong>ro e intelig<strong>en</strong>te de lo que costó su salvación.<br />

La cruz de Cristo será <strong>la</strong> ci<strong>en</strong>cia y el canto de los redimidos durante toda <strong>la</strong> eternidad. En el Cristo<br />

glorificado, contemp<strong>la</strong>rán al Cristo crucificado. Nunca olvidarán que Aquel cuyo poder creó los mundos<br />

innumerables y los sosti<strong>en</strong>e a través de <strong>la</strong> inm<strong>en</strong>sidad del espacio, el Amado de Dios, <strong>la</strong> Majestad del<br />

cielo, Aquel a qui<strong>en</strong> los querubines y los serafines resp<strong>la</strong>ndeci<strong>en</strong>tes se deleitan <strong>en</strong> adorar, que se humilló<br />

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