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America en la Profecia por Elena White

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

Los orígenes peculiares de Estados Unidos y su hegemonía en los asuntos mundiales se quedan indiscutibles. Como superpotencia nacida de Europa, la historia se ha resplandecido por todas partes. Pronosticada desde la antigüedad, una miríada de las represiones, las revoluciones y las reformas le inspiró al primer grupo de peregrinos a establecerse en una nueva tierra prometida de la libertad. Este libro permite al lector a comprender el destino único de América y el papel dominante, mientras asediada por maquinaciones políticas y espirituales. Claramente, esta lectura revelará las manipulaciones, los movimientos y las intervenciones que han moldeado a América, presagiando su cooperación para socavar los mismos valores, más queridos anteriormente. Al mismo tiempo, disemina rayos de esperanza y confianza a medida que se estalla un giro de acontecimientos.

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de su cercana llegada. Infundía un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de confianza y seguridad mal fundado, y llevó a muchos<br />

a descuidar <strong>la</strong> preparación necesaria para ir al <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro de su Señor.<br />

Miller <strong>en</strong>contró que <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida verdadera y personal de Cristo está c<strong>la</strong>ram<strong>en</strong>te <strong>en</strong>señada <strong>en</strong> <strong>la</strong>s<br />

Santas Escrituras. San Pablo dice: “El Señor mismo desc<strong>en</strong>derá del cielo con mandato soberano, con<br />

<strong>la</strong> voz del arcángel y con trompeta de Dios”. Y el Salvador dec<strong>la</strong>ra que “verán al Hijo del hombre<br />

vini<strong>en</strong>do sobre <strong>la</strong>s nubes del cielo, con poder y grande gloria”. “Porque como el relámpago sale del<br />

ori<strong>en</strong>te, y se ve lucir hasta el occid<strong>en</strong>te, así será <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida del Hijo del hombre”. Será acompañado <strong>por</strong><br />

todas <strong>la</strong>s huestes del cielo, pues “el Hijo del hombre” v<strong>en</strong>drá “<strong>en</strong> su gloria, y todos los ángeles con él”.<br />

“Y <strong>en</strong>viará sus ángeles con grande estru<strong>en</strong>do de trompeta, los cuales juntarán a sus escogidos”. 1<br />

Tesalonic<strong>en</strong>ses 4:16; Mateo 24:30, 27, 31; 25:31 (VM).<br />

A su v<strong>en</strong>ida los justos muertos resucitarán, y los justos que estuvier<strong>en</strong> aún vivos serán mudados.<br />

“No todos dormiremos—dice Pablo—, mas todos seremos mudados, <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to, <strong>en</strong> un abrir de<br />

ojos, al sonar <strong>la</strong> última trompeta: <strong>por</strong>que sonará <strong>la</strong> trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles,<br />

y nosotros seremos mudados. Porque es necesario que este cuerpo corruptible se revista de<br />

incorrupción, y que este cuerpo mortal se revista de inmortalidad”. 1 Corintios 15:51-53 (VM). Y <strong>en</strong> 1<br />

Tesalonic<strong>en</strong>ses 4:16, 17, después de describir <strong>la</strong> v<strong>en</strong>ida del Señor, dice: “Los muertos <strong>en</strong> Cristo se<br />

levantarán primero; luego, nosotros los vivi<strong>en</strong>tes, los que hayamos quedado, seremos arrebatados<br />

juntam<strong>en</strong>te con ellos a <strong>la</strong>s nubes, al <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro del Señor, <strong>en</strong> el aire; y así estaremos siempre con el<br />

Señor”.<br />

El pueblo de Dios no puede recibir el reino antes que se realice el adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to personal de<br />

Cristo. El Señor había dicho: “Cuando el Hijo del hombre v<strong>en</strong>ga <strong>en</strong> su gloria, y todos los ángeles con<br />

él, <strong>en</strong>tonces se s<strong>en</strong>tará sobre el trono de su gloria; y de<strong>la</strong>nte de él serán juntadas todas <strong>la</strong>s naciones; y<br />

apartará a los hombres unos de otros, como el pastor aparta <strong>la</strong>s ovejas de <strong>la</strong>s cabras: y pondrá <strong>la</strong>s ovejas<br />

a su derecha, y <strong>la</strong>s cabras a <strong>la</strong> izquierda. Entonces dirá el Rey a los que estarán a su derecha: ¡V<strong>en</strong>id,<br />

b<strong>en</strong>ditos de mi Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde <strong>la</strong> fundación del mundo!” Mateo<br />

25:31-34 (VM). Hemos visto <strong>por</strong> los pasajes que acabamos de citar que cuando v<strong>en</strong>ga el Hijo del<br />

hombre, los muertos serán resucitados incorruptibles, y que los vivos serán mudados. Este gran cambio<br />

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