30.09.2016 Views

America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Escrituras. Estas pa<strong>la</strong>bras minaban los cimi<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> que descansaba <strong>la</strong> supremacía papal. Cont<strong>en</strong>ían los<br />

principios vitales de <strong>la</strong> Reforma.<br />

Lutero advirtió que era peligroso <strong>en</strong>salzar <strong>la</strong>s doctrinas de los hombres <strong>en</strong> lugar de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de<br />

Dios. Atacó resueltam<strong>en</strong>te <strong>la</strong> incredulidad especu<strong>la</strong>tiva de los escolásticos y combatió <strong>la</strong> filosofía y <strong>la</strong><br />

teología que <strong>por</strong> tanto tiempo ejercieran su influ<strong>en</strong>cia dominadora sobre el pueblo. D<strong>en</strong>unció el estudio<br />

de aquel<strong>la</strong>s disciplinas no solo como inútil sino como pernicioso, y trató de apartar <strong>la</strong> m<strong>en</strong>te de sus oy<strong>en</strong>tes<br />

de los sofismas de los filósofos y de los teólogos y de hacer que se fijas<strong>en</strong> más bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong>s eternas verdades<br />

expuestas <strong>por</strong> los profetas y los apóstoles. Era muy precioso el m<strong>en</strong>saje que Lutero daba a <strong>la</strong>s ansiosas<br />

muchedumbres que p<strong>en</strong>dían de sus pa<strong>la</strong>bras. Nunca antes habían oído tan hermosas <strong>en</strong>señanzas. Las<br />

bu<strong>en</strong>as nuevas de un amante Salvador, <strong>la</strong> seguridad del perdón y de <strong>la</strong> paz <strong>por</strong> medio de su sangre<br />

expiatoria, regocijaban los corazones e inspiraban <strong>en</strong> todos una esperanza de vida inmortal. Enc<strong>en</strong>dióse<br />

así <strong>en</strong> Witt<strong>en</strong>berg una luz cuyos rayos iban a esparcirse <strong>por</strong> todas partes del mundo y que aum<strong>en</strong>taría <strong>en</strong><br />

espl<strong>en</strong>dor hasta el fin de los tiempos.<br />

Pero <strong>la</strong> luz y <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s no pued<strong>en</strong> conciliarse. Entre el error y <strong>la</strong> verdad media un conflicto<br />

inevitable. Sost<strong>en</strong>er y def<strong>en</strong>der uno de ellos es atacar y v<strong>en</strong>cer al otro. Nuestro Salvador ya lo había<br />

dec<strong>la</strong>rado: “No vine a traer paz, sino espada”. Mateo 10:34 (VM). Y el mismo Lutero dijo pocos años<br />

después de principiada <strong>la</strong> Reforma: “No me conducía Dios, sino que me impelía y me obligaba; yo no era<br />

dueño de mí mismo; quería permanecer tranquilo, y me veía <strong>la</strong>nzado <strong>en</strong> medio de tumultos y revoluciones”<br />

(D’Aubigné, lib. 5, cap. 2). En aquel<strong>la</strong> época de su vida estaba a punto de verse obligado a <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />

conti<strong>en</strong>da.<br />

La iglesia romana hacía comercio con <strong>la</strong> gracia de Dios. Las mesas de los cambistas (Mateo 21:12)<br />

habían sido colocadas junto a los altares y ll<strong>en</strong>aba el aire <strong>la</strong> gritería de los que compraban y v<strong>en</strong>dían. Con<br />

el pretexto de reunir fondos para <strong>la</strong> erección de <strong>la</strong> iglesia de San Pedro <strong>en</strong> Roma, se ofrecían <strong>en</strong> v<strong>en</strong>ta<br />

pública, con autorización del papa, indulg<strong>en</strong>cias <strong>por</strong> el pecado. Con el precio de los crím<strong>en</strong>es se iba a<br />

construir un templo para el culto divino, y <strong>la</strong> piedra angu<strong>la</strong>r se echaba sobre cimi<strong>en</strong>tos de iniquidad.<br />

Empero los mismos medios que adoptara Roma para <strong>en</strong>grandecerse fueron los que hicieron caer el golpe<br />

mortal que destruyó su poder y su soberbia. Aquellos medios fueron lo que exasperó al más abnegado y<br />

96

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!