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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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abnegado y predicador elocu<strong>en</strong>te, cuya vida cotidiana era una demostración de <strong>la</strong>s verdades que predicaba.<br />

Su conocimi<strong>en</strong>to de <strong>la</strong>s Sagradas Escrituras, <strong>la</strong> fuerza de sus argum<strong>en</strong>tos, <strong>la</strong> pureza de su vida y su<br />

integridad y valor inquebrantables, le atrajeron <strong>la</strong> estimación y <strong>la</strong> confianza de todos. Muchos de <strong>en</strong>tre el<br />

pueblo estaban descont<strong>en</strong>tos con su antiguo credo al ver <strong>la</strong>s iniquidades que prevalecían <strong>en</strong> <strong>la</strong> iglesia de<br />

Roma, y con inm<strong>en</strong>so regocijo recibieron <strong>la</strong>s verdades expuestas <strong>por</strong> Wiclef, pero los caudillos papales se<br />

ll<strong>en</strong>aron de ira al observar que el reformador estaba adquiri<strong>en</strong>do una influ<strong>en</strong>cia superior a <strong>la</strong> de ellos.<br />

Wiclef discernía los errores con mucha sagacidad y se oponía vali<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te a muchos de los<br />

abusos sancionados <strong>por</strong> <strong>la</strong> autoridad de Roma. Mi<strong>en</strong>tras desempeñaba el cargo de capellán del rey, se<br />

opuso osadam<strong>en</strong>te al pago de los tributos que el papa exigía al monarca inglés, y demostró que <strong>la</strong><br />

pret<strong>en</strong>sión del pontífice al asumir autoridad sobre los gobiernos secu<strong>la</strong>res era contraria tanto a <strong>la</strong> razón<br />

como a <strong>la</strong> Biblia. Las exig<strong>en</strong>cias del papa habían provocado profunda indignación y <strong>la</strong>s <strong>en</strong>señanzas de<br />

Wiclef ejercieron influ<strong>en</strong>cia sobre <strong>la</strong>s intelig<strong>en</strong>cias más emin<strong>en</strong>tes de <strong>la</strong> nación. El rey y los nobles se<br />

unieron para negar el dominio tem<strong>por</strong>al del papa y rehusar pagar el tributo. Fue este un golpe certero<br />

asestado a <strong>la</strong> supremacía papal <strong>en</strong> Ing<strong>la</strong>terra.<br />

Otro mal contra el cual el reformador sostuvo <strong>la</strong>rgo y reñido combate, fue <strong>la</strong> institución de <strong>la</strong>s<br />

órd<strong>en</strong>es de los frailes m<strong>en</strong>dicantes. Pulu<strong>la</strong>ban estos frailes <strong>en</strong> Ing<strong>la</strong>terra, y comprometían <strong>la</strong> prosperidad<br />

y <strong>la</strong> grandeza de <strong>la</strong> nación. Las industrias, <strong>la</strong> educación y <strong>la</strong> moral eran afectadas directam<strong>en</strong>te <strong>por</strong> <strong>la</strong><br />

influ<strong>en</strong>cia agostadora de dichos frailes. La vida de ociosidad de aquellos <strong>por</strong>dioseros era no solo una<br />

sangría que agotaba los recursos del pueblo, sino que hacía que el trabajo fuera mirado con m<strong>en</strong>osprecio.<br />

La juv<strong>en</strong>tud se desmoralizaba y cundía <strong>en</strong> el<strong>la</strong> <strong>la</strong> corrupción. Debido a <strong>la</strong> influ<strong>en</strong>cia de los frailes,<br />

muchos eran inducidos a <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el c<strong>la</strong>ustro y consagrarse a <strong>la</strong> vida monástica, y esto no solo sin contar<br />

con el cons<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de los padres, sino aun sin que estos lo supieran, o <strong>en</strong> abierta oposición con su<br />

voluntad. Con el fin de establecer <strong>la</strong> primacía de <strong>la</strong> vida conv<strong>en</strong>tual sobre <strong>la</strong>s obligaciones y los <strong>la</strong>zos del<br />

amor a los padres, uno de los primeros padres de <strong>la</strong> iglesia romana había hecho esta dec<strong>la</strong>ración: “Aunque<br />

tu padre se postrase <strong>en</strong> tierra ante tu puerta, llorando y <strong>la</strong>m<strong>en</strong>tándose, y aunque tu madre te <strong>en</strong>señase el<br />

s<strong>en</strong>o <strong>en</strong> que te trajo y los pechos que te amamantaron, deberías hol<strong>la</strong>rlos y seguir tu camino hacia Cristo<br />

sin vaci<strong>la</strong>ciones”. Con esta “monstruosa inhumanidad”, como <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mó Lutero más tarde, “más propia de<br />

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