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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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<strong>en</strong>dito!” (Richard Baxter, Works, tomo 17 pp. 555; 500; 182, 183). Tal fue <strong>la</strong> esperanza de <strong>la</strong> iglesia<br />

apostólica, de <strong>la</strong> “iglesia del desierto”, y de los reformadores.<br />

No solo predecían <strong>la</strong>s profecías cómo ha de producirse <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida de Cristo y el objeto de el<strong>la</strong>,<br />

sino también <strong>la</strong>s señales que iban a anunciar a los hombres cuándo se acercaría ese acontecimi<strong>en</strong>to.<br />

Jesús dijo: “Habrá señales <strong>en</strong> el sol, y <strong>en</strong> <strong>la</strong> luna, y <strong>en</strong> <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s”. Lucas 21:25. “El sol se oscurecerá,<br />

y <strong>la</strong> luna no dará su resp<strong>la</strong>ndor; y <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s caerán del cielo, y <strong>la</strong>s virtudes que están <strong>en</strong> los cielos<br />

serán conmovidas; y <strong>en</strong>tonces verán al Hijo del hombre, que v<strong>en</strong>drá <strong>en</strong> <strong>la</strong>s nubes con mucha potestad<br />

y gloria”. Marcos 13:24-26. El reve<strong>la</strong>dor describe así <strong>la</strong> primera de <strong>la</strong>s señales que iban a preceder el<br />

segundo adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to: “Fue hecho un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de cilicio,<br />

y <strong>la</strong> luna se puso toda como sangre”. Apocalipsis 6:12.<br />

Estas señales se vieron antes de principios del siglo XIX. En cumplimi<strong>en</strong>to de esta profecía, <strong>en</strong><br />

1755 se sintió el más espantoso terremoto que se haya registrado. Aunque g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te se lo l<strong>la</strong>ma el<br />

terremoto de Lisboa, se ext<strong>en</strong>dió <strong>por</strong> <strong>la</strong> mayor parte de Europa, África y América. Se sintió <strong>en</strong><br />

Gro<strong>en</strong><strong>la</strong>ndia <strong>en</strong> <strong>la</strong>s Antil<strong>la</strong>s, <strong>en</strong> <strong>la</strong> is<strong>la</strong> de Madera, <strong>en</strong> Noruega, <strong>en</strong> Suecia, <strong>en</strong> Gran Bretaña e Ir<strong>la</strong>nda.<br />

Abarcó <strong>por</strong> lo m<strong>en</strong>os diez millones de kilómetros cuadrados. La conmoción fue casi tan viol<strong>en</strong>ta <strong>en</strong><br />

África como <strong>en</strong> Europa. Gran parte de Argel fue destruida; y a corta distancia de Marruecos, un pueblo<br />

de ocho a diez mil habitantes desapareció <strong>en</strong> el abismo. Una o<strong>la</strong> formidable barrió <strong>la</strong>s costas de España<br />

y África, sumergi<strong>en</strong>do ciudades y causando inm<strong>en</strong>sa deso<strong>la</strong>ción.<br />

Fue <strong>en</strong> España y Portugal donde <strong>la</strong> sacudida alcanzó su mayor viol<strong>en</strong>cia. Se dice que <strong>en</strong> Cádiz,<br />

<strong>la</strong> oleada llegó a ses<strong>en</strong>ta pies de altura. Algunas de <strong>la</strong>s montañas “más im<strong>por</strong>tantes de Portugal fueron<br />

sacudidas hasta sus cimi<strong>en</strong>tos y algunas de el<strong>la</strong>s se abrieron <strong>en</strong> sus cumbres, que quedaron partidas de<br />

un modo asombroso, <strong>en</strong> tanto que trozos <strong>en</strong>ormes se despr<strong>en</strong>dieron sobre los valles adyac<strong>en</strong>tes. Se dice<br />

que de esas montañas salieron l<strong>la</strong>maradas de fuego”. Sir Charles Lyell, Principles of Geology, 495.<br />

En Lisboa “se oyó bajo <strong>la</strong> tierra un ruido de tru<strong>en</strong>o, e inmediatam<strong>en</strong>te después una viol<strong>en</strong>ta<br />

sacudida derribó <strong>la</strong> mayor parte de <strong>la</strong> ciudad. En unos seis minutos murieron ses<strong>en</strong>ta mil personas. El<br />

mar se retiró primero y dejó seca <strong>la</strong> barra, luego volvió <strong>en</strong> una o<strong>la</strong> que se elevaba hasta cincu<strong>en</strong>ta pies<br />

sobre su nivel ordinario”. “Entre los sucesos extraordinarios ocurridos <strong>en</strong> Lisboa durante <strong>la</strong> catástrofe,<br />

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