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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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“Y <strong>en</strong> otra semana confirmará el pacto a muchos”. La semana de <strong>la</strong> cual se hab<strong>la</strong> aquí es <strong>la</strong><br />

última de <strong>la</strong>s set<strong>en</strong>ta. Son los siete últimos años del período concedido especialm<strong>en</strong>te a los judíos.<br />

Durante ese p<strong>la</strong>zo, que se ext<strong>en</strong>dió del año 27 al año 34 d. C., Cristo, primero <strong>en</strong> persona y luego <strong>por</strong><br />

intermedio de sus discípulos, pres<strong>en</strong>tó <strong>la</strong> invitación del evangelio especialm<strong>en</strong>te a los judíos. Cuando<br />

los apóstoles salieron para proc<strong>la</strong>mar <strong>la</strong>s bu<strong>en</strong>as nuevas del reino, <strong>la</strong>s instrucciones del Salvador fueron:<br />

“Por el camino de los G<strong>en</strong>tiles no iréis, y <strong>en</strong> ciudad de Samaritanos no <strong>en</strong>tréis”. Mateo 10:5, 6. “A <strong>la</strong><br />

mitad de <strong>la</strong> semana hará cesar el sacrificio y <strong>la</strong> ofr<strong>en</strong>da”. En el año 31 d. C., tres años y medio después<br />

de su bautismo, nuestro Señor fue crucificado. Con el gran sacrificio ofrecido <strong>en</strong> el Calvario, terminó<br />

aquel sistema de ofr<strong>en</strong>das que durante cuatro mil años había prefigurado al Cordero de Dios. El tipo se<br />

<strong>en</strong>contró con el antitipo, y todos los sacrificios y ob<strong>la</strong>ciones del sistema ceremonial debían cesar.<br />

Las set<strong>en</strong>ta semanas, o 490 años concedidos a los judíos, terminaron, como lo vimos, <strong>en</strong> el año<br />

34 d. C. En dicha fecha, <strong>por</strong> auto del Sanedrín judaico, <strong>la</strong> nación selló su rechazami<strong>en</strong>to del evangelio<br />

con el martirio de Esteban y <strong>la</strong> persecución de los discípulos de Cristo. Entonces el m<strong>en</strong>saje de<br />

salvación, no estando más reservado exclusivam<strong>en</strong>te para el pueblo elegido, fue dado al mundo. Los<br />

discípulos, obligados <strong>por</strong> <strong>la</strong> persecución a huir de Jerusalén, “andaban <strong>por</strong> todas partes, predicando <strong>la</strong><br />

Pa<strong>la</strong>bra”. “Felipe, desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do a <strong>la</strong> ciudad de Samaria, les proc<strong>la</strong>mó el Cristo”. Pedro, guiado <strong>por</strong><br />

Dios, dio a conocer el evangelio al c<strong>en</strong>turión de Cesarea, el piadoso Cornelio; el ardi<strong>en</strong>te Pablo, ganado<br />

a <strong>la</strong> fe de Cristo fue comisionado para llevar <strong>la</strong>s alegres nuevas “lejos [...] a los g<strong>en</strong>tiles”. Hechos 8:4,<br />

5; 22:21 (VM).<br />

Hasta aquí cada uno de los detalles de <strong>la</strong>s profecías se ha cumplido de una manera sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te,<br />

y el principio de <strong>la</strong>s set<strong>en</strong>ta semanas queda establecido irrefutablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el año 457 a.C. y su fin <strong>en</strong><br />

el año 34 d.C. Parti<strong>en</strong>do de esta fecha no es difícil <strong>en</strong>contrar el término de los 2.300 días. Las set<strong>en</strong>ta<br />

semanas—490 días—descontadas de los 2.300 días, quedaban 1.810 días. Concluidos <strong>la</strong>s 490 días,<br />

quedaban aún <strong>por</strong> cumplirse los 1.810 días. Contando desde 34 d.C., los 1.810 años alcanzan al año<br />

1844. Por consigui<strong>en</strong>te, los 2.300 días de Daniel 8:14 terminaron <strong>en</strong> 1844. Al fin de este gran período<br />

profético, según el testimonio del ángel de Dios, “el santuario” debía ser “purificado”. De este modo<br />

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